¿Has escuchado la consigna: “Somos las hijas de las brujas que no pudieron quemar”? Aprovechamos esta temporada de Halloween y Día de Muertos para hablarte un poco sobre uno de los disfraces más populares en la historia, ¡las brujas!
El origen de los akelarres
Inicialmente se creía que la palabra aquelarre (castellano) provenía del vasco akelarre compuesta por akerr “macho cabrío” y larre “prado”, sin embargo, esto cambió en 1993 cuando el antropólogo, Mikel Azurmendi, propuso la hipótesis de que la palabra era en realidad una construcción erudita de principios del siglo XVII.
Según el historiador Gustav Henningsen, se entendía que los akelarres eran congregaciones , ayuntamientos y conventículos del demonio, lo que convertía a las mujeres en hechiceras o herboleras malas. Más tarde, las hechiceras se convertirían en brujas, ya que el texto “El martillo de las brujas” (Malleus Maleficarum), escrito en 1487, interpretaría los saberes de herbolaria, de anticoncepción y de aborto como “actividades demoniacas” que debían ser intervenidas mediate la cacería.
El capitalismo mercantil y la persecución de brujas
La persecución de mujeres o cacería de brujas está intrínsecamente ligada con la aparición del capitalismo, contrario a la idea común que la relaciona con el folklore europeo.
Los aprendizajes alternativos de las mujeres fueron resultado de la segregación vivida antes y durante la Edad Media, sin embargo, durante este periodo de la historia no hubo ningún juicio ni ejecución, fue hasta mediados del siglo XV que tuvieron lugar los primeros juicios de brujas y que surgieron las primeras descripciones de los akelarres.
La filosofa feminista Silvia Fererici relata en el libro, Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria que los juicios de brujas alcanzaron su apogeo entre el año 1580 y 1630, durante la transición entre el feudalismo tardío y las primeras etapas del capitalismo mercantil. Fue justamente durante el surgimiento de estas prácticas capitalistas que los Estados comenzaron a denunciar la existencia de brujas y las mujeres fueron sometidas a juicios.
Estos juicios eran costosos e impulsaban la economía; los precios por las ejecuciones y el mantenimiento de las “brujas” en prisión resultaban particularmente elevados, tan sólo el carbón para quemar a las mujeres costaba 3 libras.
La cacería de brujas no fue un evento arbitrario, por el contrario, fue una estrategia de persecución política impulsada por el Estado y la Iglesia, así lo relata Federici “sin los siglos de campañas misóginas de la Iglesia contra las mujeres, la caza de brujas no hubiera sido posible”.
La mujeres enjuiciadas se encontraban, en su mayoría, en situación de pobreza, y es que el contexto social, económico y el género fueron elementos clave para la cacería de brujas, ya que los juicios pretendían eliminar el conocimiento que las mujeres obtuvieron a partir de la exploración de su sexualidad, del control sobre su propia reproducción y de su capacidades para curar.
Las brujas del Abya-Yala
La cacería de brujas llegó al territorio “americano” con el propósito de colonizar y oprimir a la población indígena. Federici relata que las mujeres fungieron como parte fundamental de la resistencia al negar su asistencia a prácticas religiosas católicas y a colaborar con las autoridades coloniales, por lo que eran acusadas por "prácticas de herejía e instigadoras de la revuelta anti-colonial.
En la actualidad, los saberes y miradas de las mujeres indígenas y negras están ligados con la descolonización y denuncia de las opresiones de raza, clase y género.
Las brujas feministas
El feminismo ha reivindicado incontables veces la figura de la bruja, apropiándose de la connotación negativa del imaginario social y folklórico, denunciando la opresión y la misoginia detrás de la invisibilización de los delitos cometidos contra las mujeres.
En 1968 un grupo de feministas fundó en Nueva York la Conspiración Terrorista Internacional de Mujeres del Infierno, por sus siglas en inglés W.I.T.C.H. Esta forma de autodenominarse fue esencial para el avance del feminismo.
En la actualidad, la bruja es un símbolo de resistencia, legado de todas las mujeres que sufrieron opresión, el feminismo ha resignificado la imagen de la bruja, pasando del sentido negativo al de la mujer libre, sin miedos y llena de conocimientos. Las consignas que usualmente vemos en marchas feministas son prueba de la importancia de estas mujeres históricas.
Nuestras brujas favoritas
Las mujeres han dejado un legado enorme de conocimientos y enseñanzas a través del activismo y del arte, es por eso que aquí te dejamos algunas de las brujas favoritas del equipo de La Cadera de Eva:
Bruja Mixteca, Maria Elena Rios. Saxofonista mixteca y activista en contra de la violencia ácida en México.
Yasnaya Aguilar. Lingüista y activista mixe por los derechos lingüísticos.
Silvana Estrada. Cantautora veracruzana e interprete del himno feminista, “Si me matan”.
Lana del Rey. Cantante estadounidense, compositora y promotora de los derechos
Las Marías Acompañantes. Red de acompañamiento y activistas por el aborto en el Estado de México.