El pasado 4 de julio, la Ciudad de México fue escenario de una masiva marcha contra la gentrificación. Lo que comenzó como un encuentro para compartir experiencias sobre el desplazamiento urbano   se convirtió en una protesta espontánea que evidenció  el creciente hartazgo de la población local ante un modelo de ciudad que privilegia el lucro inmobiliario sobre el derecho a habitar.

Aunque la marcha, que partió  en las colonias Roma y Condesa rumbo a la embajada de Estados Unidos, transcurrió en su mayoría pacífica, generó polémica debido a que un pequeño grupo de manifestantes rompió cristales de fachadas de comercios e hizo iconoclasia, lo cual fue calificado como violento y xenofobico por autoridades como la jefa de gobierno de Ciudad de México, Clara Brugada.

El malestar por la gentrificación no es aislado. Ese mismo fin de semana, también en la colonia Condesa, se viralizó el caso de una mujer argentina apodada “Lady Racista”, quien agredió verbal y físicamente a un policía de la CDMX. 

El episodio desató indignación en redes y llevó al Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) a iniciar una investigación. Para muchas personas, fue otra muestra de las tensiones cotidianas que se viven en una ciudad marcada por el racismo, el clasismo y el desplazamiento.

Para entender más las implicaciones de esta marcha y por qué es necesario abordar el problema desde  una mirada interseccional que no caiga en discursos xenófobos, entrevistamos a la abogada Carla Escoffié, especializada en derecho a la vivienda.

¿Qué es la gentrificación y por qué es un problema central?

Carla Escoffié define la gentrificación como el desplazamiento de poblaciones de escasos recursos o clase media por personas con mayor capacidad económica que llegan a barrios "considerados de 'mala fama', 'abandonados' o 'problemáticos'". 

Esta llegada impacta las dinámicas de consumo, los precios de la renta, el costo de vida y otros factores, generando una revalorización que eleva los precios y termina por desplazar a la población original, tanto simbólica como económicamente, situación que se agravó desde la pandemia, y ha evidenciado la falta de leyes y políticas que protejan a la población local. 

El problema, según Carla Escoffié, es un "modelo de ciudad y un modelo de desarrollo que beneficia el lucro inmobiliario sobre la planeación urbana". La distinción entre inmobiliarias y autoridades es a menudo difusa, ya que "el poder político está muy ligado al poder inmobiliario", con empresas inmobiliarias financiando campañas políticas y haciendo pactos. 

"Desgraciadamente llama más la atención la violencia de una marcha pero no así la violencia que a diario genera la gentrificación en Ciudad de México" (Carla Escoffié, abogada)

La ciudad se ha vuelto inhabitable para quienes no pueden pagar en dólares o a un costo equivalente. Las personas más afectadas son los sectores socioeconómicos más bajos, las personas históricamente discriminadas, mujeres jefas de hogar, trabajadoras informales, migrantes y personas empobrecidas y racializadas. 

“La gentrificación no solo afecta directamente a los más excluidos también genera una mala planeación urbana que termina repercutiendo en servicios, en inseguridad, en desplazamiento" (Carla Escoffié, abogada)

¿La protesta fue xenofóbica?

La abogada Carla Escoffié es clara: la discusión sobre la marcha antigentrificación y la gentrificación en sí misma debe separarse. Muchas personas están intentando validar o invalidar las denuncias sobre la gentrificación basándose en lo que sucedió durante la marcha, lo que es un enfoque equivocado.

Aunque se reportaron consignas y mensajes que podrían considerarse xenofóbicos, como "gringos go home" y "Expat = gentrificador", Escoffié afirma que calificar la marcha de xenofóbica es una "lectura muy equivocada". La indignación no es inherentemente xenofóbica, y la abogada destaca que no todas las personas que participaron en la marcha compartían el mismo discurso.

En realidad, el problema central es la desigualdad socioeconómica y de beneficio al mercado inmobiliario. Escoffié señala que la gentrificación no es un tema exclusivo de migración en sí mismo, sino un problema de desigualdad de clases y económica. 

Y no es cualquier extranjero el que gentrifica. La experta menciona que las y los estadounidenses que llegaron a la Ciudad de México a partir de 2020 lo hicieron precisamente porque "ya existían procesos de privatización y de despojo" en la ciudad. Además, no solo los extranjeros gentrifican; muchos actores mexicanos, tanto públicos como privados, también se benefician y la promueven.

Carla Escoffié señala que la relación entre México y Estados Unidos es compleja y marcada por políticas discriminatorias en el pasado y vestigios de rechazo y desconfianza hacia la gente de fuera. La tensión actual entre los dos países, que se manifiesta en temas como los aranceles y la figura de Trump, reaviva "muchos sentimientos y muchos conflictos sociopolíticos que históricamente han habido entre los dos países".

En el contexto de la gentrificación, además de la expulsión por la vivienda, se han manifestado "muchas formas de racismo y de discriminación por parte de algunos estadounidenses en contra de mexicanos en la ciudad de México". Ver estas dinámicas, que antes parecían lejanas y exclusivas de Estados Unidos, ahora tan cerca y en la vida cotidiana, ha "tocado distintas fibras" en la población.

Al respecto, Carla Escoffié señala que necesitamos un abordaje que entienda la gentrificación como un problema de "desigualdad socioeconómica y de beneficio al mercado inmobiliario", en el que influyen las relaciones geopolíticas de poder. No se trata de culpar a la migración en general, que es diversa y por múltiples motivos.