La conversación sobre la gentrificación en la Ciudad de México se vuelve más profunda y compleja al comprobar cómo ciertos flujos migratorios operan bajo una lógica de aislamiento cultural. En lugar de integrarse a los territorios, esperan que sean sus habitantes locales quienes se ajusten a sus gustos, sus comida, su música e incluso hasta su forma de vestir. 

De ahí que durante la primera  marcha contra la gentrificación en la CDMX el pasado 4 de julio, se hayan vuelto comunes  frases como “Aquí se habla español” o “La salsa tiene que picar”, expresiones que resumen la resistencia de identidad cultural de los barrios originarios frente al desplazamiento. 

En entrevista con La Cadera de Eva, Karla Lobato, adjunta de investigación en  Racismo Mx, una organización que busca denunciar y abrir la conversación sobre el racismo en México, describe esta tendencia como una forma de violencia cultural, y discriminación donde se impone una "monocultura", donde se excluye a quienes no pertenecen a un grupo dominante y se homogeniza las prácticas sociales y culturales.  

Este tipo de asimilación contrasta con la idea de un "intercambio transcultural", donde, en palabras de Lobato, existe una "mezcolanza mucho más complicada" atravesada por disputas culturales y políticas y relaciones de poder desiguales.

¿Asimilación o intercambio cultural?

El concepto clásico de asimilación cultural, visto como una hegemonía cultural que reduce y hace desaparecer a otra, ya no es adecuado para las realidades actuales, explica Lobato. El uso de este término surgió de la invasión y conquista militar del siglo XX, para explicar la capacidad de hegemonía cultural para reducir o desaparecer a otra cultural.

En su lugar, la investigadora de Racismo Mx  propone hablar de un intercambio transcultural, donde, aunque existen fuerzas económicamente y políticamente dominantes, hay disputas culturales y políticas atravesadas por la era digital.

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¿Cómo se modifican nuestros barrios?

Bajo la lógica de despojo, las personas locales son afectadas por órdenes estructurales y desigualdades preexistentes de sus lugares de origen. De ahí que la gentrificación no sea un problema exclusivamente consecuente de la llegada de personas extranjeras, más bien es un conflicto multifactorial que tiene que ver con la falta de leyes y políticas que regulen la especulación inmobiliaria y desarrollo urbano en la ciudad. 

Las consecuencias directas de estas dinámicas son tensiones y disputas culturales y políticas que surgen en los lugares afectados por la gentrificación y el desplazamiento.

Cuando las personas son desplazadas forzosamente a otras colonias, la estructura social que construyeron a través de años comienza a ser modificada por los nuevos habitantes: no sólo se elevan los precios en las rentas y los servicios, la cultura comienza a transformarse según los gustos y las necesidades de un nuevo grupo poblacional, aunque esto no se reduce a un sector poblacional “blanco”. En un contexto de migración y movilización global, personas de Centroamérica y Latinoamérica también han llegado a México y, con ellos, parte de su cultura.

Este intercambio, especialmente en el contexto de la gentrificación, acentúa las diferencias de clase, la segregación y el racismo y, aunque la migración es diversa, en México beneficia a grupos "fenotípicamente y culturalmente más blanqueados", debido a un interés económico, de acuerdo con la especialista.

Para Karla Lobato, la cultura mexicana no está en riesgo de desaparecer bajo un proceso de asimilación cultural. En un mundo interconectado y transmedia, la asimilación total no es posible. “Las personas desplazadas inevitablemente llevarán parte de su identidad cultural a las nuevas colonias donde habiten, permitiendo que la cultura misma exista y se mantenga viva a través de intercambios”.

¿Qué repercusión tiene en las personas desplazadas?

Como te contamos en esta entrevista, Rufina Galindo, una mujer de 71 años que fue despojada de su predio, dejó Emiliano Zapata 68 para vivir en la Colonia Guerrero después de dos décadas de lucha contra la gentrificación y la especulación inmobiliaria

Acceder a la vivienda digna significó tanto como un alivio como añoranza y tristeza, y es que las personas habitantes de los barrios de la CDMX despojadas sufren daños emocionales asociados con los procesos de gentrificación y el desplazamiento forzado significativos. 

Adaptarse a un espacio nuevo implica vivir un duelo entrelazado con el enojo y la tristeza. Este impacto emocional es complejo y ocurre porque, en palabras de Karla Lobato,  se está "sacando a toda una comunidad" de un vecindario que construyó su identidad y tejido social.

¿Qué hacer para evitar caer en discursos nacionalistas?

“Estamos atravesando un momento geopolítico marcado por el auge de los ultranacionalismos, que están generando más racismo, desigualdad y crisis humanitarias en distintos países. Hay distintos tipos de migración, y no todos los migrantes se ven beneficiados por estos procesos. Necesitamos tener cuidado con las narrativas nacionalistas, porque al final no hacen más que fortalecer al Estado y sus mecanismos de poder”.

No se trata de “adaptarnos” a precios elevados sino de construir redes solidarias que permitan el tejido cultural ya vivo sin caer en discursos nacionalistas.  Para evitar caer en estas miradas, Karla Lobato recomienda lo siguiente: 

  • Enfocarse en la desigualdad de clases sociales y el racismo estructural: es crucial entender que la gentrificación es fundamentalmente una cuestión de desigualdad de clases sociales ya constituidas. Esto se refleja en la discriminación de quiénes son los migrantes "deseables" en ciertos lugares y quiénes no.
  • Ampliar la mirada sobre la migración: es importante reconocer que no solo llegan personas del norte global a México, sino que se vive una crisis humanitaria global que implica la llegada de migrantes de diversos contextos políticos.

  • Evitar discursos nacionalistas y simplistas: se debe cuidar no caer en narrativas peligrosas como "mexicanos para los mexicanos" o "gringo ilegal". Estos discursos son peligrosos y  empoderan al Estado. Los ultranacionalismos pueden crear "racismo y más desigualdad" y contribuir a crisis humanitarias.

  • Promover la solidaridad y el entendimiento complejo: se recomienda ser una comunidad “más comunitaria", acercándose a las familias que están siendo desplazadas, conocer sus historias y reconocer sus luchas.