La tradición del Día de Muertos es única en el mundo; durante cientos de años esta tradición se ha transformado a través de la combinación de elementos de las comunidades y pueblos originarios; sin embargo, una pieza fundamental de esta temporada son los rituales y la magia en torno a la muerte y la visita de nuestras personas queridas.
Paola Klug, escritora y practicante de brujería tradicional mexicana, menciona que la celebración del Día de Muertos se remonta a laépoca prehispánica, desde la cual ya se rendía culto a la muerte: "morir era simplemente morir y estar callados hasta la próxima vuelta”. Agrega que algo característico de esta fecha es la creencia de que todas las personas podemos regresar de la muerte.
“Si vemos diferentes mitologías a lo largo y ancho del mundo podemos encontrar que solo los dioses son los que tienen la oportunidad de regresar a la tierra [...] sólo a los dioses se les da la oportunidad de volver. En México todos volvemos de la muerte, volvemos cada año. Nuestros espíritus se forjan de manera diferente”.
Herencia prehispánica: los elementos de la ofrenda de muertos
Aunque las formas de poner las ofrendas varían según la época y la región de la que hablemos, los altares u ofrendas de muertos que se hacen por niveles comenzaron a utilizarse durante el sexenio de Lázaro Cárdenas; antes de ese momento no se utilizaban fotografías en las ofrendas y solían ponerse al ras de piso en un petate. La forma en la que los muertos eran recordados era a través de sus objetos personales, pues guardaban parte de su energía.
Elementos como las flores de cempasúchil y las calaveritas de azúcar se utilizaban para representar elementos de la vida de las comunidades originarias. En el caso de las calaveritas de azúcar, éstas refieren a los cráneos utilizados en los tzompantlis o muros de cráneos, los cuales aunque no se conoce a ciencia cierta su origen, se asocian con el culto a la vida a través de la muerte.
Por otro lado, tenemos el agua que es el medio por el que llegan las almas de los muertos. La creencia popular nos dice que para guiar a los muertos es necesario el uso de un camino de flores de cempasúchil, sin embargo, de acuerdo con Paola Klug, el agua representa el río que debe cruzarse para alcanzar el Mictlán (lugar de los muertos en náhuatl) y es el agua lo que los trae de regreso.
Mientras que la sal y el humo de copal se asocian con elementos espirituales, como el alma gemela o tonal. En algunas comunidades, se utilizaba un círculo de sal alrededor de la casa en la que una mujer daba a luz, el cual era custodiado por centinelas que verificaban quién era el primer animal en cruzar este círculo de sal, ya que este se convertiría en su tonal, un animal con el que formaría un vínculo durante toda la vida. Además de asociarse con la tierra, la sal llama a la protección con el tonal.
La magia en los rituales de Día de Muertos
Para Paola Klug, la magia de este día no permanece en las tradiciones sino en la esperanza de que existe la posibilidad de una vida diferente, no sólo se trata de los altares y las ofrendas sino de la oportunidad de hablar con nuestros muertos, con aquellos que partieron antes que nosotros.
Ella llama a no tener miedo a incorporar elementos nuevos a la ofrenda, ya que es esa intuición la que alimenta la celebración de Día de Muertos: “No hay magia más importante que la magia de la sangre”, parte de todo lo que rodea las energías de esta época es el sentir que las personas a las que amamos y personas que nos amaron, tengan un día con nosotras en la tierra.
Puedes conocer más sobre Paola Klug en su cuenta de Instagram, donde habla sobre su práctica desde la brujería tradicional mexicana: Brujas Morenas.
Las brujas y los círculos de mujeres
María Elena Esparza Guevara, consejera de género en el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, explica que las mujeres que en un principio eran llamadas brujas eran mujeres respetadas por sus saberes como curanderas, pero posteriormente se les señaló como mujeres que pactaban con el diablo, "que realizaban rituales oscuros, estaban poseídas por fuerzas malignas y causaban daño a la comunidad utilizando sus poderes".
Estas acusaciones correspondían al control social sobre los cuerpos de las mujeres, señala Esparza Guevara, y quienes no se adaptaban a los roles y estereotipos de género "eran particularmente vulnerables a estos señalamientos".
Si te gustaría conocer más de esta historia, te invitamos a leer su columna: Bruja, ¡feminista!
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