El pasado 7 de abril las autoridades del municipio de Bello, de Antioquia, Colombia, confirmaron el fallecimiento de Sara Millerey, una mujer trans de 32 años que fue brutalmente asesinada.

Sara fue golpeada y en un acto de odio, rompieron sus brazos y piernas, dejándola abandonada y dolor extremo en la en la quebrada, “La García”, un cauce de aguas turbulentas que atraviesa la ciudad de Caracas.  A pesar de que fue encontrada con vida y fue trasladada al Hospital “La María”, en Medellín, Sara murió días después debido a la gravedad de las heridas y al tratamiento tardío el sábado 5 de abril. 

Activistas y personas de la comunidad LGBTQ+ de la región, han señalado que el asesinato de Sara Millerey es una muestra del odio que sufren las personas de la comunidad trans, y es que Sara no sólo fue víctima de asesinato, sino que su sufrimiento se convirtió en un espectáculo para aquellas personas que grabaron su agonía mientras pedía auxilio en La García, imágenes sensibles que a la fecha de hoy siguen circulando en internet.

Usuarios en redes sociales señalaron que el transfeminicidio de Sara Millerey fue difundido en diferentes medios de comunicación como parte de una estrategia de “números y clicks”, que promueve el morbo y la violencia en contra de las personas trans. 

Tanto medios de comunicación como personas en redes sociales han utilizado la muerte de Sara para obtener reacciones y es que su asesinato no sólo fue brutal en el momento de los hechos, sino que continúa atentando contra la integridad y el dolor de las personas trans.

¿Quiénes protegen las vidas trans?

El cruel transfeminicidio de Sara Millerey ha impactado a la sociedad colombiana y latinoamericana, y es que la noticia se ha viralizado y se ha convertido en el centro de conversación alrededor de los derechos de las personas trans. Activistas y personas de la comunidad han señalado la impunidad y revictimización que sufren las personas trans, sobre todo las mujeres, pues sus cuerpos continúan siendo sacralizados por el mero hecho de existir, incluso después de la muerte.

Ejemplo de ello son publicaciones que llegan a las más de sesenta mil reacciones en X (antes Twitter) y que exponen las imágenes grabadas del cuerpo de Sara siendo ridiculizado. Este tipo de contenido demuestra la falta de empatía, tanto de quienes graban el video como de quienes lo comparten.  

Las imágenes difundidas en redes sociales son una muestra de cómo, tanto el Estado como los medios de comunicación, se benefician del dolor ajeno y alimentan los discursos de odio y la transfobia. Las dinámicas de revictimización, tanto institucionales como de los medios de comunicación continúan revictimizando a Sara Millerey y sensacionalizan y explotan el dolor de toda una comunidad.

La mediatización de la muerte de Sara Millerey ha hecho que se cuestione en redes sociales la ética de los medios de comunicación, que bajo una lógica de consumo patriarcal, promueve la violencia y la desensibilización de las audiencias. 

Esto se suma a la ya larga lista de dificultades que enfrentan las personas trans en Colombia, como la transfobia, la discriminación, la violencia física y sexual y los obstáculos para reconocer legalmente su identidad. 

Los medios de comunicación deben replantearse sus principios éticos, especialmente cuando se trata del sufrimiento de comunidades que históricamente han sido vulneradas y patologizadas por el Estado. 

De acuerdo con Fundación Gabo, un espacio que aborda temas de ética periodística,  “el periodista debe preguntarse cuál es el enfoque más apropiado para presentar este tipo de noticia y a qué interés complace la elección de imágenes para ilustrarla. La respuesta nunca es un enfoque que impresiona, causa sensación o aprovecha la violencia para probar un punto”, como explican en redes sociales.

¿Qué dijeron las autoridades?

Sara fue revictimizada por parte de las autoridades y es que el secretario de Seguridad y Convivencia CIudadana del municipio de Bello, José Rolando Serrano, negó su identidad como mujer trans y se refirió a ella por su “deadname” o nombre muerto, el nombre de nacimiento que las personas trans ya no utilizan para referirse a ellas mismas. 

Según cifras del Observatorio de Derechos Humanos de la organización Caribe Afirmativo, en Colombia se han registrado al menos veinticuatro personas de la comunidad LGBTQ+ en 2025, incluído el cruel transfeminicidio de Sara Millerey.

Lorena Gónzalez Ospino,  alcaldesa de Bello lamentó y rechazó el asesinato de Sara Millerey a través de un video en redes sociales y señaló que el gobierno tiene una deuda con las personas de la comunidad LGBTQ+. En un segundo video, Gónzalez informó que la Alcaldía de Bello daría un total de cincuenta millones de pesos colombianos como recompensa a quien ofrezca información para identificar a los responsables del transfeminicidio.