La risa de las y los niños debería ser un eco de alegría sin preocupaciones, no un susurro apagado por el peso de las responsabilidades adultas. Sin embargo, en muchas partes del planeta, las y los pequeños son empujados a una dura realidad donde el brillo de la infancia se opaca por la sombra del trabajo infantil.

En el mundo, hay 218 millones de niñas y niños de entre cinco y 17 años ocupados en la producción económica, según la Organización Internacional del Trabajo. De ellos, casi la mitad —152 millones— son víctimas de trabajo infantil y 73 millones se encuentran, además, en labores de alto riesgo. Por otra parte, en 2022, el Inegi registró en México 3.7 millones de niñas y niños involucrados en el trabajo infantil.

La pobreza extrema, la falta de acceso a la educación, la cultura y la vulnerabilidad social son algunas de las causas subyacentes que conducen a esta situación. En muchas familias de bajos recursos, la necesidad imperiosa de generar ingresos adicionales obliga a los menores a integrarse al mercado laboral desde edades tempranas, comprometiendo su desarrollo y educación. Una educación que, además, en ciertas regiones rurales y marginadas, se ve afectada por escuelas mal equipadas y subfinanciadas que desalientan a las familias a invertir tiempo en la educación de sus hijos.

En nuestro país, las y los menores de 12 a 15 años son los más explotados, con 34.3%, y le siguen los de 7 a 11 años, con 29.3%. Muchos de ellos realizan labores no permitidas y en su mayoría las llevan a cabo en la calle; otros más hacen quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, y en menor cantidad, los hay que combinan las labores no permitida y los quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas.

Los efectos nocivos de este tipo de actividades pueden ser el desarrollo de enfermedades y dolencias crónicas, desnutrición, problemas en sus relaciones sociales y el deterioro en la salud física y mental. (María Elena Esparza Guevara)

Dadas la falta de legislación eficaz y la débil implementación de leyes laborales que impiden que esta práctica continúe, existen organismos como Save the Children que, encabezado por Marilina Menéndez, desarrolló el Atlas de Trabajo Infantil, para detectar las situaciones y condiciones que colocan a niñas, niños y adolescentes en riesgo de hacer actividades laborales y con ello buscar soluciones a la problemática.

Es fundamental que en el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, que se conmemora este 12 de junio, hagamos conciencia de la importancia de cuidar a nuestras infancias y trabajemos unidos, sociedad y gobierno, en impedir que se siga perpetuando el ciclo de pobreza que conlleva al trabajo infantil.