Esta semana se habló mucho del amor, la amistad, y todas las formas en las que nos vinculamos. Nos pareció importante mencionar también que muchas personas encontramos afecto en los animales que nos acompañan y que forman parte de nuestra familia, siempre desde un lugar de respeto y libertad para ellos. 

A través de tres historias, queremos nombrar que la amistad interespecie es real y significativa, y reconocer su existencia contribuye a construir una sociedad más justa: menos especista

Amistades entre animales

En 2022 un estudio realizado por tres investigadoras de la Universidad de Exeter en Reino Unido demostró que las amistades entre animales no humanos son bastante parecidas a las nuestras. Aunque alguna parte de la comunidad científica se resiste a reconocerla como tal, la publicación expone que la amistad entre animales se manifiesta de tres maneras similares a la de la especie humana: por homofilia, es decir, por similitud. Por ejemplo, se observó que especies como los elefantes forman grupos con compañeros de edades cercanas, reflejando patrones de agrupamiento similares a los nuestros, basados en intereses comunes y afinidades.

El segundo aspecto es la conexión física, como los abrazos y juegos; y el tercero es la comunicación a distancia. Los delfines tienen la capacidad de emitir sonidos que pueden viajar hasta 740 metros para mantenerse comunicados con otras compañeras y compañeros, lo cual mantiene semejanza con nuestras llamadas telefónicas. Estas relaciones no solo promueven la salud física y mental de los animales no humanos, sino que también desempeñan un papel crucial en su bienestar y supervivencia, ayudándoles a enfrentar amenazas como depredadores, lesiones y la escasez de alimentos.

La investigación concluye que la amistad ayuda a vivir vidas más largas, plenas y saludables. Son un espacio de alegría y, al mismo tiempo, un apoyo durante tiempos de conflicto. En La Cadera de Eva tenemos la convicción de que también existe entre animales humanos y no humanos. Tenemos pruebas y ninguna duda.

La amistad también son los animales que nos acompañan 

Te compartimos tres historias que destruyen la idea de que los afectos y la amistad son exclusivos de la especie humana.

Andrea, Mek, y una nueva hermana

Andrea es educadora social. Vive con su pareja; Mek, un perro de 7 años; y recientemente le han dado la bienvenida a una nueva integrante de la familia. Nos cuenta: “A Mek lo conocí desde que tenía meses, cuando su anterior familia lo adoptó. Jamás creí que cinco años después él sería parte de mi familia y red de apoyo. No pudieron darle la atención y cuidados necesarios, las prioridades eran otras y cuando yo pude acogerlo, acepté”.

“Después de más de año y medio de aprender a tener una relación multiespecista, de cuidar de él y de evaluar los recursos para un nuevo integrante, decidí, junto con mi pareja, adoptar a una perrita que llevaba más de un año y medio en adopción. Ella recién llegó a casa y la adaptación ha sido más sencilla de lo que pensamos. Mek la ha recibido muy bien, está siendo un gran hermano mayor y después de las semanas de prueba, esta semana se hace oficial que se queda con nosotres”.

El momento más preciado de Andrea con su perrita y Mek es cuando les llena de abrazos y es correspondida. “También cuando les veo tomando el sol en un momento tranquilo o cuando suspiran repentinamente. Me recuerdan que tomar un momento para hacer una respiración profunda y salir al sol es algo necesario”, comparte.

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Mek y su nueva hermana

También, preguntamos a cada una de las mujeres que nos compartieron su historia: ¿Consideras que compartir tiempo y espacio con animales no humanos ayuda a tu bienestar y salud mental? Al respecto, Andrea cuenta:

Claro que sí. Me han ayudado a mantener una rutina, a esforzarme en salir y no quedarme siempre en casa, también a recobrar la confianza para habitar otros espacios como la calle. Una vez, en un paseo con Mek, me enfrenté a una situación de violencia sexual, un hombre se masturbó cuando yo iba pasando, aunque al inicio no me sentía cómoda y segura de salir de nuevo, retomar los paseos con él, mi pareja, y ahora la nueva chiquilla, me han ayudado a reconstruir mi seguridad para salir a caminar a la calle por gusto”.

Paulina y las gatitas Muriel y Minerva

Paulina es comunicóloga y se desempeña en el ámbito de la publicidad, nos compartió cómo conoció a Muriel y Minerva, y cómo ha crecido su amistad:

“Muriel y yo llevamos juntas cinco años. Después de resistirme mucho, por haber sufrido la pérdida de mi primera gatita, me animé a adoptarla. Creamos un vínculo muy fuerte debido a que su vida representa muchas cosas para mí a nivel emocional, por ejemplo, darme la oportunidad de volver a querer y de atreverme a pesar del miedo que pudiera sentir”.

“Con Minerva llevamos tres años, tiene una personalidad totalmente diferente a Muriel y me encanta cómo me ha enseñado que cada una tiene sus gustos y preferencias. Hace unos meses tuvo un problema de salud que la tuvo al borde de la muerte y luchar junto a ella para salvar su vida es una de las experiencias que más me ha tocado y enseñado… ahora valoro y cuido mucho más su presencia en mi vida”.

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Muriel y Minerva

“Para mí representan una compañía y un tipo de amor totalmente diferente al humano. Es un vínculo de mucha lealtad, mucho amor y tranquilidad, fluye con mucha naturalidad en mi vida y me ayuda a sentirme feliz”. (Paulina)

Monserrat y Maní, la coneja

Monserrat es diseñadora gráfica y vive con su conejita, Maní. “Desde el primer momento que nos vimos supe que éramos almas gemelas, Maní me llamó con su mirada hermosa”, cuenta. También comparte que valora pasar tiempo con ella, “cuando me lame y cuando le platico mi día, ella siempre me escucha”.

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Maní

Monserrat considera que la compañía de Maní le ayuda a despejar la mente, además, comenta que relacionarse con animales no humanos ha fortalecido su empatía y compasión hacia todas las formas de vida. Ella, al igual que Andrea y Paulina, encuentra en los animales no humanos otras formas de interactuar con el mundo. Reconocer estos vínculos, sin menospreciar su valor ni ridiculizarlos, abonan a crear espacios y diálogos menos especistas, y nos habitúan a tratar de manera justa a todos los seres vivos.