Reivindicar las aportaciones de las mujeres en la historia de México, visibilizar su labor y simplemente reconocerlas es una necesidad urgente en el feminismo. Este jueves 15 de mayo la historia le hace justicia a Elena Torres Cuéllar, una aguerrida revolucionaria mexicana, educadora, escritora y feminista progresista que participó en el Primer Congreso Feminista de Yucatán, en 1916.

La plataforma digital, Opinión 51, junto con la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), colocará una lápida en honor a Elena Torres Cuéllar en el Panteón de Xoco, lugar en el que descansan sus restos y que por más de medio siglo reposaron sin nombre.

Por años, Leticia Bonifaz, abogada e investigadora jurídica, se dedicó a recopilar las vidas de mujeres diplomáticas mexicanas como Torres Cuéllar, quienes fueron borradas e invisibilizadas en la historia de nuestro país. 

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Mujeres en diplomacia. Pioneras en México y el mundo, publicado en 2024, es una compilación que reúne la vida y trayectoria de mujeres diplomáticas, y que surge como un esfuerzo para rescatar, enunciar y visibilizar los aportes de las mujeres pioneras en la diplomacia en México y el mundo, así como los retos a los que se tuvieron que enfrentar.  

Entre ellas se encuentra Elena Torres Cuéllar, a quien Leticia Bonifaz comenzó a investigar después de estudiar la evolución de los derechos políticos en México, y en entrevista con La Cadera de Eva platica sobre la historia de la maestra revolucionaria. 

“Más allá de un acto simbólico, el feminismo debe preguntarse: dónde estábamos, qué hicimos y por qué nos borraron” (Leticia Bonifaz)

¿Quién es Elena Torres Cuéllar?

"Los niños que llegan sin desayunar, nunca van a poder aprender", decía Elena Torres Cuéllar, una mujer nacida en el año de 1893 en Mineral de Mellado, Guanajuato, lugar en el que se desempeñó como maestra rural. 

“Fue quien le dio la idea a José Vasconcelos de que hubiera desayunos escolares y se me hace que eso sería suficiente para que fuera enorme el reconocimiento que le tuviéramos”, señala Bonifaz.

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Elena Torres Cuéllar fue una mujer revolucionaria, pero también una niña con ambiciones que inició sus estudios en la Escuela Normal de Guanajuato. Desde un principio, su abuelo confió en la capacidad de sus habilidades y la apoyó para desarrollarlas 

Se graduó en 1912 y comenzó a trabajar como profesora con un método de enseñanza socialista, en oposición a la escuela católica de la época. 

“Era una mujer de una tenacidad, de un orden, de una disciplina que la llevaba a conseguir los objetivos y si sufrió discriminación claramente por ser mujer e incluso agresiones, porque no les estaba una mujer tan libre y tan independiente en aquella época”. (Leticia Bonifaz)

Impulsada por su conocimiento y considerada la persona más sabia en el área de la educación rural en Latinoamérica, Cuéllar llegó a ser asesora de la la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la década de 1950. 

Durante su carrera como y una mujer feminista, Elena Torres Cuéllar se enfrentó al machismo de la época, pues en ese tiempo el mismo director de la Unesco no reconoció sus aportes y potencial, lo que la relegó a un papel incógnito, detrás de la historia

“Tuvo problemas con Jaime Torres Bodet, entonces Director General de la Unesco,  en algún momento, con Vasconcelos porque ella iba con lo suyo hacia delante y no la paraba nadie y eso no les gustaba. Era muy irreverente”, relata su investigadora, Leticia Bonifaz

Una revolucionaria feminista en el espacio rural

Elena Torres Cuéllar inició su trayectoria en la lucha por los derechos políticos de las mujeres, por el derecho al voto junto con Elena Arizmendi y Elena Landázuri, dos mujeres feministas con las que Cuéllar compartió una amistad y que se les conoce como “las tres Elenas”.

“Son tres Elenas las que estaban participando en muchas cosas muy activas. Su amiga del alma fue Elena Landázuri. A ella le dedica sus memorias y juntas eran dinamita porque estaban rompiendo todos los estereotipos”. (Leticia Bonifaz)

En sus memorias, explica Bonifaz, Cuéllar expresa no querer casarse, una decisión poco vista en la época pero hecha con conciencia, pues Cuéllar entendió y se entregó a su vocación como educadora y escritora, una postura feminista de la que poco se habla hoy en día. 

Elena Torres Cuéllar participó como parte del Consejo Feminista Mexicano en la convención de la Liga de Mujeres Sufragistas, que se realizó en Baltimore, Estados Unidos,  en 1922 y organizó la Primera Convención Nacional de Mujeres en 1923, donde fungió como mediadora en la resolución del conflicto entre las posiciones  conservadoras y las feministas radicales de Yucatán.

“Si Elena se nos apareciera hoy en día, estaría feliz por todos los logros de las mujeres en el ámbito de la representación política, pero estaría muy triste de que la educación rural no haya tenido el avance que ella hubiera deseado”, explica Bonifaz

A lo largo de los años, y en contraste con el desarrollo de las instituciones educativas en las grandes ciudades, la educación rural continúa estancada, “Los maestros rurales de antes se involucraban en la comunidad, se volvían un referente. Se ha perdido esa mística y compromiso que se ve reflejado en el trabajo de Elena Torres, de que te debes y le entregas todo a tu comunidad”, finaliza Bonifaz.

A pesar de que los avances en la educación rural no han seguido los pasos de la enseñanza de Elena Torres Cuéllar, nombrarla, recordarla y celebrar sus aportes es un paso hacia la dignificación y reconocimiento de las mujeres diplomáticas en la historia de México.