¿Sabías que por cada consulta que hagas en ChatGPT podrías estar consumiendo grandes cantidades de agua? La conversación sobre el uso de la IA ha creado dudas sobre la cantidad de recursos naturales que utilizan y los impactos que tienen en el medio ambiente que aún no se pueden responder de manera certera.
Se estima que por cada 100 palabras utilizadas, ChatGPT consume alrededor de 500 mililitros de agua, según el estudio Making AI Less "Thirsty": Uncovering and Addressing the Secret Water Footprint of AI Models de la Universidad de California en Riverside, y se proyecta que la demanda alcance una extracción de agua de aproximadamente seis mil millones de metros cúbicos en 2027, equiparable a la mitad del consumo anual del Reino Unido.
La realidad es que, a pesar de estos datos, los números son inciertos y es que las desarrolladoras no han sido transparentes con la cifra exacta de recursos naturales utilizados.
La IA se ha convertido en parte fundamental de la vida, especialmente para los más jóvenes, que están creciendo “socializando” con centros de datos. Esto implica desafíos que van desde la dependencia hasta el impacto ambiental, las consecuencias más notables del uso de IA, pero también de factores políticos detrás de esas consecuencias, como el extractivismo de recursos naturales, las inclinaciones políticas de quienes operan los centros de datos y la pregunta ¿para qué están diseñadas las IA y cómo nos afecta a nivel social?
¿Qué dice la IA?
Para saber qué información es la que proveen los mismos servidores de IA, le preguntamos a ChatGPT sobre su consumo de agua anual. “¿Cuánta agua consume tu centro de datos y cuál es el impacto ambiental de tu IA?” La respuesta lejos de proporcionar información útil resumió que: “OpenAI no ha publicado cifras específicas sobre el consumo de agua de sus servidores”, por lo que no puede decir con certeza la cantidad utilizada, pero que “generalmente” la ejecución de modelos como ChatGPT, requieren de grandes cantidades de agua para la refrigeración.
El debate ético por el uso de IA ha estado presente desde su aparición, y es que se han presentado casos de dependencia extrema en los que las personas desarrollan vínculos unilaterales. Sobre la posibilidad de revertir este tipo de impactos negativos, junto con el daño ecológico, ChatGPT respondió que “OpenAI debería seguir operando” bajo el compromiso y la implementación de medidas proactivas y sustentables.
Cuando le preguntamos lo mismo a DeepSeek, la IA china que promete ser un competidor importante para ChatGPT y Estados Unidos, que dominan el mercado de la IA, señaló que no tenía cifras específicas sobre el consumo de agua o el impacto ambiental pero que los centros de datos como ChatGPT consumen entre tres a cinco millones de galones de agua al día, dependiendo de su tamaño y ubicación.
En una lógica similar a la de ChatGPT, DeepSeek concluyó que muchas empresas están trabajando en reducir este impacto mediante el uso de energías renovables y técnicas de eficiencia energética.
Estas respuestas no son sorpresa, y es que la inevitable opacidad en ellas revela que hay intereses mayores que no buscan comprometerse con un supuesto uso ético de recursos.
IA, una herramienta política y patriarcal
"La IA no es artificial ni inteligente. Más bien existe de forma corpórea, como algo material, hecho de recursos naturales, combustible, mano de obra, infraestructuras, logística, historias y clasificaciones”. Kate Crawford, investigadora y escritora, ya exponía en 2023 que la IA era la acumulación de recursos naturales, materializada en un cuerpo de interfaz no racional ni mucho menos autónomo.
Tan sólo echemos un vistazo a quienes están detrás del impulso de estas tecnologías. OpenIA fue co-fundada por Elon Musk, miembro de la junta directiva hasta 2018, Gemini de Meta bajo los intereses de Mark Zuckerberg, Siri y Alexa, asistentes virtuales de Apple y Amazon respectivamente, dirigidas por Tim Cooke y Andy Jassy. Todos ellos, hombres millonarios con intereses políticos y comerciales.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, confirmó que tiene planes de seguir fomentando la industria de la IA, haciendo del país el competidor número uno en el área. La colaboración entre OpenIA, Oracle y Japan’s Softbank denominada como The Stargate Project se llevará a cabo con infraestructura estadounidense con 500 billones de dólares.
México no está exento de sufrir las consecuencias que trae consigo la propagación de IA, y es que más allá de la promesa de generar miles de empleos nuevos con inversiones extranjeras, debemos preguntarnos cuáles son los riesgos de atraer compañías conocidas por explotar recursos naturales y perjudicar la vida de las personas más vulnerables.
El 14 de enero de este año, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que Amazon Web Services haría una inversión de más de cinco mil millones de dólares en una región digital, una infraestructura integrada por centros de datos ubicada estratégicamente alrededor del mundo, y en ese caso, Querétaro será la sede de la inversión.