La escritora feminista venezolana, Esther Pineda, y autora de los libros pioneros de teoría feminista, Cultura femicida. El riesgo de ser mujer en América Latina (Prometeo, 2019); Bellas para morir. Estereotipos de género y violencia estética contra la mujer (Prometeo, 2020), denunció en redes sociales que el escritor francés, Ivan Jablonka, publicó en agosto de 2025, en Francia, el libro La culture du féminicide, con editorial Seuil, en el que postulaba la misma tesis que la escritora feminista.
“Este libro está siendo objeto de apropiación y extractivismo intelectual por parte del francés Iván Jablonka” dijo Pineda en su cuenta de Instagram. Y es que el parecido, cuanto menos, podría describirse como una copia del trabajo de la autora en Cultura femicida. El riesgo de ser mujer en América Latina, libro en donde acuñó el término “cultura femicida”.
Pineda señala que las similitudes no hacen más que comprobar un caso de extractivismo intelectual y epistémico. La “similitudes” hablan por sí mismas: el ensayo de Jablonka, profesor de la Universidad Sorbona, París Norte lleva por título la traducción literal del libro de Esther Pineda, presenta la misma tesis que la autora y lleva como portada la figura de una calaca acechando a una mujer, el mismo concepto que la edición original de Cultura femicida.
Además, tras la publicación del libro, se le ha atribuido a Jablonka la creación del concepto “cultura femicida” o culture du femicide, sin citar el trabajo de Pineda. “Iván Jablonka autor de Hombres justos es un hombre injusto, desde su condición de privilegio como hombre, blanco y europeo se apropia del trabajo académico y la producción intelectual de una mujer negra latinoamericana”, señaló Pineda.
Extractivismo epistémico
Tras la publicación del libro de Jablonka, Esther Pineda contactó al académico francés por Instagram para pedirle una explicación sobre las similitudes conceptuales y discursivas entre ambos trabajos. Sin embargo, el autor francés respondió que lleva 10 años trabajando en el feminicidio desde su libro, Laëtitia, publicado en 2016, una novela de crimen que sigue la vida de Laëtitia Perrais, una joven de dieciocho que fue asesinada y cuyo caso conmocionó a Francia.
“Para este nuevo libro, que abarca 3 mil años de historia (Europa y Norteamérica), me basé en el trabajo de numerosos investigadores, a quienes cito en mi libro”, le respondió y afirmó que no había tenido la oportunidad de leer a Pineda, pero que le encantaría hacerlo.
Este intercambio expone un patrón recurrente en el campo académico. Cuando una mujer, y más aún una mujer negra latinoamericana, produce conocimiento crítico, su aporte suele ser minimizado, desplazado o reapropiado por hombres. Por ello, hablemos de extractivismo epistémico.
El extractivismo epistémico es la apropiación y extracción de conocimientos, saberes y prácticas ancestrales de pueblos originarios por actores externos, ya sea desde la academia, empresas, y gobiernos, sin consentimiento ni participación individual o comunitaria.

Este caso no sólo es una clara muestra de extractivismo académico, sino que va más allá: retoma un término contextualizado en Latinoamérica para atribuirle un origen blanco y occidental pues, además reproduce el racismo epistémico donde el conocimiento occidental se considera superior, desvalorizando los saberes y aportes de las comunidades racializadas.
Es por eso que este caso revela la urgencia de confrontar las prácticas de apropiación intelectual que sostienen las desigualdades epistémicas y reproducen jerarquías coloniales dentro de la producción académica contemporánea.
¿Qué es la cultura femicida?
Así que, reivindiquemos y recuperemos potestad. ¿Qué es la cultura femicida?
La cultura femicida, término acuñado por la escritora, socióloga y doctora en ciencias sociales, Esther Pineda, en su libro Cultura femicida. El riesgo de ser mujer en América Latina, publicado en 2019 y reeditado en 2022 por la editorial argentina, Prometeo, surge, desde la perspectiva de Pineda, cuando los asesinatos patriarcales se establecen como un mecanismo de dominación y control social de la feminidad.
Para que esto sea posible, deben gozar de aceptación y altos niveles de difusión, como lo hemos visto en las cultura televisiva de la narcoviolencia, ligada a la violencia femicida, o la violencia institucional contra las mujeres respaldada por el Estado. Así, explica Pineda, se institucionaliza una cultura femicida que consiste en la subvaloración de la vida de las mujeres en relación a la vida de los hombres, pues acepta, permite, naturaliza y justifica, a través de su cotidianización en los distintos productos culturales desarrollados desde el pensamiento androcéntrico patriarcal, el asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres.

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