¿Por qué si la agenda feminista está más presente que nunca en nuestras políticas continúa siendo una tarea titánica intentar terminar con la normalización del machismo? Este tipo de comportamiento se aloja como parte de la cultura patriarcal y muchas veces, se encuentra tan arraigada al sistema que es imposible notarlo y cuestionar cuando lo ejercemos. 

Reconocer el machismo conlleva un ejercicio de conciencia donde, desde lo individual, podemos comenzar a propiciar la revolución señalando estos comportamientos que han sido instaurados en todos nuestros espacios públicos y privados, pero, ¿cuáles son las frases machistas más normalizadas y cómo empezar a cuestionarlas?

El primer paso es entender a qué se refiere el concepto de machismo y no confundirlo con otras estructuras de opresión como la misoginia. Si aún no tienes clara la diferencia, no te preocupes que te lo explicamos en nuestro glosario feminista: ¿Cuál es la diferencia entre machismo y misoginia?

¿Cómo entender el machismo de manera sencilla?

Lo primero que debes saber es que el machismo tiene una relación directa con el androcentrismo, que no es más que el fenómeno de colocar al hombre como el centro de todo proceso histórico y cultural, este privilegio coloca a la mujer en una posición de subordinación, es incapaz de alcanzar su autonomía y está sujeta a la reproducción; en palabras populares, hablamos de un personaje principal y un secundario para el sistema. 

Esto último Marcela Lagarde lo puntualiza en su obra “Identidad de Género y Derechos Humanos, la Construcción de las Humanas” y recopila las siguientes acciones como propias del machismo:

  • Cosificación
  • Infantilización
  • Atemorizar
  • Marginar
  • Sobreproteger
  • Segregar

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Otra cosa que debes saber es que el machismo también tiene una profunda aversión contra las personas que se escapan del sistema heteronormativo o patriarcal; hombres trans, homosexuales, trabajadoras sexuales, mujeres independientes, económicamente activas, madres autónomas y en general, cualquier persona que se encuentre en los márgenes de lo que Marcela Lagarde define como “los cautiverios” que representan la subordinación de las mujeres y cómo son forzadas a vivir vidas estereotipadas sin ninguna alternativa, y quien escapa de ese sistema, entonces será socialmente penalizada.

¿Sabes cuál es uno de los temores más grandes del hombre mexicano heterosexual?: Ser considerado afeminado. Este dato fue arrojado por la Universidad Autónoma de Tamaulipas en su investigación “Perception of machismo traits of expressiveness and stress coping strategies in adult men in northeastern Mexico”, donde se recogió información del machismo al norte del país y se encontró que los hombres desean ser vistos como fuertes, duros, proveedores y su principal miedo es parecer afeminado o que se insinúe que es homosexual

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Es así que podemos entender el machismo como una serie de pensamientos colectivos y generacionales que reproducen los roles de género y, a través de prácticas como las que revisamos acá arriba, promueve la subordinación de la mujer haciendo uso de otras herramientas como el amor romántico, la familia, la heteronormatividad y el conservadurismo, pero esto, lo iremos desglosando con los siguientes ejemplos.

4 frases que son machistas y que, tal vez, no habías reflexionado

  • “No mi amor, las cosas no se hacen así”

Proveniente de una persona desconocida o bien, un compañero del trabajo (un hombre mayor) podría parecer un acto de amabilidad disfrazada de caballerosidad, pero en realidad, esto corresponde a un machismo en el lenguaje y tiene un nombre: El poder autoafirmativo

Este poder autoafirmativo normalmente se ejerce a mujeres jóvenes o adultas mayores, el trato tiene por objetivo infantilizar, ejercer mansplaining y despojar a las mujeres de sus capacidad para explicar, reclamar, exigir y tomar sus propias decisiones. 

El machismo entra en esta clase de poder cuando encontramos que para realizar este tipo de comportamiento infantilizador y condescendiente se necesita sólo de una cosa: la legitimidad social, un privilegio que el patriarcado ofrece al hombre.

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En este caso, la cultura patriarcal permite al hombre entrar en un papel de “autoridad paternal” y utilizar el lenguaje para colocar a la mujer en una posición de desventaja con palabras como “mi niña”, “chaparrita” o “la muchachita”. 

Relacionado a esta infantilización, damos el salto a otra aún más sutil: la familiar.

  • “La niñita de papá”

Una de las acciones más arraigadas a la cultura mexicana es la infantilización de las mujeres de la familia y paralelamente, el ejercicio de conductas que ponen en duda su capacidad de autonomía e independencia. Cuando se replican esta clase de paternidades se propician discursos que sostienen que la mujer es dependiente de otras personas, esto último la Organización Mundial de la Salud lo señala como violencia al generar ambientes que perpetúan roles de género y prejuicios. 

El artículo académico “Perception of behavior and body patterns assigned to women in advertising” de la Universidad de Sevilla, explica que esta clase de comportamiento es una herramienta patriarcal que tiene por objetivo negar la madurez y libertad de las mujeres, y por el contrario, propiciar la subordinación. Pone en duda su  facultad  de prepararse profesionalmente, sus capacidades y su facultad de ser una persona económicamente activa bajo el mandato del “padre proveedor”. 

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Esto último es uno de los principales desafíos al hablar de paternidad, pues ser padre va más allá de asumir un rol de proveedor, se trata de priorizar sus cuidados y apoyar con asombro su capacidad de transformación, explica el Instituto de Desarrollo de Masculinidades Anti Hegemónicas. 

  • “Ella está ahí por mí”

Una de las actitudes más comunes del machismo son las críticas al liderazgo femenino o la incomodidad a que existan mujeres que ocupen cargos políticos. Esta frase no es un ficticio, de hecho, corresponde a lo que el presidente López Obrador señaló sobre la presidenta Ministra Norma Piña

Esta frase la podemos trasladar a otros espacios como por ejemplo, cuando se insinúa que la mujer logró ocupar cargo por su belleza o por involucrarse sexualmente con alguna persona. ¿Te resulta familiar?

Este tipo de machismo nos habla nuevamente de los cautiverios, esas pequeñas prisiones a las que las mujeres están sujetas y cuando se colocan al frente de la toma de decisiones, al hombre / mujer machista le resulta incómodo, siendo la siguiente herramienta, la ridiculización

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Muestras de burla, ataque contra el físico, aversión a su figura, intentos de ridiculizar o señalar que un hombre colocó a esa mujer en el puesto es uno de los indicios más comunes del machismo que se disfraza de moralidad: “¿Cómo esa mujer que se acostó con X me va a dar órdenes a mí?”

“La ridiculización, restar autoridad o quitar seriedad a las opiniones, suponen el derecho patriarcal de valorar negativamente las actitudes de la mujer a menos que obedezca las razones del hombre y haga lo que según él es correcto” (Artículo de la Secretaría de Gobernación titulado Micromachismos)

  • “Yo no podría lastimarte porque en casa tengo hermanas”

¿Recuerdas que hablamos de herramientas que usa el machismo para esconderse? Una de las más frecuentes -y mejor ocultas- es a través del amor, pero no un amor de corresponsabilidad y afectos; un amor romántico que promueve actitudes machistas y te coloca en una posición de vulnerabilidad

Y si te parece demasiado, revisa por acá a qué nos referimos con esto en nuestro artículo "No es intensidad, es love bombing, un tipo de manipulación"

Ahora bien, ¿por qué es machista hacer uso de este amor para obtener privilegios? Para encontrar una respuesta concreta, la escritora feminista Coral Herrera acota para el Foro Internacional de la Red de Refugios 2022 que, esta clase de discursos son la gran trampa del patriarcado, pues además, el crecer rodeados de mujeres no te exime de conductas machistas.

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Paralelamente, esto empata con nuestra entrevista a la socióloga feminista Joanna Trejo, quien explica que no existe relación alguna entre “tener hermanas y madre” y ejercer violencia, por el contrario, lo que nos queda es cuestionarle cómo se desarrolla la dinámica en su casa, qué clase de tareas de cuidado desempeña, si ejerce la corresponsabilidad con las mujeres de su hogar y si es consciente de sus privilegios

Si te interesa encontrar más de estos consejos , revisa nuestro artículo de autodefensa feminista contra los “aliados” que utilizan el amor romántico y el feminismo a su favor.