“Cuando estaba trabajando para el sector salud y tenía dos meses de embarazada, hice un examen de conocimientos para acceder a una una plaza. Me condicionaron a firmar un documento en el que renunciaba a tener mi licencia médica y a firmar una renuncia para poder acceder a la plaza. Solo tomé unos días de descanso por mi parto y a los 15 días tuve que volver a trabajar”, cuenta María, enfermera de la Sierra Norte de Puebla.
Si María hubiera tomado su licencia de maternidad de 12 semanas, tal y como lo indica la Ley Federal de Trabajo, se habría quedado desempleada: “nos condicionaron (a María y a otra compañera embarazada), nos dijeron: si piden licencia médica, les hacemos valer la renuncia, y si no piden licencia médica, pues continúan trabajando”, dice en entrevista con La Cadera de Eva.
La historia de María no es una situación aislada, en México el 27.9% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia en el ámbito laboral, y el 4% ha sido discriminada en sus trabajos por estar embarazada, según la última Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh, 2021) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Tan solo entre enero de 2012 y julio de 2021, la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet) atendió 13 mil 354 asuntos de discriminación laboral, de los cuales 2 mil 589 fueron por discriminación laboral por embarazo a nivel nacional, es decir, un 19%, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Estos datos reflejan una realidad de desigualdad que violenta los derechos de miles de mujeres en México. La situación se agudiza cuando presentan un embarazo o ejercen la maternidad como en el caso de María que tenía 23 años cuando la hicieron renunciar a su licencia de maternidad.
De acuerdo con un análisis publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en México, siete de cada 10 mujeres que participan en el mercado laboral son madres, las cuales enfrentan peores condiciones laborales en comparación a las mujeres sin hijos. El 58% de las mujeres que son madres trabajan en la informalidad en comparación con el 50% de las mujeres sin hijos.
Después de tener su parto, María regresó a trabajar bajo las mismas condiciones; ocho horas seguidas de jornada laboral. Los dolores que sentía por el parto, no eran tan fuertes como el dolor de haber dejado a su hija recién nacida con una persona desconocida porque no contaba con algún familiar o pareja que la ayudara en ese momento.
“Porque dejas a un recién nacido, porque vas todavía convaleciente con tus dolores. No tanto es el dolor físico que sientes, sino el dolor grande al dejar a tu hijo recién nacido”, cuenta María.
El hecho de ser madre soltera aumenta la posibilidad de sufrir discriminación, el 28% de las mujeres que sufrieron algún tipo de violencia a lo largo de su vida laboral estaban solteras, en comparación al 16.8% que también fueron víctimas de esta situación que se encontraban casadas o en pareja, de acuerdo con la Endireh (2021).
Presión para renunciar al trabajo
Desde el comienzo del empleo hubo otras negligencias. “Yo nunca tuve un contrato, entonces cuando yo me embarazo me voy de permiso de maternidad. (...) Cuando empiezo a preguntar con mi jefe en qué fecha necesita o requiere que yo me presente a renovar mis actividades, él primero empieza a darme largas de que no había fecha en la que yo regresara, y ya después me preguntaron si me iba a traer a mi bebé y yo respondí que sí, que es mi hija y está recién nacida, fue cuando empezaron a decir: pues vamos a ver”, narra Marisol, ingeniera forestal que trabaja en una empresa privada.
“Ahí empezó un proceso como de un año más o menos en el que yo estuve todavía como en un inter de esperar si la empresa me recontrataba (…) como a los tres meses me dijeron que no iba a haber trabajo, argumentando que no hay proyectos por pandemia, aunque yo me di cuenta de que más bien era por el hecho de si tenía yo o no quien cuidara de mi hija. Desde ahí empecé a trabajar por proyectos, pero ya no era el mismo pago ni el mismo trato”.
Marisol, quien solicitó cambiarse el nombre para mantener su anonimato, explica que fue por presión ante la situación por lo que decidió dejar de laborar en la empresa. Carla, quien también prefiere tener su nombre en anonimato, también se vio obligada a renunciar a su trabajo como maestra de inglés por no tener derecho a la lactancia.
Carla tomó sus días de incapacidad por maternidad, sin embargo, cuando regresó a su área de trabajo y quiso tomar una hora de lactancia como también lo establece la Ley Federal de Trabajo, le condicionaron el tiempo. “Me dijeron que podía tomarla después de las dos de la tarde los días miércoles, jueves y viernes. Pero los lunes y martes era forzoso que tuviera que ir hasta mi casa a las diez de la mañana o a la una y regresar porque tenía que volver al horario laboral, porque si no, pues no cubría como con mis horas”, narra Carla con 31 años de edad.
“No era eso, sino que generalmente nos pedían quedarnos más tiempo más allá del horario límite en el trabajo. Yo les dije que no estaba de acuerdo y que prefería un horario establecido (...) Pero no me dejaron decidir, entonces me dijeron que lo pensara bien porque no era viable para ellos. Eso me dijo mi jefe en un turno y que decidiera cómo le iba a hacer”.
Carla buscó alternativas en guardería, pero en algunas solo aceptaban bebés de seis meses en adelante, y el suyo tenía mes y medio. En otros espacios tampoco le permitían elegir un horario para la lactancia. Además, no contaban con seguro por si sucedía algún accidente con el bebé.
“Al verme sola, no pude elegir, entonces lo único que me quedó fue renunciar. Básicamente fue presión laboral porque no había otra forma de llamarle. Ellos esperaban que cubriera tales horas en el trabajo, pero yo había visto otros casos en donde les habían dado la oportunidad de ir a sus casas a lactar a sus bebés, y no les exigían regresar al trabajo para cumplir otras horas extra”, cuenta Carla.
La violencia laboral se puede reflejar de distintas formas, por ejemplo, el 18% de las mujeres a lo largo de su vida ha sufrido discriminación en su trabajo, mientras que el 14.4% ha experimentado violencia sexual en este ámbito y el 12.2% ha padecido de violencia psicológica, según la Endireh (2021).
¿A qué nos referimos cuando hablamos de violencia laboral? Es cuando hay un acto o una omisión en abuso de poder que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima, e impide su desarrollo y atenta contra la igualdad.
Las conductas que constituyen discriminación laboral por embarazo son múltiples: entre ellas destacan el hostigamiento laboral, la negación de ascenso, la reducción de salario, el cambio de horarios sin consentimiento de la trabajadora, la negación de permisos como los de ir al baño, sentarse; el ordenarle a la embarazada realizar labores que pongan en riesgo su salud y la de su hijo o hija, como señala el Conapred.
Buscar trabajando siendo madre es todo un reto
Cuando Marisol comenzó a buscar trabajo, sin embargo, se encontró en situaciones de discriminación en las que los empleadores le preguntaban si estaba casada, si tenía hijos y de qué edad. Cada que ella explicaba que tenía una hija recién nacida, ya no la volvían a llamar pese a haber pasado la fase de capacidades técnicas.
Después de lo sucedido en su anterior empleo respecto a la falta de flexibilidad para darle lactancia a su hijo, Carla buscó trabajo en la capital de Puebla, en un puesto en el que cumplía con todos los requisitos, sin embargo, a raíz de lo sucedido investigó en internet que de acuerdo con la Ley Federal de los Trabajadores en el Artículo 123 se establece que durante la lactancia las mujeres tienen derecho a dos reposos de 30 minutos cada uno al día o una hora para amamantar a sus bebés en algún lugar adecuado que la empresa asigne.
Aunque la empresa si contaba con el espacio le dijeron que los horarios eran complicados y que no iba a poder tomar su hora de lactancia ni retirarse a la hora de salida que le habían estipulado en la entrevista.
“Entonces, esa situación, me llevó a pensar que, no cuento como esa facilidad de encontrar un trabajo que me dé el tiempo o las facilidades para estar también con mi bebé”, narra Carla.
Miedo a denunciar
María, Marisol y Carla no tuvieron la información necesaria para poder denunciar la situación por la que estaban atravesando. Además, enfrentaron miedos y dudas respecto a su caso.
Por su parte María no denunció porque para ella era una oportunidad de tener un trabajo seguro, a largo plazo. Marisol se sintió intimidada por sus empleadores para no presentar una denuncia. Mientras que Carla, no tenía la información ni la orientación necesaria en ese momento.
“En mi caso, a lo mejor me faltó un poco más de información, pero siempre y cuando uno tenga como esas bases, yo creo que sí se puede defender. Porque maternar no solo es estar con tu bebé, sino también llevar a casa el sustento”, cuenta Carla.
Los cuidados maternos son un derecho
Aunque en México existen leyes que prohíben y sancionan el despido por motivo de embarazo como la Ley Federal del Trabajo en los artículos 2, 3, 56, 132, muchas mujeres no saben que la discriminación laboral por estar embarazada está penado.
Del mismo modo, ningún empleador puede solicitar comprobantes que garanticen que no estás embarazada. El artículo 995, de la ley anteriormente mencionada, establece como sanción de 50 a 2500 veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA) a quienes incurran en despedir u hostigar a una mujer por estar embarazada o ser madre o exigir certificados de no embarazo.
María cuenta que cuando le hicieron firmar el documento donde renunciaba a su licencia de maternidad no sabía que había leyes que la protegían, posteriormente se enteró de que tenía derechos a cuidados maternos y licencias por enfermedad de los hijos, por eso invita a las madres jóvenes a “que hagan valer sus derechos, porque son muy importantes los cuidados maternos, y los cuidados después del parto”.
Para Marisol, las cosas mejoraron después de dejar de trabajar en la iniciativa privada porque ahora que trabaja en el sector público puede disfrutar de sus derechos para maternar. En este sentido, reflexiona que no solo en el sector laboral hay discriminación hacia las mujeres embarazadas, sino también en el sector educativo.
“Tengo amigas que han estado estudiando mientras están embarazadas y también se da muchísimo esta parte de discriminación por el hecho de estar embarazada o por el hecho de tener hijos pequeños entonces es tristemente una situación que vivimos no solamente en los trabajos, sino también en el trabajo educativo”, dice Marisol.
Aunque la maternidad sea elegida, los factores sociales, estructurales y culturales influyen en cómo se vive, para Carla ha sido difícil desarrollarla, “la maternidad, aunque es bien recibida, elegida, siempre es difícil para uno vivirla”.
Carla resalta que los empleadores ven a las personas que laboran con ellos “solo como una fuente de trabajo y si no le somos funcionales es cuando deciden sacarnos”.
Finalmente, ¿a dónde puedo recurrir si estoy siendo víctima de algún tipo de violencia laboral? Puedes acudir a la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet), quien tiene la obligación de orientar, asesorar y representar de forma gratuita ante las autoridades laborales competentes situaciones de violencia laboral, incluyendo discriminación laboral, acoso laboral; hostigamiento y acoso sexual.