“Encerraban a las mujeres dentro de los talleres hasta que terminaran el encargo que les había llegado. Podían pasar 12 horas, 15 horas de trabajo y hasta que culminaran no les abrían la puerta”, esos fueron algunos de los testimonios que la asociación civil Equidad de Género: ciudadanía, trabajo y familia recopiló en su investigación “Justicia económica para las mujeres trabajadoras de la industria indumentaria en Puebla y Tlaxcala”.

Las mujeres en la industria textil o indumentaria enfrentan diversas situaciones como la explotación laboral, la doble carga de trabajo, la ausencia de medidas de sanidad y seguridad, salarios bajos, incluso algunas no reciben un salario, de acuerdo con los resultados del “Diagnóstico de las condiciones de trabajo para las mujeres en la industria indumentaria de Puebla y Tlaxcala”, que forma parte del proyecto anteriormente mencionado. 

Son diversas las carencias laborales y la violación de derechos humanos que enfrentan las mujeres que trabajan en la industria textil, por otro lado, este no es un problema nuevo, de acuerdo con Isabela Boaga Guglielmi, responsable de incidencia en Políticas Públicas de la asociación civil feminista Equidad de Género: ciudadanía, trabajo y familia.

Al ser un problema contundente, las investigadoras realizaron este proyecto no solo para visibilizar las vivencias y las situaciones que las mujeres enfrentan, sino que también tiene el objetivo de incidir “en política pública para promover, potenciar mejoras en las condiciones de trabajo de las mujeres en la industria indumentaria. No solamente las que están de manera formal, sino las informales y por cuenta propia que realmente son la mayoría de las mujeres que están en la industria indumentaria en Tlaxcala y en Puebla”, comenta Boaga Guglielmi  en entrevista con La Cadera de Eva.

Así es la realidad de las mujeres en la industria textil 

Una de las conclusiones que muestra la investigación más allá de los datos y porcentajes de desigualdad es que “parte de las ganancias de la industria indumentaria se sostiene en ese trabajo invisible, así como también se sostiene en la precarización de las trabajadoras, pues, no tienen los implementos mínimos para su seguridad laboral, ni siquiera tienen cubrebocas para no respirar la pelusa en los talleres, o cuando van a manipular químicos”, detalla Boaga Guglielmi.

La investigadora se refiere al trabajo invisible, al trabajo doméstico y de cuidado no monetizado. Por otro lado, el diagnóstico muestra la injusta distribución y la feminización de este trabajo porque aunque el 81.7% de las personas que laboran en la industria textil son mujeres, representan menos de la tercera parte de los cargos ejecutivos en la industria. Incluso, en las fábricas familiares, son los esposos o parejas, quienes llevan el tema financiero, según Boaga. 

¿Por qué hay una mayor demanda de las mujeres en esta industria? Una de las razones es que al ser responsables del cuidado de los hijos o hijas, los trabajos en las fábricas las ayudan a ajustar sus horarios o llevar a sus hijas a los talleres, “mientras están en el corte, en la costura, en la confección, pues también están cuidando a sus infancias”, señala Boaga Guglielmi

Otro de los problemas que enfrentan las mujeres en la industria es que algunas de ellas no reciben un pago por su trabajo. Menos del 80% de mujeres en la industria textil en las entidades federativas reciben un pago por su trabajo en el industria, es decir, muchas de ellas no son remuneradas por el trabajo que realizan, esto se debe a que muchas de las mujeres trabajan en talleres familiares o talleres pequeños que están liderado por hombres. 

El informe documenta que el 2.5% de mujeres en Puebla y 7.1% en Tlaxcala participan de la industria con un trabajo familiar sin pago, en comparación del 0.3% y 4.5% de hombres, respectivamente. En el caso de Tlaxcala, registraron 126 casos de mujeres que trabajan sin pago que no corresponde al espacio familiar.

“Sí llegó el momento en que yo me sentí un poco como incómoda porque él no pagaba. Se lo dije, pero lo platicamos y me dijo 'pero es que no hay necesidad de que yo te dé un pago cuando tú sabes perfectamente que todo lo que hay ahí o todo lo que llega es para un bien común. En el sentido de que, si quieres ropas, zapatos, gastos de la casa, pues es para todos'. Y digo no bueno, pues sí tienes razón”, Mayra un testimonio que recogen en el documento. 

Una desigualdad en el trabajo 

En cuanto a la seguridad social y las prestaciones, la investigación visibiliza las diferencias entre mujeres y hombres, más allá de la remuneración monetaria, por ejemplo; la mayoría de los hombres están sindicalizados, con contrato, aguinaldo, vacaciones, reparto de utilidades, acceso tanto a créditos de vivienda y ahorro para el retiro y como a atención médica, en comparación con las mujeres. 

La investigadora hace un paréntesis en estos datos, porque aunque las mujeres enfrentan la mayor desigualdad, no quiere decir que los hombres no están viviendo explotación laboral y/o vulnerabilidad en sus derechos humanos. 

Tan solo el 18.8% de las mujeres tienen contrato por escrito y 29.4% tiene atención médica en comparación al 38.3% y al 54.4% de hombres que cuentan con esas prestaciones respectivamente. 

Por otro lado, la carga de cuidados también se refleja en las prestaciones, porque son las mujeres con mayor acceso a guarderías, tiempo para cuidados y seguro de vida. El 3.2% de las mujeres tienen acceso a guarderías en comparación con los hombres con un 0.3%. 

En este sentido, señalan que uno de los factores que hace que las mujeres tengan esta doble carga de trabajo, es que, principalmente en Tlaxcala, la industria textil fue trasladada a los talleres en las casas. Esto posibilita que las mujeres laboren más de ocho horas al día para cumplir con los plazos de los encargos. 

Además de que son las trabajadoras las que asumen diversos costos de la producción, como la compra y mantenimiento de la maquinaria, el pago de los recibos de electricidad, entre otros insumos que debería proporcionar o pagar el empleador. 

“Nosotras pudimos entrevistar a varias mujeres que habían construido sus talleres en sus hogares o que se habían incorporado a talleres familiares. Y mientras estaban en la maquila, pues, al mismo tiempo estaban cocinando, al mismo tiempo estaban limpiando”, comenta Isabela. 

Finalmente, en el diagnóstico recalcan que es crucial reconocer que las dinámicas de producción “no serían posibles sin el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que realizan las mujeres, pues es éste el que amortigua las condiciones de precarización y posibilita un nivel de bienestar para otras personas a costa de la autonomía de las trabajadoras”. 

Como puedes leer es un diagnóstico que contempla muchos ejes de las condiciones en las que laboran las mujeres del estado de Puebla y Tlaxcala, por eso desde la organización feminista realizaron videos, fanzines y contenido en redes sociales para seguir visibilizando esta información para poder generar políticas publicas con perspectiva de género a favor de los derechos humanos de las mujeres que trabajan en este sector.