Palestina existe y resiste antes el Estado de Israel, aún después de 75 años de conflicto que, desde 1948, mantiene a su población en el despojo de sus hogares, servicios, comida y sus vidas. En los últimos años la intensidad de los ataques israelíes contra Palestina se han intensificado, lo que hizo que en enero de 2024 La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenara a Israel “tomar todas las medidas posibles para prevenir un genocidio en Gaza”.
El conflicto en Palestina ha generado una pérdida incalculable de vidas humanas. Detrás de cada muerte se encuentra un ser humano con una historia, sueños y esperanzas truncadas. Esta situación afecta profundamente a las comunidades, generando un ciclo de dolor, sufrimiento y trauma que perdura por generaciones.
En medio de la violencia y el conflicto, resuenan las voces de quienes, a través de la escritura, han guardado la memoria de las comunidades palestinas. Hoy hacemos eco de la voz de tres mujeres que mantienen vivas sus memoria a través de la poesía.
Fadwa Tuqan
Fadwa Tuqan fue una destacada poetisa palestina nacida en 1917 en Nablus, Palestina. Es reconocida por sus poesías que reflejan el sufrimiento, la resistencia y la identidad palestina en medio del conflicto con Israel. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y ha dejado un legado duradero en la literatura contemporánea.
Mi ciudad está triste
El día en que conocimos la muerte y la traición,
se hizo atrás la marea,
las ventanas del cielo se cerraron,
y la ciudad contuvo sus alientos.
El día del repliegue de las olas; el día
en que la pasión abominable se destapara el rostro,
se redujo a cenizas la esperanza,
y mi triste ciudad se asfixió
al tragarse la pena.
Sin ecos y sin rastros,
los niños, las canciones, se perdieron.
Desnuda, con los pies ensangrentados,
la tristeza se arrastra en mi ciudad;
el silencio domina mi ciudad,
un silencio plantado como monte,
oscuro como noche;
un terrible silencio, que transporta
el peso de la muerte y la derrota.
¡Ay, mi triste ciudad enmudecida!
¿Pueden así quemarse los frutos y las mieses,
en tiempo de cosecha?
¡Doloroso final del recorrido!
Suheir Hammad
Suheir Hammad es una poeta y activista nacida en una familia palestina refugiada en 1973, en Ammán, Jordania. Es conocida por su poesía que aborda temas como la identidad y la justicia social, la cual ha sido aclamada tanto por su contenido político como por su calidad literaria.
Lo que haré
No bailaré al ritmo de su tambor de guerra.
No prestaré mi alma y mis huesos a su tambor de guerra.
No bailaré a su ritmo.
Conozco ese ritmo, es un ritmo sin vida.
Conozco muy bien esa piel que usted golpea.
Estuvo viva aún después de cazada, robada, expandida.
No bailaré al ritmo de su tambor de guerra.
Yo no voy a estallar por usted.
Yo no voy a odiar por usted,
ni siquiera voy a odiarlo a usted.
No voy a matar por usted.
Especialmente, no moriré por usted.
No voy a llorar la muerte con asesinato ni suicidio.
No me pondré de su lado ni bailaré con bombas porque todos los demás están bailando. Todos pueden estar equivocados.
La vida es un derecho, no un daño colateral o casual.
No olvidaré de dónde vengo.
Yo tocaré mi propio tambor.
Reuniré a mis amados cercanos y nuestro canto será danza.
Nuestro zumbido será el ritmo.
No seré engañada.
No prestaré mi nombre ni mi ritmo a su sonido.
Yo bailaré y resistiré y bailaré y persistiré y bailaré.
Este latido de mi corazón suena más alto que la muerte.
Su tambor de guerra no sonará más alto que mi aliento.
Nidaa Khoury
Nidaa Khoury es una poeta nacida en 1959 en Galilea, Palestina. Es conocida por su poesía que aborda temas como la identidad, el exilio, la resistencia y la lucha por la libertad. Además de su labor como poeta, Khoury también es activista y defensora de los derechos humanos, participando en eventos culturales y políticos tanto en Palestina como en el extranjero.
Muerte es ondulación
La muerte viene a mí
Me saluda con besos
Nunca suficientes
Me besa hasta la muerte
Planta mil besos en mi cuerpo
En mi cintura y mi pecho
En mi espalda planta sus semillas
Mi enajenada amante
Con ella, bebo la calle de besos
A escondidas de las miradas de la gente
Atrás de las bombas de gas lacrimógeno
La muerte arriba a puerto de nuevo coqueteando entre olas
La muerte es el cereal que yo muelo
En mi tormento
Y me encamino al horno de la revolución
Y a los arcos de la prisión