La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y el endurecimiento de las políticas migratorias en ese país ha puesto sobre la mesa la necesidad urgente de revisar las respuestas del gobierno mexicano frente al fenómeno migratorio, tanto en su territorio como en las políticas externas.

En ese contexto, el conversatorio “Mujeres migrantes construyendo puentes binacionales”, organizado por el Instituto para las Mujeres en la Migración A.C. (Imumi) en colaboración con la organización Justice for Migrant Women, permitió escuchar las voces de mujeres activistas, deportadas y retornadas que han experimentado de primera mano las dificultades del conflicto migratorio, tanto en su salida de México como al ingresar al país desde diversas naciones de Latinoamérica.

Y es que México no solamente es un país de tránsito, sino que en los últimos años se ha convertido en un país de destino, por lo que mirar hacia políticas más inclusivas requiere mirar al problema dentro del mismo territorio y más allá de la frontera con Estados Unidos. 

Tan solo en 2024, en México se registró un récord histórico de llegada de personas migrantes con 360 mil personas en los primeros tres meses del año, como documentó ONU Migración.

Cuando se piensa en la deportación se piensa en la frontera y en el inicio de la deportación, mas no en un proceso post deportación, especialmente para las mujeres indígenas y afrodescendientes, quienes enfrentan aún más problemas al momento de integrarse o reintegrarse al país. Por lo que en este foro, las representantes de las organizaciones de la sociedad civil solicitaron al gobierno mexicano el diseño de políticas públicas con enfoque de género desde un enfoque cultural y antiracista.

Y es que, al llegar a México, las personas retornadas y deportadas son desplazadas de su lugar de origen a las ciudades, por lo que es urgente que se implemente una visión amplia de acceso a derechos para las mujeres retornadas y deportadas.

Mujeres retornadas y deportadas: los principales desafíos 

El 14 de febrero pasado la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que el gobierno de México ha recibido a más de 13  mil migrantes deportados tras el retorno presidencial de Donald Trump. Aunque actualmente las cifras son inciertas especialmente respecto a los datos que precisen el número de familias afectadas y retornadas al país por la deportación de un familiar, ni cuál es la población de infancias binacionales.

Rosi Antúnez, una mujer ayuuk retornada y deportada a México desde hace diez años, explica que una de las necesidades más grandes como mujeres retornadas es la falta de plataformas donde puedan construir sus propias narrativas.

Aunque no existen cifras claras sobre las mujeres migrantes, la activista Librada Paz,  migrante de origen mixteco que migró a Estados Unidos a los 15 años, dice que las estimaciones señalan que al menos una de cada 15 personas es una mujer, y que la cifra aumenta año con año. De acuerdo con estimaciones extraoficiales, entre 2002 y 2024 habría aproximadamente un millón y medio de mujeres deportadas.

En el foro, donde participaron representantes de mujeres migrantes de Colombia y México, más allá del estereotipo de que las mujeres migran únicamente para hacerle compañía a los hombres, las mujeres dejan sus lugares de origen para trabajar 

La inquietudes más importantes son el acompañamiento jurídico, ya que no existen rutas concretas para que las mujeres puedan acceder fácilmente a la maternidad después de haber sido deportadas, por lo que es necesario eliminar la falta de información asequible por motivos de género como a la custodia, la pensión y cómo acceder a la justicia cuando se es víctima de violencia. Esta negativa de acceso a servicios jurídicos repercute en la salud mental de las familias deportadas, especialmente de las mujeres.

Por lo que es importante mirar, crear y pensar en estrategias para empoderar y ayudar a la comunidad migrante en Estados Unidos, y de las personas que han sido retornadas a México.

“Quiero pedirle a la presidenta Claudia Sheinbaum que necesitamos el apoyo. Solas no podemos, no podemos luchar contra gigantes. Estamos luchando con nuestras manos. No nos podemos quedar con las manos amarradas ante tanto abuso y pisoteo a las personas migrantes.

Ante la solicitud expresa de entablar una mesa de trabajo con la presidenta Claudia Sheinbaum, el IMUNI y las organizaciones de mujeres migrantes continúan sin respuestas.