Regina Martínez, periodista y corresponsal en Veracruz para Proceso y La Jornada, fue asesinada en su domicilio el 28 de abril de 2012, y su crimen sigue impune. Su caso marcó fuertemente al gremio periodístico y evidencia el nivel de injusticia en México donde los datos muestran que no hay consecuencias por agredir a las y los periodistas.
De acuerdo con Reporteros sin Fronteras (RSF), México es el país sin guerra declarada más peligroso para ser periodista: desde 2006 han sido asesinadas 177 personas periodistas. Además, la organización Propuesta Cívica señala que el 95% de los crímenes contra periodistas quedan impunes.
Morir por denunciar
Contrario a la creencia más común, las agresiones a periodistas no solo son cometidas por el crimen organizado, sino que son principalmente servidores públicos quienes ejercen contra ellos intimidación, amenazas y censura.
Las últimas notas periodísticas de Regina Martínez hicieron referencia en su mayoría a las condiciones de inseguridad de Veracruz, la corrupción y el actuar de grupos criminales. De hecho, en 2021 el grupo de periodistas de Forbidden Stories descubrió que ella tenía pensado revelar información crucial sobre las personas desaparecidas en el estado antes de ser asesinada.
Sin embargo, la investigación de la Fiscalía de Veracruz, que condujo al arresto y condena José Antonio Hernández Silvia, apodado El Silva, lleva varios años interrumpida y se ha visto marcada por innumerables irregularidades; para empezar, ha pasado por alto la pista que relaciona el asesinato con la labor periodística que ejercía Regina Martínez.
En 2021 Free Press Unlimited (FPU), el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y RSF publicaron un informe que reveló que el principal sospechoso por el asesinato fue condenado sobre la base de una confesión obtenida bajo tortura.
En su momento, el entonces Procurador de Justicia del Estado de Veracruz, Amadeo Flores, señaló que el móvil del asesinato fue un robo, aunque también filtró información de que se trataba de un “crimen pasional”, término que se ha utilizado en México para para disfrazar delitos derivados de violencias como el machismo, la homofobia o la transfobia, como ocurrió recientemente con el homicidio de le magistrade Jesús Ociel Baena Saucedo.
30 años de experiencia periodística
Durante 30 años, Regina Martínez destacó por su agudo olfato periodístico y su determinación. Iba a los lugares donde sucedían las balaceras para documentar la magnitud de las masacres que ocurrieron durante la administración de Fidel Herrera y Javier Duarte de Ochoa, los dos gobernadores sucesivos de Veracruz del 2004 al 2016.
Ambos gobernadores se convirtieron en figuras centrales de sus investigaciones, pues durante sus gestiones Veracruz se convirtió en el lugar más peligroso del mundo para ejercer el periodismo; se estima que de 2006 a la fecha 33 personas periodistas han sido asesinados en la entidad.
De acuerdo con Forbidden Stories, los artículos de Regina la convirtieron en un elemento molesto para el poder, pues en 2010, su nombre apareció en una lista, presuntamente elaborada por el despacho del gobernador Javier Duarte, que señalaba a personas periodistas que debían ser vigiladas y espiadas.
Historias que sobreviven
Asesinar o desaparecer periodistas cuya labor arrojaba luz sobre irregularidades, denunciaba abusos de poder o documentaba violaciones graves a los derechos humanos ha hecho que existan zonas de silencio: lugares en donde ya nadie se atreve a informar sobre lo que ahí sucede.
Para rescatar las historias que estaban investigando las y los periodistas antes de ser asesinados, Propuesta Cívica lanzó la campaña #HistoriasQueSobreviven que busca luchar contra la estigmatización, desacreditación e incluso criminalización de la que son víctima las y los periodistas.