La apropiación cultural continúa siendo un tema polémico en la industria de la moda, especialmente cuando las grandes firmas utilizan la identidad cultural de comunidades indígenas como “inspiración”. Durante la segunda edición del festival “Orígenes” 2024, esta problemática volvió a encender el debate sobre este tema.
En el evento, José Forteza, director de Vogue México y Latinoamérica, y Anis Samanez, diseñadora de moda peruana, participaron en el conversatorio “Inspiración en culturas peruanas y apropiación cultural”, moderado por Ana Lucía Fasson. Durante la charla, ambos, de manera irónica, confirmaron que la apropiación cultural en la industria de la moda opera como una herramienta deliberada de extractivismo cultural.
Ambos hicieron comentarios que provocaron indignación en redes sociales al normalizar prácticas de extractivismo cultural, puntualmente refiriéndose a integrantes de la comunidad shipiba. “Yo te voy a respetar, pero tampoco te pongas difícil, porque la realidad es que tú has mantenido este ancestro tan mono y si no fuera porque ella (Anis Samanez) hizo esto, tú sigues muriendote de hambre con el ancestro”, declaró José Forteza, refiriéndose a las comunidades indígenas.
Por su parte, Anis Samanez compartió su desconcierto por la solicitud económica de un artesano de esta comunidad: “Me pidió cinco mil dólares por enseñarme su cultura, que es mía”, expresó con euforia y sorpresa.
Durante todo el intercambio en el conversatorio, ambos defendían y sostenían que el patrimonio “es de todos”, que es tan cultura del pueblo shipibo-konibo como de ellos, y que por eso no debían rendir cuentas a la comunidad. “Una cosa es copiar, y otra cosa es defender el derecho al uso con respeto al depositario original”, dijo José Forteza.
Estas declaraciones generaron críticas por su carga discriminatoria y por trivializar los derechos de las comunidades originarias sobre su patrimonio cultural. Y es que históricamente la industria de la moda ha sido señalada por apropiarse de elementos culturales sin retribuir adecuadamente a las comunidades de origen.
La Asociación de Moda Sostenible del Perú, entidad que organizó el evento en colaboración con Vogue México, lanzó un comunicado en redes sociales rechazando estos comentarios y reafirmando su compromiso con el respeto hacia las comunidades. “Pedimos del caso a todos los afectados por las opiniones emitidas en uno de nuestros conversatorios, y rechazamos las prácticas que no están alineadas a la sostenibilidad, al respeto y a la valoración de las comunidades”, se lee en el texto.
El Ministerio de Cultura de Perú emitió un comunicado en el que rechazaba los comentarios con connotaciones discriminatorias y reconoció que el arte Kené, identitario de la comunidad indígena Shipibo-konibo es considerado Patrimonio Cultural de la Nación.
Extractivismo, exotización y tokenismo
Tenemos que hablar de esto sin pelos en la lengua: la moda sirve a propósitos capitalistas sobre la expresión de la identidad, de ahí que las tendencias y microtendencias cambien cada vez con mayor rapidez.
Al uso de conocimientos y bienes culturales tangibles e intangibles de pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y pueblos étnicos y originarios con fines mercantiles se le llama extractivismo, y es justamente lo que la industria de la moda promueve. Se apropia de las culturas para insertar una versión despolitizada, tokenizada y exotizada de la comunidad originaria en el modelo económico capitalista contemporáneo.
La tokenización es la inclusión virtual y simulada de la diversidad, únicamente por cumplir con una “cuota” ante el público y las audiencias.
Históricamente, la industria de la moda, ha retomado inspiración en el arte, dialogando bidireccionalmente con esta destreza. También retoma rasgos culturales identitarios de diferentes regiones, aunque casi nunca se les da el crédito a las comunidades, especialmente en cuestión monetaria; el capital, de cualquier tipo, se acumula en esferas con mayor poder. A esto se refería el editor de Vogue cuando dijo “compensación cuando sea justa y necesaria, y no excesiva”.
La industria de la moda no cree en la retribución, y mucho menos en la reparación, a cambio sólo proveen “experiencia”. Aunque ningún tipo de retribución por apropiación es suficiente para disipar, mitigar y eliminar las desigualdades que enfrentan las comunidades vulnerables ante un régimen hegemónico.
Los elementos culturales que se retoman en la moda, muchas veces son exotizados; se exageran con el propósito de formar una identidad caricatura, algo con lo que el mercado en el extranjero pueda reconocer, para ser acogido y una es más, apropiado. Aunque está versión es la menos fiel a la simbología de origen.
“Dior eleva el arte Kené”. Así se han referido diversos medios de comunicación a la apropiación de técnicas textiles tradicionales por parte de casas de la moda extranjeras.
Algo similar ocurrió en México el año pasado, después de que la diseñadora de moda italiana, María Grazia Chiuri presentara la colección “Crucero Christian Dior 2024” en El Colegio de San Ildefonso. En ella retoma el movimiento y la protesta feminista en México; los vestidos, playeras y demás prendas llevaban consigo frases en color rojo como “Esperanza” y “No tengo miedo”, trivializando el feminicidio en México y Latinoamérica, y lucrando con el movimiento. Algunas piezas costaban hasta 500 dólares, lo equivalente a 10 mil 200 pesos mexicanos.
¡La blanquitud salvadora!
“Aprende con expertos. Conecta con líderes de la industria y transforma tu negocio”. Esta es la frase con la que La Asociación de Moda Sostenible del Perú invita a la comunidades que se dedican a la producción textil artesanal o a empresarios que apenas comienzan a adentrarse en la industria de la moda para colaborar con personalidades “calificadas” en el área. ¿Realmente los artesanos no saben cómo desarrollar su trabajo?
Si las personas artesanas han tenido que recurrir a prácticas asimétricas de intercambio es por abuso, segregación y discriminación. Existen miles de propuestas extractivistas en zonas turísticas y comerciales, que, con prácticas no éticas, revenden piezas textiles inflando el precio original.
En el caso específico del conversatorio, la complicidad entre José Forteza y Anis Samanez demostró una vez más que a la élite capitalista blanca no le interesan las comunidades indígenas más allá del beneficio monetario que pueda traer consigo el despojamiento de su identidad, aunque no lo asumen, y no lo asumirán nunca, porque decirlo sería evidenciar siglos de colonialismo e imperialismo occidental.
La inspiración no es sinónimo de apropiación pero en la industria de la moda, casi siempre se ven igual.