Irreverentes, rebeldes, divertidas, feministas y listas para ofrecerte una mano amiga, las mujeres tarotistas son el faro de muchas otras que acuden a ellas para platicar, sanar, acompañarse y ejercer el autocuidado. Históricamente han sido renegadas y también oprimidas por un sistema que las intenta apagar por sus saberes, ¿pero qué representa socialmente desempeñarse en este rubro y además ser clienta del tarot?
Para entender mejor cómo en estos espacios se gestan dinámicas profundamente sororas y amorosas, en La Cadera de Eva platicamos con la tarotista Brenda y con la curandera y tarotista Mariangel Calderón, quienes desde su trabajo llegan a una conclusión muy sencilla: “ser la morra de los signos es algo muy chido y ni modo".
Aprendiendo las unas de las otras
“¡Me voy a volver bruja y viviré en la playa!”, gritó Mariangel Calderón en su trabajo durante uno de los días más catárticos -e irresponsables, confiesa entre risas- de su vida. Periodista de profesión, trabajaba hasta 14 horas al día en un empleo precarizado.
¿Cómo una mujer profesional iba a creer en las cartas?, y además, una periodista que, socialmente, se considera la epítome de la verdad, se cuestionaba Mariangel Calderón. Le avergonzaba aceptarlo y hablar en voz alta de que tenía una gran sensibilidad para encontrar señales en su cotidianidad.
Caminando por las calles comenzó a encontrar cartas del tarot tiradas y el hecho se repitió con insistencia hasta que una noche recibió -en sus sueños- una visita inesperada: una mujer tenía un mensaje para ella. Contrario a lo místico que podría parecer esto, Mariangel Calderón se echa a reír al contar esta anécdota, pues la mujer parecía sumamente molesta y su mensaje fue directo al grano: “Ándale pendeja, ya te dije que tú sí sabes leer las cartas”.
¿Qué otro mensaje necesitaba Mariangel Calderón para empezar a incursionar en esto?, esa era la señal que le cambiaría la vida.
Brenda atravesaba por una crisis importante en su vida a sus 29 años, se sentía desesperanzada y el miedo al futuro le preocupaba. Sin saberlo, sería una mujer quien le enseñaría a leer las cartas del tarot y en ellas, encontraría las respuestas que tanto había buscado. Esa figura no fue más que su misma terapeuta.
La terapeuta comenzó a enseñarle todo lo que ella sabía sobre el tema y en sus encuentros, Brenda supo que ese sería su lugar seguro. En realidad, siempre lo había sabido, pues explica que durante toda su vida sintió una conexión importante con los sueños y era común encontrarse con algunos presagios de situaciones futuras, por supuesto, esto era algo que guardaba para sí, no quería incomodar con estas pláticas a las personas.
Ahora, Brenda se desempeña como tarotista y en su aprendizaje, muchas otras mujeres se han unido en su búsqueda de conocimientos. Se reúnen en talleres, dialogan sobre algunas cartas y alimentan sus saberes las unas a las otras.
“Aprendo de ellas también porque me dicen “esto puede ser así también”, es una sinergía muy bella, es un ambiente de sanación entre mujeres”, explica.
Echando las cartas
¡Pásele, una lectura de tarot!, se escucha a Mariangel Calderón gritar por la playa. La manera en que ella concibe el tarot es como un servicio, pues, cuando una mujer la busca ella ofrece su trabajo de manera gratuita, eso sí, sólo con morras, aclara.
Como tarotista, Mariangel Calderón atiende a muchas mujeres, especialmente mujeres que viven situaciones de vulnerabilidad o que atraviesan una adicción -particularmente alcoholismo-, ante estas situaciones, ella explica que su profesión de periodista está muy arraigada y en todo momento, sus sesiones también son un espacio para orientarlas y tratar de conectarlas con organizaciones que puedan apoyarles: “Energéticamente puedes hacer esto, mejorar con un baño de rosas... pero también, busca a Abogadas con Glitter”.
El delito con mayor índice es la violencia doméstica, sin embargo, Mariangel Calderón acota que, ella no puede dar consejos o intentar hacerles ver la situación y el motivo es muy sensible: las mujeres la buscan no porque necesiten de su feminismo, necesitan una orientación en el tarot y es aquí, donde las cartas también son un vehículo muy poderoso (y subestimado).
“Tú como feminista claro que les quieres decir que lo que viven es violencia, pero no te buscan para eso, te buscan por las cartas. Y es así que, cuando las tiras, salen las cartas que advierten de peligro, entonces, puedes decirles: “¡Wey, ten cuidado, estás en riesgo con tu novio o esposo!”; no lo digo yo, las cartas te lo están mostrando aquí y eso las motiva a escapar de espacios de violencia” (Mariangel Calderón)
Acto seguido, la tarotista las canaliza a las organizaciones feministas que conoce o les proporciona información sobre terapias psicológicas gratuitas que proporciona el Estado: “sí te voy a regalar consultas y estaremos aquí juntas, pero conéctate por acá también. Sigo siendo periodista y no quiero regarla, ya después que las veo les pregunto: ¿ya estás yendo a terapia?”.
El patriarcado y el rechazo a estos espacios
El 95% de las personas que se acercan con Brenda son mujeres y apenas un 5% son hombres, por lo general, parejas o compañeros de sus clientas, ¿por qué existe una segregación tan fuerte?
Desde la óptica de la tarotista uno de los agentes más importantes es el rol de género, pues para un hombre heteronormativo resulta incómodo pedir ayuda o hablar abiertamente de cuestiones emocionales, de hecho, Brenda acota que los pocos hombres que la visitan se limitan a preguntarle de sus trabajos y prefieren no tocar temas relacionados a sus lazos sentimentales. Otro punto importante es la influencia del patriarcado.
“El sistema les dicta cierta masculinidad entonces no aceptan ideas donde no tienen control, es complicado que los hombres crean en algo que no puede estar bajo su poder”, ataja.
Al más puro estilo Mariangel, ella llega a esta misma conclusión de una manera más tajante que se resume de la siguiente manera:
Son como niños mirando dulces, les interesa y se acercan a verte, pero cuando les ofrezco una lectura gratuita la rechazan. Me dicen, ¿cómo tú me vas a responder?, les incómoda, el patriarcado no les permite que una mujer les sea una guía en sus vidas, ¿cómo sería eso posible?, ¡si ellos son don vergas!, ¿no?, dice entre risas la periodista.
¿Entonces no existen círculos sólo para hombres? Sí, sí hay, responde Mariangel Calderón, pero muchos no van, prefieren asistir a otras prácticas como colgarse de ganchos o darse de palos hasta que les salga sangre, actividades que exalten su virilidad.
“Aguas, ahí viene la morra de los signos que se cree bruja”
Al preguntarles sobre los motivos por los que esta actividad ha sido oprimida y ridiculizada entre la sociedad, las dos tarotistas apuntalan a que todo se trata de que el autoconocimiento y el compartir entre mujeres siempre ha sido un tema que incomoda al sistema.
“¿Tú qué?, esas no son señales, estás paranoica”, le dicen a Mariangel Calderón pero para ella, el poder del autoconocimiento y la alianza femenina representan herramientas muy poderosas que tienen las mujeres para hacer frente a las violencias.
Desde su perspectiva, sin importar si se cree o no en este tema, es algo muy bello que existan adolescencias y mujeres que encuentran consuelo sabiendo su carta astral, que puedan platicarlo con otras, compartirlo y sentirlo como una guía para resistir.
Finalmente, Mariangel Calderón concluye con un mensaje para todas las mujeres que han intentado ser ridiculizadas y silenciadas por sus conocimientos brujiles y astrales.
“¿Y qué importa? Hay que girar las conversaciones a temas que son incómodos, porque el sólo hecho de hacer eso ya es revolucionario, y si te intentan oprimir, pues entonces ahí no es. Ya no nos vamos a callar. La violencia de la gente responde a esto, porque somos mujeres que encuentran poder en estas pseudociencias -como ellos les llaman-, nos conocemos a nosotras mismas, nos reunimos con otras y después, encuentras tu lugar, a tu tribu. Están ahí y te están esperando, ¡las brujas fuimos y seguiremos siendo morras!” (Mariangel Calderón, tarotista, curandera y periodista)