Este 1 de octubre, la comunidad científica despide a Jane Goodall, pionera de la etología y defensora de la vida no humana, cuya mirada transformó para siempre la manera en que entendemos a los chimpancés.
Goodall falleció a los 91 años de edad por causas naturales mientras se encontraba realizando una gira científica por Los Ángeles, Estados Unidos. Así lo confirmó el Instituto Jane Goodall a través de un comunicado en redes sociales este 1 de octubre..
“La vida y la obra de la Dra. Goodall no solo dejaron una huella imborrable en nuestra comprensión de los chimpancés y otras especies, sino también de la humanidad y los entornos que compartimos. Inspiró curiosidad, esperanza y compasión en innumerables personas de todo el mundo y allanó el camino para muchas otras, especialmente para los jóvenes que le dieron esperanza en el futuro”, se lee en la publicación.
Jane Goodall, los primeros pasos
Jane Goodall nació en 1938 en Londres, Inglaterra. Vivió su infancia durante la época de la posguerra en una casa en Bournemouth, en donde creció rodeada de paisajes naturales, soñando con diferentes animales silvestres, entre ellos, animales africanos.
Con binoculares colgando del cuello, una libreta y una inmensa fascinación entrelazada con curiosidad, a los 23 años Jane Goodall viajó por primera vez al continente de sus sueños. Llegó a Kenia, país en donde trabajó con el antropólogo Luis Leakey hasta 1960, año en el que su carrera como revolucionaria de la etología, la ciencia que estudia el comportamiento de los animales, recién comenzaría.
En 1960, Jane Goodall se estableció en el Parque Nacional de Gombe, Tanzania, un país localizado en África Oriental. Ahí, la científica inició a estudiar el comportamiento de chimpancés salvajes, un proyecto de larga duración que continúa hasta el día de hoy, a través del Instituto Jane Goodall, que fundó en 1977.
Una etóloga revolucionaria: más allá del comportamiento de los chimpancés
Jane Goodall fue pionera en la investigación del comportamiento de los chimpancés, una especie de mamíferos que apasionó sus días. Su apreciación por ellos fue tal, que lideró su investigación bajo un enfoque poco convencional para la época: se adentró en comunidades de chimpancés para comprender su forma de socialización, jerarquización y comportamiento para explorar su compleja vida no sólo como una investigadora, sino como un igual para formar vínculos a largo plazo.
Cuando se habla de Jane Goodall, la premisa es inamovible: sus aportaciones no se limitan a sus descubrimientos. En 1960, Goodall descubrió que los chimpancés utilizaban fabricaban herramientas para realizar sus actividades cotidianas y, aunque está en sí es una gran aportación a la forma en la que la comunidad científica y las personas comprenden a los animales, Jane Goodall redefinió la relación entre humanos y animales que más tarde se transformaron en iniciativas de conservación comunitaria.
“Cada día que vivimos hacemos un cambio en el planeta y podemos elegir que tipo de impacto dejamos. La gente viene a mí deprimida y me dice: el mundo es un desastre, no hay nada que pueda hacer, sólo soy una persona. Tenemos un dicho: Piensa globalmente, actúa localmente. En realidad es lo contrario. Si piensas a nivel global solo te puedes sentir desesperanzada y deprimida. Pero les digo, piensen sobre su propia comunidad, qué podrían cambiar”, dijo Jane Goodall durante una de sus últimas entrevistas con el medio WSL.
Así, Jane Goodall cambió la forma en la que pensamos en comunidad, entrelazando vida humana y natural.
Goodall además creó el programa Internacional Ambiental y Humanitario para jóvenes del Instituto Jane Goodall, con el objetivo de generar cambios significativos en más de 70 países alrededor del mundo.