La voz de Rufina Galindo retumbó entre el centenar de asistentes congregados en el recién bautizado “Foro Gaza”, ubicado en el Parque México, en la colonia Condesa.

Cada palabra suya era fuerte, como un eco que lleva dos décadas buscando ser escuchado. “Yo no soy joven, pero quiero que me oigan, que escuchen qué es lo que tengo que decir, qué es lo que siento”, soltó durante la sesión de micrófono abierto, antes de que diera inicio la primera marcha contra la gentrificación, este 4 de julio.

“Fuimos desalojadas el 13 de julio de Emiliano Zapata 68 con 800 granaderos y dos helicópteros. (...) Sacaron a diez familias y después, escalonados, sacaron a otras catorce. A mí me sacaron en el 2023”, recuerda Rufina Galindo en entrevista con La Cadera de Eva. Su historia no es excepcional, es más común de lo que parece entre las personas adultas mayores que habitan la Ciudad de México.

Rufina Galindo asistió a la polémica marcha contra la gentrificación acompañada de diez mujeres adultas mayores, en representación de la Red de Desalojadas de la Ciudad de México, una red comunitaria que nació en 2019 de mujeres que busca proteger a las familias en riesgo de desalojo

Se enteraron de la convocatoria a través de internet y, sin importar que la movilización fuera promovida por voces de diferentes generaciones, decidieron salir a las calles para denunciar la realidad de cientas de adultas mayores en la CDMX.

En los medios tradicionales circularon ampliamente las imágenes de la protesta y de los actos de iconoclasia, la intervención de símbolos, imágenes e inmuebles del espacio público, pero las voces de luchadoras como la señora Rufina Galindo quedaron al margen de la conversación mediática. Así, las denuncias de mujeres que resisten el despojo fueron minimizadas o desplazadas, incluso cuando forman parte central de esta lucha.

Aunque finalmente Rufina Galindo logró que el Estado le gestionara una vivienda tras años de resistencia, su historia no es solo una victoria individual. Es también el espejo de una ciudad que expulsa a sus habitantes más antiguos, especialmente a las mujeres adultas mayores. Su caso, como el de muchas personas, encarna las consecuencias de la gentrificación, como el despojo y la persistencia de una lucha colectiva por el derecho a vivir dignamente

Antes de que la movilización de jóvenes contra la gentrificación se constituyera como una legítima denuncia por el acceso a la vivienda digna, otras luchas ya se gestaban en el corazón del Centro Histórico de la CDMX contra la voracidad de las inmobiliarias.

Mujeres, adultas mayores, en lucha contra la gentrificación

Rufina Galindo acudió a Jaime Rello, luchador social en favor de garantizar el derecho a la vivienda digna y a quien Rufina describe como una persona humilde y humana. A partir de su orientación se gestionó la Red de Desalojadas, una comunidad que alberga los casos de desalojo de más de cien integrantes, la mayoría de ellas mujeres adultas mayores.

“La mayoría son personas de la tercera edad y les da pena hablar. A mí no me da pena pero sí me dio mucha vergüenza que me sacaran después de tanto tiempo en mi predio y que mis vecinos vieran”, dice Galindo.

La pena, la vergüenza, y la mirada que amenaza con juicio, se ha convertido en una pesada carga que llevan las mujeres adultas mayores en pie de resistencia que, por su edad, son duramente criticadas. 

Resistir al despojo también deja huellas en el cuerpo. Las integrantes de la red, en su mayoría mujeres mayores de 70 años, enfrentan un estrés constante que ha derivado, o acelerado, enfermedades. La señora Rufina no ha sido la excepción. Actualmente se encuentra en recuperación tras una operación, una muestra más de cómo esta lucha también desgasta la salud

“A la marcha fue una compañerita a la que le hacen quimioterapias. En todo esto que hemos pasado, hay dos compañeras a las que les dio cáncer”, explica.

Entre lágrimas, al otro lado de la línea telefónica la señora Rubina Galindo, que lleva ocho años luchando en la red, hace un potente llamado, no sólo al acceso a la vivienda digna, sino a la vida en su pleno goce durante la vida adulta: 

“Somos personas de la tercera edad y quisiéramos estar resguardadas en la casa, pero no, mis compañeritas salen, porque si no, nada más no nos ven. Se tiene que luchar por el derecho a la vivienda. Tengo 71 años y he tratado de portarme bien, de vivir bien, de ayudar a mi comunidad, de estar bien con todo, de vivir una vida bien. Si el gobierno no nos puede ayudar cuando dicen que ‘primero los pobres’, ¿de quién podemos esperar algo?” (Rufina Galindo)

¿Cómo fue la lucha de resistencia de Rufina Galindo?

Rufina Galindo, uno de los rostros más representativos de la lucha contra el desplazamiento de poblaciones de escasos recursos, vivió por más de 70 años en el edificio Zapata 68, ubicado en la calle Emiliano Zapata en la colonia Centro de la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, y uno de los lugares históricos en los que la lucha contra la gentrificación se ha gestado desde hace años. 

El 13 de julio de 2016, Rufina Galindo fue notificada, sin una orden del juzgado, de que la iban a desalojar del predio en el que vivía desde 1957. “Desde ahí empezó ya mi lucha y aún así, el 5 de septiembre de 2016, me sacaron”, relata, señalando que tiempo después, y bajo la comprobación de la ilegalidad del desalojo, regresó a Zapata 68. 

Zapata 68 también tiene una larga historia de transformación social y ambiental, vinculada directamente con la gentrificación. Hoy en día el inmueble, que alberga diferentes comercios en su planta baja, se encuentra rodeado de bodegas, algunas de ellas arrendatarias a personas extranjeras de origen asiatico, una discusión que en recientes años ha despertado reclamos por parte de comerciantes mexicanos. 

En ese entonces, la señora Rosario Fenandez, dueña del predio, tenía 11 años de haber fallecido. Durante la jefatura de gobierno de la CDMX de Miguel Ángel Mancera, Rufina Galindo y sus familiares fueron abordados por una persona que afirmaba ser dueño del inmueble, sin embargo, nunca lograron comprobar su identidad. 

Tras el violento intento de desalojamiento, la señora Rufino Galinda identificó que los documentos presentados por esta persona habían sido modificados ilegalmente en el Estado de México. 

Otra estrategia de desplazamiento tomó lugar cuando habitantes del inmueble recibieron una notificación por parte del gobierno de Miguel Ánguel Mancera para formar parte del programa de vivienda del Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INVI) sin solicitarlo. 

Actualmente, la señora Rufina Galindo vive en la Unidad Habitacional San Camilito 13, cerca de la Plaza Garibaldi, en la colonia Guerrero. Esta vivienda que, contrario a lo que se cree, no es un “regalo” es un reflejo de su lucha social y resistencia que también implica un nuevo proceso de adaptación y socialización.

Sin embargo, la lucha sigue. En sus palabras: “sigo luchando por con ellas, a mí ya me dieron una vivienda, pero ese dolor, esa angustia continúa”.