Amanda Lalena Escalante, mejor conocida como Amandititia, ha explorado el arte de la escritura a través de la música. En sus canciones, la artista narra de manera sátira y cómica los problemas que atraviesan a la sociedad mexicana, por lo que su pluma nunca ha sido ajena a retratar diferentes realidades, especialmente aquellas que provienen de un contexto barrializado al puro sonido disidente de la cumbia y del sonidero.
La cantante originaria de Tampico, Tamaulipas, ha incursionado en el mundo de la escritura desde 2015, cuando dio a conocer su primer compendio de relatos autobiográficos y ficticios, Tres latas de atún. Casi una década después de su primera publicación, en 2024, Amanda se preguntó “¿Cuál es el propósito de mi existencia?” en el audiolibro El propósito de la oscuridad.
Estos relatos precedieron a Un día contaré está historia (Grijalbo, 2025), una narración autobiográfica que retrata la vida de Amanda desde los seis años de edad, después del fallecimiento de su padre, el cantautor Rodrigo González, mejor conocido como “Rockdrigo”, y de su llegada a la Ciudad de México junto con su madre.
Esta historia está contada desde la vulnerabilidad, la honestidad y sensibilidad, y es que en ella la escritora hace un mapeo exhaustivo de su vida que recorre su infancia, su vínculo con su madre y el dolor de vivir una vida llena de carencias. Si bien el libro es feroz y muchas veces desolador, en la génesis de sus palabras se encuentra el perdón, la espiritualidad y el amor, todos elementos que hacen a Amanda Lalena Escalante una artista y una mujer auténtica.
Sé que este libro es el más difícil que voy a haber escrito siempre, es un libro que yo ya me debía. (...) creo que lo más difícil va a ser esta lectura y que lo demás como ha sido “Tres latas de atún”, mi audio libro, mis canciones, es mucho más bailable. (Amanda Escalante)
En entrevista con La Cadera de Eva, la conocida reina de la anarcocumbia, platica sobre Un día contaré está historia, la violencia que atraviesa a las mujeres, la violencia familiar y la autocensura, todos elementos que muchas veces sosiegan y apaciguan las voces, historias y narraciones poderosas de las mujeres.
“La noche del 19 de septiembre de 1986 me dormí sobre el techo que le quitó la vida a mi padre, entre muebles rotos, bloques de cemento, piedras y varillas. Sobre miles de lágrimas, sobre el último suspiro de decenas de personas. Me quedé profundamente dormida, rodeada de fantasmas y de ángeles”. (- Fragmento de "Un día contaré esta historia")
¿Por qué decides contar esta historia en este momento de tu vida?
Creo que cuando estás atravesando por las situaciones, ya sean buenas o malas, es muy difícil tener una perspectiva real de que necesitas distancia, de alguna manera la perspectiva nunca se tiene cuando estás muy cerca. Pasó el suficiente tiempo para tener la sensación de que era el momento de contar esta historia.
Estamos en un momento muy importante para hablar de vulnerabilidad, salud mental, derechos infantiles, todos los temas que por años se trataron de silenciar. Entonces era para mí una responsabilidad que si yo tenía toda esta historia tenía que hablar de estas cosas, que sepan los demás que yo también atravesé por eso.
A veces las figuras públicas queremos ocultar nuestra vida porque queremos que la gente piense que todo está bien, eso es algo que nos enseñan en las disqueras grandes: que no hablemos, que sonriamos y eso es una mentira.
CITA: Todos tenemos un pasado, todos tenemos situaciones. A veces estás bien y ese mismo día puedes estar muy mal y creo que es importante que la gente sepa qué hay detrás de todo.
¿Cómo fue revisitar lugares, emociones y vulnerabilidades para narrar de manera auténtica tu vida?
Hubo capítulos muy difíciles, la verdad. Hubo momentos donde no sabía cómo los iba a terminar, sobre todo los primeros capítulos. A partir de que cumplo 13 años en el libro, fue más fácil escribir porque fue más fácil vivir, porque cuando tú empiezas a tomar decisiones o ya eres independiente, ya puedes irte de las situaciones. Pero toda esta etapa que yo no podía elegir, me costó mucho trabajo escribirla y aproveché para hacer un ejercicio de ir perdonando cada cosa.
Había muchas cosas que yo no había trabajado en terapia ni en ningún lado y las tuve que ver con el libro, y ya que estaban ahí, hacía ejercicios con herramientas que conozco para irlas perdonando antes de siquiera terminarlas; escribir me dio la oportunidad de visitar mi pasado para empezar a llevar luz ahí.
A veces nada más vemos el trauma y eso nos duele mucho, pero si tú lo ves desde una perspectiva de cómo eso que te pasó no te destruyó te empiezas a dar cuenta que hay como una protección. El libro habla mucho de esas protecciones invisibles; he pasado por muchas situaciones muy terribles y siempre estuve cuidada. Me siento profundamente agradecida con ese cuidado de la vida y creo que todos los seres humanos que el día de hoy estamos aquí hemos sido cuidados.

¿Cómo fue reflexionar sobre el vínculo madre e hija en Un día contaré esta historia?
Tanto mujeres como hombres somos víctimas de errores generacionales. El caso de la madre es muy complicado porque yo no soy madre, pero te puedo decir que a mi edad no siento que he madurado tanto.
A veces siento que hay niñas siendo madres y cuando me cayó el veinte de que mis papás me tuvieron como los veintitantos, se me paró mucho el enojo porque dije, "Es que claro, eran bien jóvenes". Es importante sanar la relación con la madre porque de esa manera vas a sanar tu relación con otras mujeres. En mi libro hablo muy poco de las mujeres, hay mucha presencia masculina y a mí me horroriza un poco pero es real, no es que yo quiera que este sea un libro así, pero en mi vida no hubo mucho apoyo femenino o maternal.
Ahora tengo buenas amigas y con mis amigas estoy contando una historia nueva porque he encontrado mucho amor a nivel de la mujer en amistad, es enorme, pero lamentablemente generaciones más adultas no tuvieron esa oportunidad de saber que podían romper el sistema.
¿Por qué es importante que las mujeres narren sus propias historias?
Creo personalmente que un hombre dibujó como debía de ser una mujer. “Una mujer tiene que ser de esta forma, tiene que pensar de esta forma, tiene que callar hasta aquí, tiene que tener este tipo de cuerpo, tiene que estar bien porque ella tiene que apoyar, tiene que ser madre resiliente, tiene que ser educada”. Todo esto es muy injusto, hasta la manera en la que en la que nos permiten expresar el amor.
Entonces yo creo que es importante que nosotras hagamos nuestra propia nuestra propia imagen de qué es una mujer. Para mí una mujer puede hablar de sus experiencias difíciles. No tiene que callar, puede incomodar, y ese es el nuevo molde que tenemos que dibujar nosotras.
¿Cómo puede la narrativa, sobre todo de mujeres, ayudar a transformar la realidad mexicana?
Primero que nada esta es la primera vez que estamos realmente teniendo una voz fuerte. A la mujer le han querido silenciar siempre porque siento que es quién dice las cosas más fuertes y verdaderas. La mujer es muy honesta, es como las abuelas que siempre dicen la verdad y que dices, "Ay, no, qué pena". La gente quiere que la abuela no diga, pero la mujer es esa voz que han querido y que no han podido silenciar. A nivel social la mujer es la madre también, si la mujer empieza a hablar seriamente para crear a través de las palabras es un nacimiento nuevo.
La cuestión aquí es la autocensura. Yo siempre he sido muy atrevida y a lo mejor por eso no he llegado muy lejos, pero me siento mucho más orgullosa de estar en donde estoy, que haberme callado muchas cosas y seguir perteneciendo a empresas o relaciones.
Ahorita trato de no ser tan confrontativa, pero no sabes el trabajo que me cuesta, el silencio es una cosa horrible. El silencio es la única muerte pero me hace feliz saber que desde mi trinchera, que son las palabras, puedo seguir nutriendo la conversación.

¿Qué diferencias encuentras cuando escribes una novela?
De entrada que lamentablemente aquí no me pude esconder con el humor, y eso ha sido muy difícil porque siento que en las canciones puedo hablar de realidades súper duras, pero siempre estoy haciendo chistes.
En este libro, por más que quería, la verdad no podía encontrar un chiste, son situaciones (en las) que hasta estaría muy inapropiado hacer un chiste y eso ha sido difícil para mí porque es algo totalmente nuevo. He hecho reír a la gente y ahora lo que estoy haciendo a veces es llorar, a veces pensar y a veces tener miedo, porque al final es un libro que habla de la fragilidad. Entonces, yo no quiero asustar a la gente, no era mi misión ni que lloraran, pero ha sido parte de eso.
De entrada lo más difícil, más allá que el hecho de escribir historias más largas, ha sido el hecho de salirme de mi zona de confort, de dejar el humor, y al mismo tiempo siento que me es más fácil contar lo biográfico y los cuentos que escribir canciones. Me tardo mucho en encontrar que una canción tenga su medida justa de realidad y de humor. Como artista me parece que está bien interesante abrirte a otras puertas.
¿Utilizas el arte como herramienta de protesta social?
Es cierto que el arte es un reflejo social y que no tiene una responsabilidad moral porque, por ejemplo, si vemos el tema de las canciones que hablan del delito o de las drogas, están reflejando, el arte refleja. Sin embargo, el arte también es un vehículo para la curación, para ser mejor persona, para amarte y amar a los demás y ahí es donde está la paz. La paz no está en solo reflejar, está en una propuesta y en ese sentido sí tienes que ser congruente y yo prefiero perder ver la posibilidad de que me vaya bien a perder la congruencia.
Me interesa que la gente que me escucha tenga una perspectiva de la vida parecida a la mía y que busque la paz, no la violencia, no todos los seres humanos traen ese chip, pero creo que es muy importante que muchos sí seamos congruentes y que muchos seamos consecuentes con el tipo de sociedad que queremos construir.
Yo busco una realidad de transformar mi país y de transformar a la gente que me sigue, porque yo me he transformado en la vida y ha sido mejor eso que la euforia.
¿Qué es lo que esperas que se lleven consigo las personas que lean el libro?
Espiritualidad, que busquen espiritualidad. Este libro es una trampa para los últimos capítulos, es como un anzuelo que yo sé que la gente va a morder porque le encanta ver el chismecito. Pero al final revelo lo más importante que he descubierto en la vida, que es mi relación con Dios, con la espiritualidad, porque en eso es en lo que yo creo.
Yo quiero que este libro abra en ti la posibilidad de que existe otro mundo que no se ve, que existe algo más fuerte que la materia. Todo el tiempo estamos perdiendo gente, no nada más físicamente, sino también en conceptos de las personas. Lo único que no vamos a perder es nuestra relación con nosotras y nuestra relación con el amor que le tenemos al arte, que eso es espiritualidad. Entonces, a mí lo que me gustaría es que después de leer este libro los demás se hagan la pregunta si no les falta perdonar a alguien, este es un libro que habla del perdón.
El perdón realmente es algo maravilloso por lo cual puedo contar esta historia. También a valorar la vida, a veces siento que se nos olvida que solo el hecho de haber tenido una buena infancia es un privilegio, decimos que los privilegiados son los que tienen dinero, (pero) el privilegio es la libertad de expresión, es la libertad de vivir en un país libre, el privilegio es la salud, el privilegio es tener un techo.
Privilegiados también nosotros que tenemos libros, que podemos hablar, que podemos amar, el privilegio de no sentir rencor. Eso es lo que quiero transmitir.