He sido muy injusto con mi hijo. Le hemos pegado. No le damos los juguetes o la ropa que pide. Lo castigamos cuando intentaba comportarse como una niña. Le enviamos a su habitación cuando trataba de poner la ropa de su hermana. Pensamos que funcionaría y que dejaría de hacerlo, no estoy orgulloso de lo que hecho. Ahora nos damos cuenta de que no puede parar, es su forma de ser, ¿sabes lo mal que me siento por haber castigado a mi hijo por algo que no puede dejar de hacer? Este es el testimonio de un padre mexicano. Su hija es una niña trans e ilustra las complicaciones culturales y sistémicas que se viven cuando se paterna - materna a una infancia trans.
Hablar de infancias trans es, tal vez, una de las conversaciones más incómodas que las personas pueden entablar; la existencia de estas personas resulta en debates agigantados que reniegan por reconocerles, sin embargo, siempre queda fuera una certeza: las infancias trans han existido siempre.
"¿Por qué hablar de ideología de género con infancias?, ¿por qué corromperlas?", "dejen a las infancias disfrutar de su niñez", "están intentando mutilar a los niños". Estas son algunas de las posturas más frecuentes -y violentas- cuando se menciona a la infancia trans y en esta conversación queda cuestionar, ¿qué se está corrompiendo y qué es lo que realmente desean estas niñas, niños y niñes? Para comenzar a escarbar más en este tema, en La Cadera de Eva entrevistamos a Federica Ponce Sánchez de TRANSinfancia México y perteneciente a la mesa directiva de la Asociación Internacional de Familias por la Diversidad.
Foto: Cuartoscuro
El primer salvavidas contra la desinformación
“Infancias Trans: Manual para familias y profesionales que apoyan a infancias trans y no binarias” se escribió hace 15 años en los Estados Unidos por Stephanie Brill y Rachel Pepper, siendo uno de los parteaguas más importantes en la lucha por el reconocimiento de infancias trans. Las experiencias y testimonios estadounidenses fueron la antesala para una nueva versión de la obra; padres y madres latinoamericanos compartiendo recuerdos de su crianza, desafíos y consejos por una crianza respetuosa, son, por lo menos, una de las necesidades más grandes en la literatura humanista hispana.
Hay algo que aclarar y es que esta obra no sólo es para padres / madres / personas tutoras, sino una lectura obligada que, en sus 372 páginas promete crear una mayor sensibilización y empatía sobre infancias trans; leerlo no sólo aporta un grano de arena, sino también, combate la desinformación, porque esto no se trata de debates progres, pero sí de amor, cuidados y respeto a la vida de las infancias. Federica Ponce Sánchez lo señala de la siguiente manera:
“Yo sé que este tema es muy polémico, pero la gente no ha pensado que una persona adulta que se reconoce como trans, también fue una niña o un niño. La idea de este manual es contar con las herramientas suficientes, ponerle nombre y apellido a las dudas, sensaciones y emociones que sentimos. Hasta hace algunos años, estas personas no sabían cómo nombrarse, de ahí la maravilla de este manual”
Un manual y muchos mitos a derribar
Al preguntarle a la especialista cuáles son las principales resistencias que existen sobre las infancias trans, ella se detiene y ataja que es tanto que es difícil saber por dónde empezar, sin embargo, sí identifica que una de las cuestiones más frecuentes que debemos erradicar es la creencia de que la ideología de género posee una carga sexual.
Uno de los testimonios recopilados es de una madre de una infancia trans, su hija fue quien habló directamente con ella y puso “sobre la mesa” esa palabra; el mundo parecía venirse encima porque su primer pensamiento fue que eso tenía que ver con algo sexual, pero la respuesta más increíble es que, de hecho, es todo lo contrario. Las personas defensoras de infancias trans no luchan por su sexualidad, luchan por cosas más simples: que sean libres de ser lo que desean.
“Perdóname que te lo diga”, explica Federica Ponce Sánchez al llegar a este apartado y continúa: Cuando se nos habla de infancias trans, la mente de la gente divaga en sexo y no es así, las personas somos más que eso. No hablamos de eso, la sexualidad u orientación de una infancia es algo que está en el cajón, no es el punto de esta conversación, el tema es la manera en que esa niña o niño se autopercibe. Yo hago una pregunta a cualquier persona que nos lee: ¿tú cuándo supiste que eras mujer?, ¿cuándo supiste que eras hombre? La respuesta es que nunca lo cuestionaste, ni lo pensaste, sólo lo sabías porque lo sentías.
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Eso sí, también es momento de derrocar otro sistema de discriminación que excluye y vulnera a las infancias: el adultocentrismo. La creencia de que una niña o niño es incapaz de tomar decisiones o hablar de lo que siente es una de las acciones más violentas que podemos ejercer en su contra; las infancias son conscientes de sus deseos y emociones, por supuesto, esto incluye el género.
Al revisar a más detalle esto, la Academia Americana de Pediatría reconoce que todas las personas somos diferentes y la autoconciencia de la identidad de género puede desarrollarse en distintos momentos de nuestra vida, sin embargo, en promedio las infancias reconocen su género a la edad de 4 años.
“Aunque algunos comportamientos e intereses relacionados con el género, la expresión de género e incluso el lenguaje que se utiliza puede cambiar, la comprensión fundamental del niño sobre su género se manifiesta a una edad temprana, las niñas y niños tienen un claro sentido de género a la edad de 4 años” (Academia Americana de Pediatría)
“Las familias se lo inventan”, este comentario lo escucha con frecuencia Federica Ponce Sánchez quien replica: ¿cómo alguien creería que esto es así? Por increíble que parezca, esta clase de comentarios violentos se mantienen vigentes alrededor del área de investigación de la especialista, pero, ¿por qué si hay tanta información continuamos reduciendo la experiencia de otres a algo tan simple como “un invento”?
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La respuesta es sencilla: Nunca se han enfrentado al sistema y gozan del privilegio heteronormativo. Las madres y padres no “eligen” ni “fomentan” la identidad diversa en infancias, porque la batalla por reconocerles es muy fuerte y también, muy dolorosa, algo que se evidencia en el Manual de Infancias Trans; acoso escolar, rechazo, depresión en niñes y el abandono del Estado es una pelea estructural no debería atravesar a ninguna familia.
“¿Te imaginas tú a un chiquito de kínder aguantándose las ganas de comer y beber para no ir al baño?, ¿y sabes por qué no va? Porque la dirección le ha prohibido ir al baño que le hace sentir cómodo, hablamos de chiquitos que sólo quieren hacer sus necesidades fisiológicas y ya, ¿por qué tendrían que vivir algo así? Hay infancias a las que se les niega usar pants, directivos que niegan llamarles por su nombre elegido por estar fuera del protocolo, que se les fuerza a hacer cosas que no quieren”. Esta es una historia que Federica Ponce Sánchez comparte en entrevista y que visibiliza una conversación importante: El único anhelo de las infancias es ser reconocidas y cuidadas.
Un mundo mejor es posible: la transición es social
Una gran boda se acercaba para una familia latinoamericana y un vestido abullonado había sido la elección para la menor de la familia; la niña al mirar la ropa se echó a llorar, se escondió debajo de la cama, pataleó y golpeó por accidente a su madre. No quería salir de ahí a menos que le permitieran usar el mismo traje que su hermano mayor. La niña fue dejada con una vecina y ese día quedó marcado por siempre en la familia: “Nos había arruinado el día y estábamos furiosos con ella... debimos saberlo entonces", (testimonio contenido en el Manual para las familias y profesionales que apoyan a infancias trans y no binarias)
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Las infancias no quieren entrar en debates políticos, saber qué es la ideología, los roles de género, tampoco desean saber de hormonas o cirugías (como se ha tergiversado), ni tampoco quieren recibir discursos de cómo deberían ser; quieren vivir, usar la ropa que les gusta, el corte de cabello más bonito, ser llamadas como desean, jugar, hacer amigues y entrar al baño que les hace felices.
“Esto no es una imposición, lo que necesitan las infancias es su validación, su transición es social. Tú a una infancia con que le cambies la ropa, la dejes usar lo que quiera, le dejes crecer / le cortes el cabello, con eso es suficiente. Esto no es una decisión, es lo que es, y eso nos cuesta trabajo entenderlo. Las personas que hemos estado cerca de infancias y de familias, cuando las escuchas es cuando dices: Claro, ya entiendo qué sucede, merecemos vivir la mejor armonía que la vida nos permita.” (Federica Ponce Sánchez)
Una pelea sistémica
El primer obstáculo se vive en casa, pues el tener a una infancia trans acarrea una serie de dificultades en la familia, siendo el machismo y la transfobia, los sistemas de opresión / dominación más importantes, siendo así, que 8 de cada 10 veces la persona que se mantiene presente en la crianza de su hije es la madre, 1 de cada 10 veces la madre se mantiene indecisa y también, existe una tendencia preocupante donde es el padre quien abandona a su familia, separándose así de todo proceso de crianza y rompiendo contacto con la infancia trans, explica Federica Ponce Sánchez sobre una investigación realizada en TRANSinfancias México.
Ahora bien, el trabajo de la crianza no es un dato nuevo que el sistema patriarcal nos otorgue, en realidad, es una tasa incidental normal, pues recordemos que el 10% de las 35.2 millones madres que hay en nuestro país, ejerce el cuidado sola tras el abandono de su pareja, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2017.
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La cuestión con estas paternidades abandónicas es que se recrudece la violencia que viven las infancias trans, pues no sólo experimentan sentimientos de culpa, sino también, se ven imposibilitadas de acceder a una mejor calidad de vida a través del cambio de nombre en sus documentos, pues recordemos que en nuestro país, para lograr esto se necesita de la aprobación de la madre y el padre.
Al preguntarle a la especialista qué entidades pueden resultar mejores para las infancias trans ella rescata la siguientes:
- Jalisco: El único estado que permite el cambio de papeles sin que se cuente con la presencia de mamá y papá. Puedes asistir desde cualquier parte de la república, sin embargo, si abandonas el Estado deberás enfrentarte a la homologación de las leyes (las de Jalisco y las de tu estado de residencia), en caso de no lograrse, entonces, no habrá mucho por hacer.
- CDMX: Esta entidad exige que la infancia haya sido registrada aquí y se puede realizar a partir de los 12 años, sin embargo, esto también resulta en un problema porque no todas las familias poseen las mismas necesidades, es decir, que una decisión tan individual como el género no debería de estar pautada por la edad.
Al indagar sobre cómo la edad de 12 años vulnera a las infancias, Federica Ponce Sánchez acota explicando que en promedio, a esa edad las adolescencias estarán entrando a su primer año de secundaria, sin embargo, para ese momento tendrán una trayectoria de violencia en las instituciones e incluso, algunas deberán cursar su primer año de secundaria mientras sus papeles están en trámite; enfrentándose así a situaciones de mucho estrés que, bajo ninguna circunstancia, una adolescencia debería vivir.
“No es importante el tema de la edad, porque les decimos: esta persona necesita sus papeles para no tener problemas escolares, porque sabemos que en la escuela no hay protocolos de acción o te dicen, bueno, la aceptamos pero si las familias no se enojan. Repito: Las infancias dependen de la buena voluntad de las personas, y no porque haya un papel que diga: No le puedes negar el derecho a la educación y punto, ojo que esto no demanda que las infancias cambien sus papeles a los 3 años, para nada, esta lucha es para que lo hagan cuando lo necesiten y lo deseen. Si podemos lograr que sea antes y que entren a las instituciones con sus papeles lo mejor posible, entonces lo lucharemos”.
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De acuerdo con el informe “Una crisis global en el clima escolar: perspectivas sobre estudiantes lesbianas, gay, bisexuales, trans y queer en América latina, 2019”, realizado por Todo Mejora y la Red de Educación de Gays, Lesbianas y Heterosexuales, esto refirieron las infancias / adolescencias sobre sus instituciones educativas:
- Sentir inseguridad, evitando principalmente baños, vestidores y las clases de educación física
- Experimentación de acoso verbal
- Sufrir acoso físico
- No sentir respaldo, pues sienten que de hacerlo, nadie les ayudará
- Perder días de escuela por inseguridad
- Recibir comentarios despectivos contra su expresión de género
- Escuchar expresiones peyorativas del profesorado y del personal de la escuela contra la expresión de género
¿Adónde acercarse para recibir orientación?
La institución que está para ti y tu familia es TRANSinfancia México, podrás encontrarles en todas las redes sociales y comunicarte de manera directa. Asimismo, debes saber que la organización realiza juntas de manera mensual a través de zoom, por lo que podrás asistir desde cualquier parte de la república mexicana o bien, cualquier otro país de habla hispana.
Si tienes dudas puntuales sobre asesoría jurídica, temas legales o simplemente deseas unirte a estas reuniones, manda un correo electrónico a: transinfancia@gmail.com, recibirás apoyo, orientación y se te canalizará con profesionales.
Finalmente, podrás conseguir Infancias Trans: Manual para familias y profesionales que apoyan a infancias transgénero y no binarias en cualquier librería de tu ciudad.
“Es un manual muy interesante, la idea es que abran su mente y te vuelvas una persona aliada, que aprendas a respetarles, lo veo con el lenguaje incluyente, les hace tanto ruido y pienso qué trabajo te puede costar si una persona te dice que quiere usar pronombres femeninos, qué más te da, es poner un poco de tu parte y a esas infancias les regalas vida.” (Federica Ponce Sánchez)
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