¿Sabías qué detrás de la ropa que compras en Bershka, Zara o Forever 21, hay una cadena de trabajo en la que también participan miles de niñas, niños y adolescentes?

Varias organizaciones de la sociedad civil y activistas de México, han puesto énfasis en la atención y prevención del trabajo infantil, pues según datos del del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hay 3.7 millones de niños y niñas están en esta condición. 

Si bien, muchos de ellos trabajan en negocios familiares o en el comercio informal, muchos más lo hacen en fábricas textiles, donde se enfrentan a condiciones deplorables y explotación infantil. No es un secreto que cada vez hay más tiendas en línea con prendas de ropa a muy bajo costo, pues la calidad de los materiales es muy baja y mantienen la producción con mano de obra barata, lo que se le conoce como fast fashion.

Este fenómeno se da en todo el mundo, pero países como Bangladesh, India, Indonesia y China tienen los mayores índices de producción de moda rápida, pues en estos lugares están instaladas las fábricas más grandes de la industria textil. La moda rápida tuvo un incremento en la década de los 2010, pues el auge de las redes sociales y tiendas en línea marcó la pauta para definir qué está de moda y qué no.

De acuerdo con la Revista del Consumidor, publicada por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en México hay más de 30 marcas que venden ropa de baja calidad y cada seis semanas cambian las prendas, entre las que destacan: 

Bershka, Bestseller, C&A, Charlotte Russe, Cotton On, Esprit, Fashion Nova, FIVE FOXes, Forever 21, Gap Inc., Giordano, Guess?, H&M, Mango, Massimo Dutti, Metersbonwe, Nasty Gal, New Look, Next, Oysho, PrettyLittleThing, Pull & Bear, Renner, River Island, Romwe, S. Oliver, Shasa, Shein, Stradivarius, Topshop, United Colors of Benetton, Uniqlo, Uterqüe, Urban Outfitters, Victoria's Secret, Zaful y Zara.

Estas marcas, además de explotar a millones de personas, también desechan la ropa en vertederos de países con índices de pobreza altos, lo que causa contaminación del suelo y aire. Por otro lado, que los materiales sean de baja calidad, no los excluye de utilizar varios litros de agua por cada prenda confeccionada.

Trabajo infantil en la moda rápida

El consumo de la moda rápida va en aumento, a eso se le suma la pobreza y la falta de oportunidades que muchas familias mexicanas atraviesan, hacen que menores de edad tengan que trabajar para sobrevivir. Uno de los empleos más comunes para niños, niñas y adolescentes son las fábricas textiles, pues no hay supervisión por parte de autoridades, lo que conlleva a malas prácticas laborales.

Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, explicó a La Cadera de Eva que en los últimos 15 años, incrementó lo que se conoce como la fast fashion o moda rápida, la cual está sustentada en una hiperproducción textil y se debe a la mano de obra precaria que se caracteriza por tener salarios bajos y derechos labores nulos, y por supuesto, al trabajo infantil

“Lo que hacen ahora las empresas de China, Estados Unidos y México es subcontratar a través de maquilas familiares o pequeños talleres y es ahí donde se está dando el trabajo infantil; lo vemos en el tema de la mezclilla y otras prendas. (...) Es importante decir que el trabajo no es el problema, es la necesidad que tienen ellos y ellas de sobrevivir y que recurren a estas actividades”, explicó.

Ante este panorama, la organización Tejiendo Redes Infancia destacó las causas de esto, pues se estima que hay 51 mil menores de edad que laboran en la industria textil y de calzado en México, de acuerdo con el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN).

Durante la transmisión del análisis de “Fast Fashion: la nueva moda de la explotación laboral infantil”, el experto, acompañado de Dante Molina (integrante de Nuestra Voz Cuenta) y Virginia Murillo (Defensa de Niñas y Niños Internacional- Costa Rica) destacaron la importancia de no consumir prendas de marcas fast fashion

Fast fashion
Fast fashion

Dante Molina explicó que la explotación laboral infantil se puede dividir en dos partes: una es la vulneración de derechos humanos de infancia y de la adolescencia, pues el sistema no entiende cuáles son las razones por las que un niño o adolescente entra al mundo laboral. 

“Ellos no quieren estar en una situación de explotación laboral, muchas veces es por su condición cultural o socioeconómica, lo que obliga a las infancias y adolescencias a entrar a trabajar”, explicó. 

Mientras que la otra parte es el contexto de esta vulneración, pues las empresas y modelos económicos sí conocen los derechos humanos de sus trabajadores, pero para asegurar esto, ellos “se lo tienen que ganar” o “ser merecedores de sus propios derechos”.

“El derecho a la educación, al esparcimiento, a una vida digna, a seguridad, están vulnerados en el trabajo infantil, pasan desapercibidos cuando están en condiciones económicas precarias. El sistema permite las condiciones para que la vulneración de sus derechos se lleve a cabo”, destacó.

Asimismo, aseguró que las tendencias o modas van ligadas con un fuerte consumo, ya que las personas compran estas prendas de bajo costo porque pueden tener acceso a las mismas de acuerdo a sus propias necesidades. Lo que a su vez genera un círculo de sobreproducción; destacó que el periodo de la pandemia de Covid-19 fue un parteaguas para las condiciones laborales precarias.

Por otra parte, Virginia explicó que los consumidores solo reciben el producto final, por lo que no se dan cuenta de la cadena de valor de sus productos. Lo ejemplificó con una prenda de vestir que cuesta menos de un euro, un precio sorprendente si se toma en cuenta por cuántas personas pasó para llegar hasta las puertas de sus casas: “A alguno de esos trabajadores no le pagaron (...) No es ropa barata, es ropa que existe porque explotan a alguien”, lamentó.

Soluciones para no consumir fast fashion

Juan Martín enlistó una serie de acciones para evitar comprar prendas de moda rápida, entre las que incluye algunas recomendaciones de grupos feministas o jóvenes que se resisten a este consumo desmedido.

  • Priorizar la calidad sobre la cantidad.

  • Adoptar estilos atemporales.

  • Aprender e investigar sobre la industria de la moda.

  • Reparar y modificar las prendas que ya compramos. 

  • Rentar prendas para ocasiones especiales, que normalmente usamos solo una vez.

  • Eliminar ideas clasistas que conllevan a consumir mucha ropa

  • Priorizar la durabilidad de los productos sobre la velocidad de producción y consumo.

  • Intercambiar y donar prendas que ya no nos quedan.

  • Comprar ropa de segunda mano para alargar su vida útil.

  • Reciclar y reducir el consumo de ropa

  • Concientizar y exigir que las marcas de moda rápida cierren sus puertas.