La Semana Santa ha sido tradicionalmente narrada con un fuerte énfasis en las figuras masculinas, especialmente en la pasión y muerte de Jesucristo. Sin embargo, al profundizar en las Escrituras y en la realidad actual de las comunidades católicas, revela la presencia activa, resiliente y fundamental de las mujeres, cuyo rol va mucho más allá del mero acompañamiento pasivo y doloroso.
En entrevista para La Cadera de Eva, Marilú Rojas Salazar, teóloga feminista, nos explica que la representación femenina en la Pasión de Cristo se ha centrado en la Virgen Dolorosa, la madre sufriente ante la muerte de su hijo. Aunque esta imagen es poderosa, ha eclipsado la presencia activa y valiente de otras mujeres que acompañaron a Jesús en sus momentos finales.
María, la madre de Jesús, María Magdalena y María de Cleofás estuvieron al pie de la cruz, acompañando a Jesús en su sufrimiento. Los evangelios señalan que, mientras que los apóstoles, por miedo, abandonaron a Jesús, las mujeres permanecieron a su lado, habiéndolo seguido desde Galilea hasta Jerusalén.
María Magdalena destaca como una figura central. Lejos de los mitos que la han asociado románticamente con Jesús, Marilú Rojas Salazar menciona que, ella fue la primera en presenciar la resurrección de Jesús y la encargada de llevar la noticia de la vida eterna a los apóstoles. Este protagonismo en el evento fundacional de la fe cristiana subraya la relevancia que las mujeres tuvieron a lo largo de la vida de Jesús y en la expansión del cristianismo.
Además, los evangelios mencionan a otras Marías y mujeres que ayudaban a Jesús en su proyecto, actuando como mecenas y proveyendo con sus bienes. La tradición ortodoxa también las reconoce como las miróforas, las mujeres que llevaron especies perfumadas para embalsamar el cuerpo de Jesús y que fueron las primeras en ir a la tumba.
Estas mujeres no solo enfrentaron el dolor, sino también el miedo y la violencia de los soldados romanos para acompañar a Jesús. Fueron mujeres valientes, que desmienten el estereotipo de la mujer llorosa e inactiva.
"Si nosotros los cristianos nos asentamos en la creencia de la resurrección es gracias a las mujeres. Fueron ellas quienes fueron al sepulcro, buscando el cuerpo de Jesús, al igual que hoy en día muchas mujeres buscan a sus desaparecidos. La fe cristiana es, en esencia, una fe fundada en la fe de las mujeres" (Marilú Rojas Salazar, teóloga feminista)
A partir del siglo IV, con la institucionalización del cristianismo como religión oficial del Imperio romano, los liderazgos femeninos fueron sistemáticamente borrados de los relatos
El papel fundamental de las mujeres en la iglesia
Aunque a menudo pasa desapercibido, en la tradición católica romana, las mujeres desempeñan un papel clave en la organización y ejecución de los rituales y celebraciones. Son ellas quienes actúan como catequistas, ministras de la palabra y de la eucaristía, y organizadoras de liturgias.
También se encargan de que todo esté listo para el Jueves, Viernes Santo, Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección. Sin el ministerio de las mujeres, ninguna parroquia podría llevar a cabo las celebraciones de Semana Santa.
Las mujeres son quienes se involucran en la limpieza, la preparación de alimentos para comedores comunitarios, el cuidado de las personas enfermas y la organización de eventos. Son ellas quienes ejercen un liderazgo comunitario, a menudo dejando de lado sus responsabilidades familiares.
Emiliana Jarquín Mendoza, miembro del Ministerio de la Pastoral Social, comparte a La Cadera de Eva su experiencia de fe y servicio en la iglesia. Desde joven, Emiliana ha participado activamente en la iglesia, primero con rosarios de difuntos y luego en un ministerio de pláticas matrimoniales con su esposo. Después, fue catequista durante 20 años, hasta que la invitaron a la Pastoral Social, donde se siente muy a gusto.
Emiliana destaca la importancia de la caridad y la "iglesia de salida", que busca ayudar a los necesitados. La Pastoral Social organiza una mesa de la caridad los jueves, donde se ofrece despensa a quienes no pueden ir a la parroquia. Emiliana describe cómo la Pastoral Social ayuda a personas con discapacidades, como las que están en sillas de ruedas o postradas en cama, personas ciegas o con amputaciones.
Emiliana considera que la participación femenina en la iglesia es mayor que la masculina, y explica que las mujeres son más propensas a involucrarse en la fe y el servicio. Ella misma concilia su vida personal con su servicio en la iglesia, dedicando tiempo a la oración y a la ayuda a los demás.
"Las mujeres somos más involucradas porque, por ejemplo, vas a una celebración de una misa y de 200 personas, 170 somos puras mujeres. Y ya las demás son hombres. ¿Por qué? Porque los hombres nunca tienen tiempo", cuenta en entrevista para La Cadera de Eva.
Este "ejército de diaconía", como lo describe Marilú Rojas Salazar, ejerce un ministerio práctico que, lamentablemente, no recibe el reconocimiento oficial por parte de la jerarquía eclesiástica. "Lo que no se nombra no existe", sentencia la teológa feminista, subrayando la injusticia de que la atención se centre en el sacerdote y en quienes representan roles masculinos en las celebraciones.
Un camino pendiente hacia la igualdad
A pesar de los avances y la innegable contribución de las mujeres, la Iglesia Católica aún tiene un largo camino por recorrer en términos de equidad de género. Marilú Rojas Salazar señala que, si bien el Papa Francisco ha intentado incluir mujeres en puestos clave, la ordenación femenina sigue siendo una agenda pendiente, no solo para lectoras o ministras de la Eucaristía, sino también para el ministerio diaconal y sacerdotal.
Al respecto, Marilú Rojas Salazar destaca que las teólogas feministas proponen una reflexión teológica que parta de la Resurrección y no solo de la Crucifixión, buscando mujeres gloriosas, resucitadas e insurrectas que transformen el sistema patriarcal dentro de la Iglesia.
"No es posible creer en un maestro que predicó el amor, la justicia y la equidad, mientras se practica la desigualdad en el seno de la iglesia" (Marilú Rojas Salazar, teóloga feminista)
Un eco de esta esperanza se percibe en la dedicación de mujeres como Emiliana, quien refleja el sentir de muchas mujeres cuya fe activa sostiene a las comunidades.
La Semana Santa, entonces, no es solo un tiempo de reflexión sobre el sacrificio de Jesús, sino también una oportunidad para revisitar y reivindicar la presencia activa, valiente y fundacional de las mujeres en la historia de la fe.