Del 10 al 21 de noviembre se llevará a cabo la edición número 30 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) en Belém do Pará, Brasil, un evento crucial en el que líderes mundiales, científicas, activistas y representantes de comunidades indígenas debatirán sobre las estrategias urgentes para mitigar los efectos del calentamiento global.
Esta edición es particularmente significativa, pues se lleva a cabo en territorio de la Amazonía, una de las regiones clave para la vida del planeta, considerada como un pulmón de la humanidad, y que ha sido duramente devastada por la deforestación y el extractivismo.

En este contexto, la discusión ambiental no puede separarse de la justicia social ni de la igualdad de género. La degradación ambiental y el cambio climático profundizan las desigualdades existentes, afectando con mayor fuerza a quienes históricamente han sido marginadas de la toma de decisiones de sus propios territorios, especialmente las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes.
En este panorama, las mujeres enfrentan mayor vulnerabilidad, pues la crisis climática no es neutra, impacta de manera diferenciada a las mujeres, como se demostró en el informe presentado por la iniciativa Spotlight de la ONU, que relacionó el incremento de feminicidios con las olas de calor.
¿Qué es la COP30?
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) es una conferencia anual en donde se reúnen representantes de cerca de 200 países, conocidos como Partes, para tratar de llegar a consensos sobre la acción climática global y continuar con los compromisos adoptados en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Los países participantes buscarán avanzar en temas cruciales como el financiamiento, la adaptación, la transición energética y la protección de los ecosistemas.
¿Por qué la COP30 es importante?
Esta edición es notable por ser también el décimo aniversario del Acuerdo de París, un tratado internacional de 2015 que busca mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2°C centígrados. La meta es limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C.
En este acuerdo se establece que cada país debe determinar sus propias metas para contribuir en el decremento de la crisis climática en periodos de cinco años, conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC).
¿Cuál es la participación de México y Latinoamérica?
El pasado 4 de noviembre, México aprobó la tercera edición de su NDC 3.0, que será presentada durante la COP30 en próximos días, en la que se establecen las metas de acción climática de México hacia el año 2035, categorizadas en cinco sectores: mitigación, adaptación, pérdidas y daños, medios de implementación y condiciones habilitantes y política climática transversal.
Además, la NDC 3.0 incorpora una nueva meta de reducción de gases de efecto invernadero. Se espera que para mediados de siglo, las emisiones reduzcan entre 332 y 363 millones de toneladas de dióxido de carbono, de acuerdo con los acuerdos internacionales, y de 364 a 404 bajo esfuerzos propios del país.
En ese sentido, la participación y el contexto de Latinoamérica son fundamentales, pues es considerada una de las regiones más vulnerables del mundo a los efectos del cambio climático.
En 2024, Latinoamérica y el Caribe generaron el 65% de su electricidad a partir de una cifra muy superior al promedio mundial del 41%, según cifras del estudio, América Latina y el Caribe; Energía limpia que sustituye a los combustibles fósiles con altas emisiones, sin embargo, países como Brasil, Argentina y Colombia todavía dependen económicamente de exportaciones de combustibles fósiles.
De acuerdo con el mismo estudio, el caso de México es particularmente alarmante, pues tan sólo el 25% de la electricidad del país se generó a partir de fuentes bajas en carbono, por debajo del promedio mundial del 41%.
¿Cuál es la postura de los pueblos indígenas?
Como cada año, la presencia de los pueblos indígenas en las discusiones alrededor de la crisis climática es parte fundamental de la conversación. En esta ocasión, más de dos mil quinientos representantes indígenas exigen ser parte integral de las negociaciones y de la toma de decisiones, y no meros “consultores puntuales”, especialmente en aquellas decisiones que afectan directamente a sus territorios y comunidades.

Bajo el lema, “Respeto, voz y voto”, líderes indígenas anunciaron que esta sería la “COP30 de las calles”, para enfatizar que “No se puede hablar de soluciones sin partir del respeto a la diversidad indígena y al reconocimiento de nuestros territorios, sobre todo donde hay pueblos aislados”, como expresó el líder indígena y cacique Megaron Txucarramãe en una rueda de prensa previa a la COP30.
¿Cuáles han sido las críticas ?
La COP30 también llega con profundas contradicciones. La construcción de la infraestructura para recibir la cumbre en plena Amazonía, entre ellas una nueva autopista de cuatro carriles llamada Avenida Liberdade, proyectada para aliviar el tráfico y facilitar el acceso a más de 50 mil visitantes, ha desatado críticas, y es que la carretera atraviesa una zona protegida, lo que implicó el uso de excavadoras y maquinaria pesada para abrir paso sobre humedales.
De acuerdo con reportes de la BBC, habitantes locales denunciaron que sus voces fueron nuevamente ignoradas y que las decisiones priorizaron los intereses empresariales y gubernamentales. Muchas familias perdieron árboles de açaí , la base de su economía local y fuente principal de ingresos, que fueron talados sin compensación alguna.

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