La Virgen de Guadalupe es un símbolo de identidad nacional y cultural. Como cada 12 de diciembre, los grupos de peregrinos llegan desde pueblos lejanos y no tan lejanos, a veces con pocos recursos, pero con inmensa fe, para mostrar respeto y devoción a quien les cuida, protege y concede tranquilidad ante la incertidumbre familiar y social.

La veneración es tan inmensa, que a veces resulta disruptivo observar cómo es que la figura religiosa más querida en México es la de una mujer, a pesar de ser un país feminicida en el que la violencia de género tiene cifras extremadamente alarmantes. 

La iconografía y el retrato de la Virgen de Guadalupe data del siglo XVIII, y ha estado representada desde los ojos de los hombres, como el grabado en cobre “Juan Diego y la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac” de Marco Antonio Pacheco.

Pero qué sucede con las obras de las mujeres, ¿qué quieren decir? 

La Guadalupana y la reapropiación gráfica contemporánea

“A mi madre la respetas”. Más allá de la mitificación de la figura de la madre y de la idealización de la maternidad en la cultura mexicana, hay algo de lo que tenemos que hablar, y es la relación de las mujeres con la imagen de la Virgen de Guadalupe, la reapropiación, resignificación y reinterpretación que transita de la madre todopoderosa, abnegada, fuerte y compasiva a la mujer vulnerable, sensible, enojada y transgresora, que acompaña, acuerpa y forma comunidad.

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Distintas mujeres artistas han resignificado la imagen de la Virgen de Guadalupe: las intervenciones van desde el bordado hasta la gráfica, y es muy común ver alteraciones, carteles y consignas de esta figura religiosa  en marchas feministas, aunque la reinterpretación va más allá de la lucha feminista. Se trata de un símbolo para las mujeres, pero sobre todo para las mujeres racializadas y al orden religioso impuesto durante la época de la colonia.

Algunas intervenciones retoman su silueta y emulan la forma de una vulva para hablar sobre los derechos reproductivos de las mujeres, otras recuerdan a las víctimas de feminicidio, aludiendo al dolor de una madre que ha perdido a su hijo, y otras hacen exhibiciones en las que cuestionan la creencia de la maternidad en México. 

Joselim Hernandez, artista periférica y habitante del municipio de Nezahualcóyotl en el Estado de México, relata que ella se aproxima al arte desde la crítica colonial a la religión católica. “Pienso en todos las artistas que hay en la periferia y que utilizan la imagen de la Virgen de Guadalupe para que cuide a las morras del barrio, porque el barrio es pesado para las morras, porque en el barrio se da en feminicidios”, explicó la artista, sobre las intervenciones hechas por mujeres artistas. 

A través del bordado, cuestiona los paradigmas católicos y el orden mundial de violencia. “Lo que estoy haciendo con mi bordado y como una persona que está en una lucha antipatriarcal, antiracista y anti colonial, es (una intervención a la imagen de la Virgen de Guadalupe) con figuras alusivas a Palestina. Estoy tratando de bordarlas con amapolas, que es la flor que hace alusión a la bandera Palestina”.

La reinterpretación de la figura de la Virgen de Guadalupe trasciende luchas sociales, su esencia de resiliencia es afín a los movimientos que buscan estandartes populares. Ciertamente esta intervención altera el orden social, perturba a las sociedades conservadoras y creyentes, a la vez que rompe la mirada convencional de una figura comúnmente asociada a lo sagrado e inalcanzable.

“Oye, virgencita, protegenos del sionismo y protege a les hermanes palestinos en este genocidio que se está haciendo en contra de ellos”.

En el contexto de guerra y genocidio pedir por quienes viven en vulnerabilidad y condiciones dehumanizantes surge como un faro de luz. Domitila Martínez, originaria de Oaxaca, cuenta que es con la Virgen de Guadalupe con quien encomienda los conflictos de la humanidad. “Para mí, es quien intercede en toda mi gratitud hacia Dios, y por medio de ella hago mis peticiones. Ella hace el papel de madre de toda la humanidad”.

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FOTO: Joselim Hernández 

El propósito de intervenir la figura de la Virgen de Guadalupe es de extender la solidaridad con otras personas o pueblos en conflicto. En el marco de la celebración del Día de la Virgen de Guadalupe, Joselim señala que se debe seguir visibilizando el genocidio a Palestina a través del amor de La Guadalupana. “Hay una necesidad de seguir hablando de Palestina pero desde las raíces mexicanas; la Virgen de Guadalupe es muy representativa de la lucha y de la resistencia”.

Artistas como Yolanda López, mujer chicana realizó en 1978 su obra Tríptico de la Virgen de Guadalupe, en la que reinterpretaba la imagen de la virgen desde una perspectiva feminista inspirada por la segunda ola del feminismo en Estados Unidos. 

Sus intervenciones hacen frente a las problemáticas que atraviesan a la comunidad chicana; en sus piezas se muestra a la virgen con con zapatillas de tacón, con tenis blancos, corriendo, y retratan los trabajos de cuidado que desempeñaban las mujeres méxico-americanas.

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Más allá de la mitificación de la maternidad

“Es una figura femenina que acepta y desea la maternidad, esto pasa con María y con la Virgen de Guadalupe”. ( Joselim Hernandez)

La Virgen de Guadalupe es un símbolo que representa guía, confianza, sabiduría, y sobre todo, maternidad. Históricamente, las mujeres han sido responsables de los trabajos de cuidados; son madres, cuidadoras, cocineras, educadoras.

A la Virgen de Guadalupe se le conoce como “La madre de México”, esto no es arbitrario, en la cultura mexicana, la mitificación de la figura materna idealiza el trabajo de cuidados y la responsabilidad de crianza. Sin embargo, el sentimiento va más allá de una simplificación del fenómeno, las mujeres que son madres encuentran consuelo, apoyo y cobijo con ella, una mujer que vivió en un mundo hecho para hombres.

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“Yo creo en la Virgen de Guadalupe porque acude una a ella como madre, sabe lo que una siente, cuando pide una por sus hijos o por su familia”, recuerda María Lourdes Muñoz de 49 años, habitante de la Ciudad de México.

El acompañamiento de la Guadalupana es particularmente importante para mujeres que no cuentan con una red de apoyo, en donde la soledad transita al lado del machismo, encomendarse suele ser la solución más próxima, efectiva y honesta.

“Para mí, la virgen de Guadalupe representa una figura de amor, porque ayudó cuando más lo necesitaba. En mi experiencia personal, recuerdo muy bien un día que estaba cansada, muy cansada, y me tomé un momento para platicar con ella, cuando terminé, me quedé sentada un rato y me sentí mucho mejor. Creo que las madres de México, se pueden llegar a sentir identificadas porque ella hizo todo por amor, sin importar qué”. Vaytia Talavera, 24 años, de Veracruz.