A menos de un mes desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de México, la violencia misógina ya se ha hecho presente, recordándonos los desafíos que enfrentan las mujeres en el poder y prácticamente en cualquier espacio público o privado.

Uno de los primeros ataques públicos vino del actor Rafael Inclán, quien, al ser entrevistado sobre la primera mujer presidenta del país, comentó sarcásticamente: "Ahora vamos a tener una ama de casa seis años", para luego reírse, minimizando así la capacidad de Sheinbaum para ejercer su cargo.

Este tipo de ataques no son casos aislados. Desde que Sheinbaum asumió el poder, el término "presirvienta" ha circulado con frecuencia en redes sociales, y se convirtió en tendencia en X (antes Twitter) durante sus primeros días de gobierno. Esta palabra, una fusión entre “presidenta” y “sirvienta”, no solo es un insulto misógino, sino también clasista, dirigido a degradar tanto a Sheinbaum como a las trabajadoras del hogar, un rol históricamente desvalorizado.

Ante el comentario de Inclán, Sheinbaum respondió: "Lo más lamentable es que se use la palabra ama de casa como algo peyorativo. No, yo soy presidenta, abuela, mamá y ama de casa, y con orgullo. Todas las amas de casa merecen todo nuestro respeto, realizan un trabajo que nadie reconoce".

El uso de términos despectivos, clasistas y misóginos, como "ama de casa" o "presirvienta" no es casual. Son herramientas patriarcales que buscan menospreciar a las mujeres en sus roles públicos y reforzar las jerarquías de género que intentan perpetuar la idea de que las mujeres pertencen al ámbito privado y “doméstico”.

Pero estos ataques no son nuevos para Sheinbaum. Durante su campaña presidencial, en redes sociales también circularon memes en redes sociales aludiendo una campaña falsa de circuncisión que promovía Sheinbaum, señalando el legado judío de su familia, a pesar de que ella ha declarado abiertamente que no profesa ninguna religión.

También durante su campaña presidencial, el caricaturista Antonio Garci Nieto la retrató como un perro con una correa, insinuando que su mandato estaría subordinado a López Obrador. Este tipo de imágenes refuerzan estereotipos machistas, sugiriendo que su liderazgo es dependiente de un hombre, deslegitimando su capacidad como presidenta.

Garci Nieto no solo ha dirigido su violencia contra Sheinbaum. Recientemente, publicó en su cuenta de X una imagen alterada digitalmente de la senadora Andrea Chávez, combinando su rostro con un cuerpo semidesnudo. Este acto de violencia digital fue denunciado por Chávez, quien apeló a la Ley Olimpia, la cual busca proteger a las mujeres de la difusión no consentida de imágenes íntimas.

En respuesta a este incidente, Sheinbaum abordó el tema en su conferencia matutina del 15 de octubre, señalando que las mujeres han sido cosificadas durante años, una situación que espera erradicar durante su gobierno.

Garci Nieto, por su parte, se escudó en la libertad de expresión, justificando tanto su ataque contra Sheinbaum como la violencia digital que ejerció contra Andrea Chávez. Sin embargo, este tipo de violencia es cada vez más reconocida y castigada gracias a los avances del movimiento feminista en México.

Además de Sheinbaum y Chávez, otras mujeres en la política también han sido blanco de ataques recientes. Garci Nieto se unió a un "trend" en X, utilizando el término “putonas del Bienestar” para atacar a Luisa María Alcalde y otras funcionarias de Morena, reafirmando la tendencia de cosificar y sexualizar a las mujeres.

Estos ataques, lejos de ser simples comentarios, son parte de un patrón más amplio de violencia política en razón de género que busca desestabilizar y deslegitimar a las mujeres en posiciones de poder, perpetuando un sistema patriarcal que aún sigue vigente en la política mexicana.

Sabemos que estos ataques no ocurren en el vacío. Son reflejo de una cultura política profundamente arraigada en el patriarcado, donde la presencia de mujeres en roles de poder es vista como una amenaza a las estructuras de poder tradicionales y en donde incluso los medios de comunicación son cómplices en la perpetuación de mensajes machistas en la manera en que representan los cuerpos de nosotras, las mujeres.