Imagina que un desconocido crea un perfil falso con tus fotos, que un expareja instala un software para rastrear cada paso que das o que un video sexual que nunca grabaste circula entre tus colegas.
No es ficción: es la vida diaria de miles de mujeres. La violencia digital dejó de ser “algo que pasa en internet” para convertirse en una amenaza real que atraviesa pantallas, trabajos, vínculos y cuerpos.
Cada año, entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre, se realiza la campaña global de los “16 Días de Activismo contra la Violencia de Género”, una iniciativa creada por organizaciones feministas y coordinada desde 1991 por el Center for Women’s Global Leadership.
A esta campaña se han sumado gobiernos, colectivas y organismos internacionales, entre ellos ONU Mujeres, que este 2025 pone el foco en la violencia digital bajo el lema #NoHayExcusa para el abuso en línea.
¿Cómo surgen los 16 días de activismo en todo el mundo?
Los “16 Días de activismo contra la violencia de género” surgieron en1991 como una iniciativa de activistas del Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres. La campaña se lanza anualmente para concienciar y exigir la erradicación de la violencia hacia mujeres y niñas, conectando el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre) con el Día de los Derechos Humanos (10 de diciembre).
La violencia digital, el eje de este año
La iniciativa de este año subraya cómo los espacios digitales, que deberían ser herramientas de participación y empoderamiento, se han convertido en un “campo minado de acoso, abuso y control”.
La incorporación acelerada de tecnologías basadas en Inteligencia Artificial (IA) ha agravado este escenario. ONU Mujeres recuerda que, incluso antes de la irrupción masiva de la IA, una de cada tres mujeres en el mundo ya había experimentado violencia física o sexual.
Ahora, una tecnología entrenada con datos plagados de sesgos de género está permitiendo que la violencia se expanda de forma “más profunda, rápida y compleja”, creando lo que la organización describe como una “tormenta perfecta”.
Las cifras lo confirman: entre 16% y 58% de las mujeres a nivel global han enfrentado violencia digital; además, el 38% ha vivido personalmente algún tipo de abuso en línea.
Una de las expresiones más alarmantes es la manipulación de imágenes y la creación de ultrafalsos (deepfakes). Investigaciones señalan que entre el 90% y el 95% de los deepfakes difundidos en internet tienen contenido sexual y que el 98% de toda la pornografía ultrafalsa está dirigida a mujeres, quienes representan el 99% de las víctimas.
Laura Bates, escritora y activista feminista entrevistada por ONU Mujeres, sostiene que esta tendencia está anclada en un “problema de raíz de misoginia”: los deepfakes son solo la manifestación digital de una violencia preexistente.
Pero esta no es la única forma de abuso habilitada por la IA. La tecnología también potencia el catfishing mediante bots hiperrealistas, facilita campañas de doxeo más sofisticadas y amplifica el acoso usando modelos que identifican patrones de vulnerabilidad para intensificar el daño psicológico.
Para Bates, la clave es dejar de pensar en lo digital como un mundo separado: “la división entre lo que sucede dentro y fuera de Internet es una ilusión”.
ONU Mujeres advierte, además, del papel que juega la llamada “machosfera”, un ecosistema de comunidades en línea que promueven la misoginia, normalizan el odio y alimentan narrativas que legitiman la violencia. La organización alerta que la rápida expansión de la IA y la misoginia extrema de estas comunidades se están retroalimentando “a una escala masiva”.
Frente a esta crisis, ONU Mujeres plantea tres acciones urgentes:
- Responsabilizar a los agresores, adoptando mejores leyes y aplicándolas de manera efectiva.
- Involucrar a las empresas tecnológicas, desde contratar a más mujeres en puestos de diseño y toma de decisiones hasta eliminar con rapidez el contenido dañino.
- Respaldar a las sobrevivientes, financiando a las organizaciones que defienden sus derechos y proporcionan apoyo real.
Para la experta en gobernanza de IA, Paola Gálvez-Callirgos, la solución requiere marcos regulatorios sólidos. Aunque “no existe un modelo único” para regular la inteligencia artificial, es indispensable que los Estados tipifiquen todas las formas de violencia digital contra las mujeres y fortalezcan sus instituciones para garantizar que la ley se cumpla. Hoy, menos del 40% de los países cuentan con legislaciones que protegen a las mujeres del acoso o acecho digital, y su implementación es débil.
Frente al argumento recurrente de que la regulación frena la innovación, Gálvez-Callirgos es contundente: la supuesta disyuntiva entre “regular” e “innovar” es un mito heredado de la expansión descontrolada de las redes sociales. Por el contrario, afirma, la gobernanza es lo que permite canalizar la innovación hacia beneficios colectivos.
Bates coincide: el camino para avanzar pasa por la rendición de cuentas y la regulación, trasladando la responsabilidad de prevenir la violencia de las víctimas potenciales a quienes diseñan, operan y se benefician de tecnologías que pueden reproducir o amplificar el daño.

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