La noticia del fallecimiento de Francisco Pineda Pérez, conocido en el ambiente sonidero como “Medio Metro de Puebla”, abre una conversación necesaria: ¿cómo hablamos sobre las personas de talla baja y qué tanto el lenguaje refleja (o reproduce) la discriminación?
Francisco, quien colaboró con agrupaciones como “Grupo Súper T” de Paco Toxqui y se autonombraba el “Medio Metro original”, fue encontrado sin vida el 20 de octubre de 2025 en Puebla, según confirmó la Fiscalía estatal. Vivía con acondroplasia, una condición genética que afecta el desarrollo óseo y es considerada un tipo de enanismo.
Aunque Francisco se presentaba como el “Medio Metro original”, su apodo refleja cómo la industria del entretenimiento suele usar la diferencia corporal como motivo de risa. Detrás de ese humor aparentemente inofensivo persisten estigmas y prejuicios que reducen a las personas de talla baja a su apariencia física.
El poder de las palabras
El lenguaje importa. No sólo nombra: también construye realidades. Por eso, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) advierte que términos como “enano” o “enana” son peyorativos y discriminatorios.
La forma respetuosa de nombar es persona de talla baja o, simplemente, por su nombre. Este cambio no es una cuestión de corrección política, sino de reconocimiento y dignidad.
Desde 2014, cada 25 de octubre se conmemora el Día Mundial de las Personas de Talla Baja, una fecha que busca visibilizar su diversidad corporal y los derechos que les corresponden.
Talla baja: una condición reconocida legalmente
Según la organización Little People of America, una persona de talla baja es aquella cuya estatura adulta es de 1.48 metros o menos. La acondroplasia es la causa más común y se presenta desde el nacimiento.
En México, esta condición fue reconocida como discapacidad en 2018, tras la reforma al artículo 4 de la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) estimó que ese año había alrededor de 11 mil personas de talla baja en el país. Sin embargo, el INEGI aún no cuenta con un registro específico, lo que limita el diseño de políticas públicas que garanticen su inclusión laboral, educativa y social.
Evitar el capacitismo y la infantilización
Hablar con respeto también implica no reproducir el capacitismo, es decir, la idea de que una persona vale menos por vivir con una discapacidad.
Un error común es infantilizar a las personas de talla baja, tratarlas como si fueran niñas o niños aunque sean adultas. Francisco Pineda Pérez era un artista reconocido en el ambiente sonidero poblano, y como él, muchas otras personas de talla baja son profesionales, madres, padres, activistas y trabajadoras.
Aun así, enfrentan desigualdades estructurales: en 2023, Jacob Zayas García, representante de la asociación civil Somos Pequeños Veracruz, declaró en una entrevista para Diario de Xalapa en 2023 que el 80% de las personas de talla baja no tienen empleo formal.
Más allá del apodo
El respeto no se demuestra sólo evitando un término ofensivo, sino también reconociendo la autonomía y los derechos de quienes históricamente han sido reducidos a la burla o al espectáculo.
Este 25 de octubre, Día Mundial de las Personas de Talla Baja, recordemos que la inclusión comienza con algo tan básico —y tan poderoso— como cómo elegimos nombrar a las personas.
Honrar la memoria de Francisco Pineda Pérez implica no sólo lamentar su muerte, sino cambiar las formas en que hablamos, miramos y entendemos la diversidad corporal.

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