En 2022, un aproximado de 87 personas de la comunidad LGBTTTIQ+ fueron asesinadas en razón de odio por su orientación sexual, identidad o expresión de género. Este acercamiento, es apenas una posibilidad, pues no existe un registro estatal que apuntale a la cantidad exacta de estos crímenes. Entre los vacíos de las fiscalías estatales y las violencias sistémicas, es imposible conocer la cantidad de personas de la comunidad LGBTTTIQ+ que han sido víctimas de homicidio, sin embargo, se sospecha que el número de muertes anuales supera los 200 casos, de acuerdo con el informe anual de Letra S "Los rastros de la violencia por prejuicio”
De cara al Día Internacional del Orgullo LGBTTTIQ+, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos exige al Estado un sistema de información y denuncias sobre los crímenes en razón de odio y discriminación. Mientras estas acciones se implementen, la omisión institucional continuará perpetuando la discriminación, los homicidios, transfeminicidios y el discurso de odio, denuncia Letra S.
“En el último lustro (cinco años) suman al menos 453 muertes violentas de personas sexodiversas: 92 en 2018; 117 en 2019; 79 en 2020; 78 en 2021 y 87 en 2022”, denuncia el informe de Letra S.
En retrospectiva, cada mes del 2022 fueron asesinadas 7 personas de la comunidad LGBTTTIQ+, sin embargo, como se mencionó con anterioridad, esto es apenas una aproximado, siendo el número real un número mucho mayor.
Mujeres trans, principales víctimas de la violencia
En 2022, se registraron 48 transfeminicidios, representando el 55.2% de los casos totales de homicidios. Este número resulta alarmante si se observa que acontecen 15 transfeminicidios por cada mil personas trans, una cifra que duplica el número de feminicidios (6 por cada mil habitantes).
Esta comparativa esboza la manera en que las personas de la disidencia y que se encuentran fuera de la heteronormatividad se encuentran en riesgo mortal, por encima de otros sectores poblacionales, especialmente, cuando se habla de las mujeres trans. En este sentido, se apela a un término para entender la cantidad de violencias, contextos y situaciones que atraviesan a una persona: la interseccionalidad.
Además de las características de orientación, identidad y expresión de género, se encuentra que las víctimas de transfeminicidio poseen distintos perfiles que corresponden a estos crímenes de odio, por ejemplo, ser una persona con VIH positivo, ser reconocidas en su comunidad, ser menores de edad, migrantes, ser defensoras de los derechos humanos o pertenecer a una comunidad indígena.
En nuestro país, las entidades con mayores números de transfeminicidios son el Estado de México, Jalisco y Oaxaca. Sin embargo, en 24 de las 32 entidades se registraron una o más víctimas de la comunidad LGBTTTIQ+. ¿Qué pasa con las otras ocho restantes?
“Al menos en 24 entidades del país se registró el asesinato de varias personas de la comunidad. Esto no quiere decir que en el resto de las entidades no hayan sucedido casos, suponemos que muchos de ellos no fueron cubiertos por medios de comunicación o denunciados en redes sociales”, expone la investigación.
De acuerdo con Letra S, en promedio, las mujeres trans son víctimas de transfeminicidio a los 33 años, un par de años más jóvenes que los homicidios de hombres homosexuales. Asimismo, en la investigación se identifica que en su mayoría, las víctimas de transfeminicidio eran mujeres dueñas de algún negocio, un establecimiento o se dedicaban al trabajo sexual. A continuación, las principales ocupaciones de las víctimas en 2022:
- Empleada
- Trabajadora sexual
- Estilista
- Empresaria
Asimismo, existe un patrón en la muerte de las víctimas y es que, mayoritariamente, las personas son encontradas en espacios públicos como calles o carreteras, posteriormente, al interior de sus hogares con evidentes marcas de violencia y finalmente, en terrenos baldíos.
En promedio, 5 de cada 10 cuerpos son expuestos en espacios públicos, siendo las mujeres trans, las personas que son mayormente encontradas en estas circunstancias. A diferencia de los hombres homosexuales, que son normalmente encontrados sin vida al interior de sus hogares.
Esta diferencia entre mujeres trans y hombres gay se encuentra palpable en otros espectros, por ejemplo, mientras que la principal arma homicida utilizada en contra de mujeres trans es el arma de fuego, en hombres gays, es el arma blanca. Paralelamente, Letra S ha registrado la brutalidad, la tortura y mutilación en los cuerpos de las personas de la comunidad LGBTTTIQ+, características que, explica el informe, "son muy frecuentes en los asesinatos de personas sexodiversas".
Autoridades y exigencias
En nuestro país, sólo 2 de cada 8 casos de homicidio de personas de la comunidad LGBTTTIQ+ han sido investigados por las fiscalías, mientras que el resto, continúa siendo una incógnita, pues se desconoce si actualmente están siendo investigados o si bien, son casos que han sido postergados por las instituciones.
Aunque se tiene registro de 87 personas sexodiversas que fueron asesinadas en 2022, ninguno de los casos fueron investigados como crímenes de odio y tampoco se contemplaron las razones de orientación y/o identidad de género. Este suceso preocupa en demasía a las organizaciones, pues las autoridades no consideraron la identidad y la expresión de género como un un elemento crucial para la investigación, la perspectiva de género y la obtención de la justicia.
Asimismo, sólo se han identificado a 20 presuntos responsables; 6 de ellos están detenidos; 2 en prisión y 1 más en situación desconocida -prófugo-. En esta lectura, es necesario acotar que en el caso de las mujeres trans, son normalmente asesinadas por dos o más sujetos, un caso muy similar a los lesbofeminicidios. En ambos escenarios, los agresores tienden a atacar, agredir y asesinar de manera conjunta.
Con el acercamiento a estos datos, se concluye que en nuestro país, las agresiones, la violencia, la discriminación y la máxima representación de los crímenes de odio, van a la alta y se recrudecen con el paso de los años. La situación de vulnerabilidad amenaza de manera letal a las personas sexodiversas mexicanas.
“Los datos deben tomarse con la seriedad que amerita para exigir la conformación de mejores sistemas de información y la producción de bases de datos diferenciados con enfoque interseccional. Se debe seguir trabajando por el reconocimiento de las personas sexodiversas pero también, en las situaciones particulares de vulnerabilidad que pasan desapercibidas para las autoridades” (Letra S, en el informe “Los rastros de la violencia por prejuicio”)