Imagina una ciudad construida sobre un lago que, durante siglos, luchó por drenar el agua para evitar inundaciones. Hoy, a pesar de recibir lluvias históricas, se hunde y enfrenta una severa escasez hídrica. Esta es la paradoja hídrica de la Ciudad de México, un reflejo de la compleja crisis que atraviesa todo el país.

México está cada vez más expuesto a lo que el doctor Alejandro Jaramillo Moreno, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, describe como “latigazos hidroclimáticos”: cambios extremos y repentinos entre sequías intensas y lluvias torrenciales, o viceversa.

En el marco de la Semana Mundial del Agua, La Cadera de Eva conversó con el doctor Jaramillo Moreno, quien nos ofrece una visión crucial sobre los desafíos que enfrenta el país y las acciones urgentes para un futuro sostenible.

¿Cuál es la situación más preocupante en México: sequías prolongadas o inundaciones extremas?

Ambas condiciones, tanto las sequías como las lluvias intensas, generan problemas específicos para la sociedad. Las sequías provocan deficiencias en el recurso hídrico, fundamental para la agricultura y el uso doméstico. Por otro lado, el exceso de lluvias provoca inundaciones y deslaves, que también representan grandes peligros.

La realidad nacional se refleja en el informe más reciente del Monitor de Sequía de México de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), fechado el 15 de agosto de 2025. Este reporte indica que solo nueve de los 32 estados del país están libres de una crisis hídrica, mientras que el resto enfrenta distintos niveles de afectación.

Casi tres cuartas partes del país siguen enfrentando problemas de disponibilidad de agua, con zonas que van desde lo “anormalmente seco” hasta sequía excepcional. A pesar de las lluvias registradas por ondas tropicales y sistemas de baja presión, gran parte del territorio continúa padeciendo escasez de agua.

Los estados que reportan el 100% de su territorio libre de sequía son Aguascalientes, Colima, Ciudad de México, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Querétaro, San Luis Potosí y Tlaxcala. En contraste, Sonora, Baja California, Chihuahua y Coahuila enfrentan las condiciones más críticas, con elevadas proporciones de sequía, que van de moderada a excepcional.

Sonora es el caso más grave, con un 87.5% de sus municipios afectados, seguido por Baja California y Tabasco. Aunque las lluvias recientes han reducido las áreas de sequía extrema, aún 180 municipios del país mantienen condiciones de sequía moderada a excepcional (D1-D4), y otros 445 presentan condiciones anormalmente secas (D0).

En total, el 13.9% del país presenta algún grado de sequía, y se advierte que los déficits de lluvia persisten, especialmente en el norte, noroeste y occidente de México, donde se concentran las afectaciones más severas.

¿Qué papel juega el cambio climático en la intensidad y frecuencia de estos fenómenos?

El doctor Jaramillo explica que las inundaciones y sequías son fenómenos naturales que siempre han existido. Sin embargo, el cambio climático está exacerbando su intensidad y frecuencia. Al aumentar las temperaturas del planeta, la atmósfera puede retener mayor vapor de agua, lo que intensifica el ciclo hidrológico. Esto significa que los fenómenos extremos, como sequías y lluvias intensas, ocurren con mayor frecuencia en todo el mundo, no solo en México.

El investigador describe esto como "latigazos hidroclimáticos": cambios extremos y repentinos entre sequías intensas y lluvias torrenciales… o al revés. Un planeta más caliente intensifica el ciclo del agua, lo que se traduce en más evaporación, lluvias más intensas y sequías más severas y rápidas.

Este vaivén se vuelve “más brusco, más impredecible y más peligroso”. Fenómenos como El Niño o la Oscilación Madden-Julian también influyen, haciendo que los latigazos sean más intensos, largos o frecuentes en muchas regiones tropicales.

El doctor Jaramillo advierte: "No estamos preparados". Nuestra infraestructura hídrica, sistemas de drenaje y planificación urbana están diseñados para un clima del pasado, más estable y predecible.

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Foto: Cuartoscuro

¿Quiénes son los más vulnerables frente a esta crisis hídrica?

El doctor Jaramillo enfatiza que los impactos del cambio climático afectan mayormente a la población más vulnerable, aquella que vive en condiciones de pobreza y carece de acceso a recursos económicos, salud o educación. 

Estas comunidades están más expuestas a los fenómenos intensos y, por lo tanto, en mayor riesgo. La vulnerabilidad socioeconómica puede hacer que los impactos de un mismo fenómeno extremo sean mucho mayores en una región con población más expuesta.

Además de los factores climáticos, la extracción intensiva de agua por parte de empresas también agrava la crisis. En regiones como Yucatán, las comunidades han protestado contra compañías como Heineken por la extracción de agua de sus territorios.

El doctor Jaramillo explica que los recursos hídricos no son infinitos; si se extrae más agua de la que se recarga naturalmente, ese recurso se agotará, perjudicando a la población que depende de él. Esto exige un mayor control sobre el consumo y la extracción, así como un equilibrio entre la demanda y la capacidad de recarga natural.

¿Cómo enfrenta la Ciudad de México la "paradoja del agua": sequías y lluvias intensas?

La Ciudad de México es un ejemplo claro de esta paradoja hídrica. En este artículo Frida del Mar López Badillo y Alejandro Trujillo Gutiérrez, señalan que la ciudad fue fundada sobre un lago, y durante siglos se hicieron esfuerzos para evitar inundaciones.

Un hito fue la inauguración del Gran Canal del Desagüe el 17 de marzo de 1900, una obra monumental que drenó el lago de Texcoco y expulsó el exceso de agua fuera del Valle de México. Sin embargo, la urbanización y la sobreexplotación de manantiales llevaron a la extinción de los cuerpos de agua que rodeaban la ciudad.

Ante la escasez, en la década de 1980 se desarrolló el sistema Cutzamala para aprovechar recursos hídricos de Michoacán y el Estado de México. Actualmente, ambas fuentes (Cutzamala y agua del subsuelo) se están agotando. Al 30 de junio de 2025, el nivel de almacenamiento de agua en las presas del sistema Cutzamala es del 52.86%, cerca de la mitad de su capacidad total.

La paradoja se acentúa cuando, a pesar de la escasez en el Cutzamala, el volumen acumulado de agua que cayó en el suelo de la Ciudad de México durante junio fue de 337 millones de metros cúbicos, rompiendo récords históricos desde 1968.

Esta cantidad es equivalente a la mitad del volumen de almacenamiento total de las tres presas del sistema Cutzamala. De hecho, se estima que en 2024, la cantidad de lluvia caída sobre la Ciudad de México fue de 843 millones de metros cúbicos, más que el total del sistema de presas.

El doctor Jaramillo explica que la Ciudad de México se abastece en más del 70% de agua subterránea, extraída permanentemente del subsuelo a través de pozos profundos. El problema es que esta agua no se recupera a la misma velocidad a la que se extrae, lo que provoca la subsidencia o hundimiento de la ciudad.

Cuando llueve intensamente, el suelo está casi impermeable debido al pavimento y cemento, impidiendo que el agua regrese al subsuelo y obligándola a escurrir por la superficie para ser drenada fuera de la ciudad, sin recargar el acuífero.

Es fundamental buscar formas de generar una recarga natural y adecuada a ese acuífero, lo que incluye tratar el agua de lluvia para evitar contaminar el recurso subterráneo.

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Foto: Cuartoscuro

¿Cuáles son los pendientes clave para enfrentar la crisis hídrica en México?

El doctor Jaramillo destaca varias acciones urgentes para enfrentar esta crisis, que involucran tanto a ciudadanos como a gobiernos:

Conciencia ciudadana y uso consciente del agua: es fundamental hacer un uso más consciente del agua y no desperdiciarla. En las ciudades, muchas veces se da por sentado que este recurso es ilimitado, olvidando el costo y la infraestructura necesaria para obtenerlo.

Tratamiento de aguas usadas: a nivel de gobiernos y entidades, es importante que el agua consumida reciba un tratamiento adecuado antes de ser devuelta a la naturaleza. 

Actualmente, existen "grandes deudas ecológicas", como las aguas contaminadas de la Ciudad de México que terminan en Hidalgo, generando otros problemas. Los procesos de potabilización y el tratamiento de aguas usadas son cruciales.

Planeación integral: los gobiernos y entidades deben realizar una planeación que considere los efectos del cambio climático, como el aumento de fenómenos extremos

Esta planificación debe ser más integral, pensando en los cambios climáticos y los posibles escenarios sobre el recurso hídrico, su disponibilidad y los riesgos para la población.

Soluciones flexibles e integradas: es necesario adoptar una nueva forma de gestionar el agua que no trate las sequías e inundaciones como problemas separados. Se deben evitar soluciones que resuelvan un problema pero agraven el otro, buscando estrategias flexibles e integradas.

El desafío es inmenso, pero la colaboración entre ciudadanos, autoridades y el desarrollo de estrategias innovadoras son esenciales para garantizar la disponibilidad de agua en un clima cambiante.