Sentadas frente a la Casa de acogida, formación y empoderamiento de la mujer internacional y nacional (CAFEMIN) se encuentran María, junto a sus dos hijos, y Daniela con su padrastro, esperando alcanzar lugar para poder entrar. Afuera de este albergue hay por lo menos cinco familias más de personas migrantes que buscan un espacio para poder descansar luego de su travesía a través de diferentes países latinoamericanos, para poder llegar a Estados Unidos y cumplir su sueño de tener una mejor calidad de vida.

María lleva cinco días en Ciudad de México, junto con sus dos hijos de 12 y 13 años logró entrar al albergue CAFEMIN, sin embargo, anhelan irse pronto, pues consideran que la capacidad del refugio está sobrepasada.

“Es la primera vez que estoy en un refugio y tampoco está tan mal, pero no es lo que uno quiere. Hay mucha gente, más de lo debido, es un espacio para 70 personas, creo que habemos más de 600 ya, está colapsado”, comparte la mujer venezolana en entrevista con La Cadera de Eva.

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Foto: Cuartoscuro

Esta es una problemática que diversos refugios de la Ciudad de México llevan denunciando desde hace meses. Hasta octubre de este año, por lo menos 13 albergues ubicados en CDMX rebasan su capacidad, de acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

“CAFEMIN, que tiene una ocupación óptima de 80 a 100 personas, ha albergado hasta 650, principalmente familias, con un alto porcentaje de niñas y niños. Tochán, otro espacio de sociedad civil con una ocupación óptima de 40 personas, alberga hoy a unas 105”, se lee en un reporte de ACNUR.

La sobresaturación de los refugios también está afectando la estadía de las personas migrantes. María expone que no ha podido bañarse en tres días porque no ha alcanzado el agua para toda la gente que habita el albergue

“Nos atienden bien, nos dan ropa, instrumentos de aseo, tres comidas diarias. Hay mucha gente, tengo tres días y no me he podido bañar y cosas así, pero por lo menos tenemos un techo donde dormir”, dice María mientras mira el suelo de la banqueta.

Para María también es difícil cumplir con el reglamento y horarios del albergue mientras intenta conseguir cita para continuar con los procesos de acceso al asilo en Estados Unidos.

“Tengo que hacer retiros, diligencias, ver cómo me muevo, ahí nos ayudan con las citas, pero no he podido ir porque siempre están colapsados. Tampoco puedo trabajar porque me dicen que mis hijos se van a quedar solos y me los tengo que llevar ¿cómo puedo seguir en este país sin trabajar y sin alguien que te apoye?”, comparte María.

Muchos albergues de la CDMX están trabajando al 200 o 300% de sus capacidades y esto se debe a que el flujo de población migrante no ha disminuido, sigue siendo constante desde el sur y otras partes del mundo para México", afirma Israel Reséndiz, responsable de las clínicas móviles de Médicos Sin Fronteras en Ciudad de México, en entrevista con La Cadera de Eva.

Ciudad Santuario no cumple con proteger los derechos humanos de las personas migrantes

En 2017, la Ciudad de México fue declarada como “Ciudad Santuario”, es decir, un lugar en el que se garantizan los derechos humanos de las personas migrantes, al brindarles alimentación, albergues, atención médica, entre otros servicios.

Una Ciudad Santuario “es aquella que en su jurisdicción dispone de políticas públicas diseñadas para limitar la cooperación o el involucramiento en la aplicación de las leyes de imnigración por parte de autoridades migratorias, explica José Joel Peña Llanes, profesor de la FCPyS de la UNAM, en entrevista con La Cadera de Eva.

“La denominación es una forma de tratar de generar el mensaje de que Ciudad de México es un lugar en el que hay disposición de respetar los derechos de las personas migrantes; desafortunadamente pareciera que no se está acompañando del recurso humano y del recurso económico para dar soporte a todas estas personas”, señala Israel Reséndiz.

¿La Ciudad de México ha garantizado los derechos humanos a las personas migrantes?

En noviembre de este año, diversas organizaciones civiles y albergues denunciaron que elementos del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) irrumpieron en campamentos de personas migrantes que estaban instalados cerca de la Central de Autobuses del Norte y del Metro Potrero.

También denunciaron que las autoridades utilizaron “extrema violencia y crueldad” durante los operativos para desinstalar los refugios al destruir las posesiones y documentos de identidad de personas migrantes, entre las que se encontraban niñas, niños, adolescentes, mujeres embarazadas y adultos mayores.

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Estos campamentos fueron instalados ante la falta de albergues públicos y la saturación de los existentes. Actualmente, las personas migrantes se encuentran en la espera de continuar con los procesos de acceso al refugio en México y el asilo en Estados Unidos, sin embargo, se han enfrentado a trabas, lentitud e ineficiencia de parte de las autoridades encargadas de estos trámites.

“Existen estrategias que intentan disminuir la situación de vulnerabilidad de las personas con la apertura de albergues de manera momentánea, pero pareciera que no está siendo suficiente para esta tensión y esto genera que el objetivo principal de tener una Ciudad Santuario que es el respeto a los derechos humanos se vea un poco afectado o no se pueda cubrir al 100% debido a que no hay recursos para dar soporte a las necesidades de las personas”, enfatiza Reséndiz.

Personas migrantes crean sus propios campamentos ante falta de albergues del gobierno de la CDMX

El gobierno de la Ciudad de México habilitó un refugio temporal en la alcaldía Tláhuac, el cual alberga alrededor de 400 y 500 personas, pero muchas también se encuentran acampando afuera “en condiciones de alto riesgo”, señala ACNUR. También informa que la sobresaturación de los refugios existentes en la Ciudad de México ha ocasionado que incremente el número de personas que viven en situación de calle cerca de los albergues, centrales de autobuses y otros espacios públicos, lo que también ha provocado tensiones con las personas vecinas.

Jerome lleva viviendo tres meses en el albergue de Tláhuac, esperando la cita para continuar con el proceso de acceso al asilo en Estados Unidos. Decidió salir de Haití debido a la violencia e inseguridad y también en búsqueda de una mejor calidad de vida.

Aunque Jerome afirma que se siente seguro en el albergue, también reconoce sentirse discriminado porque en el mercado algunas personas “no quieren que los migrantes entren y no entiendo por qué”, dijo.

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Algo similar vivió Oniri, migrante dominicano, cerca de la Central de Autobuses del Norte de la CDMX. “No quieren que uno esté al frente de su negocio, nos corren como animales. Te ven con necesidades, le pides el favor de pasar al baño y te piden dinero, hasta para cargar el celular te cobran”, lamenta.

En 2022, el 19% de las personas migrantes encuestadas aseguró que en México se respetan poco sus derechos. De acuerdo con la  Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, las principales problemáticas a las que se enfrentan son:

  • Falta de empleo
  • Falta de recursos económicos (para comer o vestir)
  • Discriminación por venir de otro lugar
  • Abuso de las autoridades
  • Falta de respeto a sus costumbres y tradiciones
  • Falta de atención de las autoridades migratorias
  • Violencia y hostigamiento

En Ciudad de México se tienen rastreados 12 campamentos de personas migrantes. Estos refugios improvisados se encuentran principalmente en las alcaldías Cuauhtémoc, Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza y Tláhuac.

“Es evidente que la capacidad actual de los albergues de CDMX no está cubriendo las necesidades mínimas de la población y con el cierre de algunos espacios que se habían abierto de manera emergente, la situación aumentó y algunas personas empezaron a estar en situación de calle”, denuncia Israel Reséndiz.

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Vivir en la calle incrementa vulnerabilidad de personas migrantes

Daniela es una mujer venezolana de 20 años que vivía en Lima, Perú con su familia, pero decidió migrar hacia Estados Unidos acompañada de su padrastro buscando una mejor calidad de vida.

Mientras espera afuera del albergue CAFEMIN, nos cuenta que se enteró del refugio porque la cuñada de su mamá se está quedando ahí. Sin embargo, en los cinco días que lleva en el país le ha tocado vivir en la calle. “Estás cansada emocionalmente, quieres descansar, poder tener una higiene correcta, porque la piel y el cabello se maltratan horrible, te puedes enfermar”, explica.

“Para una persona que se levanta a las 4:30 de la mañana a caminar y hasta las 5 o 6 de la tarde -poder- sentarse, recostarse o dormirse un rato es lo más satisfactorio que hay”, manifiesta Daniela con una pequeña sonrisa, pero rápidamente advierte “tampoco es como descansar totalmente, porque si uno se queda dormido una hora, está despierto casi toda la noche viendo que las persona malintencionadas no lleguen aquí”.

Estar en situación de calle genera que no puedan cubrir sus necesidades básicas y eso aumenta las vulnerabilidades, urge Israel Reséndiz.

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Para las familias que vienen con infancias habitar la calle resulta muy duro. Ferni, una madre soltera de 32 años que viene desde Venezuela buscando una mejor calidad de vida para sus hijos, nos dice que: “Es muy desagradable estar en la calle, sobre todo para los niños. Los albergues son necesarios para que los niños no pasen hambre, no pasen frío, tengan por lo menos un techo donde refugiarse cuando uno se queda literalmente sin dinero”.

Raquel viene desde Nicaragua acompañada por su hija y su esposo. Estuvieron año y medio en Tapachula esperando obtener los documentos que le permitieran quedarse permanentemente en México, pero le fueron negados, eso hizo que la familia decidiera continuar con su camino hacia Estados Unidos. 

Durante el trayecto denunciaron que policías estatales y municipales, así como elementos de la Guardia Nacional, les fueron quitando en los retenes todo el dinero que traían consigo.

“El recorrido ha sido duro, andamos durmiendo en la calle y nos han quitado de lugares. Nos quitaron el dinero que traíamos en los retenes. En CDMX hemos tenido que pedir dinero para el pasaje, no he podido ni bañar a mi hija”, dice con tristeza y frustración.

Oni y su familia, quienes vienen de República Dominicana, también denuncian que han sido extorsionados por diversas autoridades durante su estadía en México. “Es un robo porque nos exigen el dinero para pasar, todas las policías en los retenes, en todos los lugares. Incluso si un policía nos ve en la calle y dice que si no les damos dinero van a llamar a migración”, denuncia.

“De 2016 a 2020, 3 mil 732 personas migrantes manifestaron haber sido víctimas de delitos en su tránsito por México, predominando el robo y la extorsión, tráfico ilícito de migrantes, delitos contra la libertad (como secuestro) y la retención ilegal”, documenta el informe “Bajo la Bota” de Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho (FJEDD).

El mismo informe advierte que las personas migrantes, especialmente racializadas, tienen miedo de salir incluso a la tienda por el miedo de ser detenidas y deportadas, en muchas ocasiones no buscan atención médica si la necesitan por el temor que tienen a ser arrestadas.

“Vivo con el miedo de que me vayan a deportar, que un día me agarren en la calle y me digan que literalmente voy a estar de nuevo en mi país después de todo el sacrificio que uno ha hecho para llegar hasta aquí, es mucho cansancio psicológico”, reconoce Daniela.

Vivir en la calle aumenta riesgo de enfermarse

Israel Reséndiz advierte que el estar durmiendo en la calle, con la entrada del invierno y la inclemencia del tiempo, aumenta la probabilidad de generar enfermedades respiratorias.

El intenso frío y lluvias que se han vivido en la Ciudad de México han ocasionado que Daniela se enferme de gripe, a la joven le preocupa tener fiebre o que la enfermedad se agrave a una neumonía por seguir durmiendo en la calle. Esta es la principal razón para solicitar un lugar en el albergue CAFEMIN.

“No he podido ir al doctor. Lo más que quiero es avanzar y establecerme un poquito porque esto se descontrola, no es bueno dormir todos los días en la calle, que la gente te vea y te discrimine por como estés vestida o por como huelas. Me he quedado sin ropa y mis tenis están todos dañados”, comparte Daniela mientras nos enseña cómo la suela de su calzado se desprende.

Daniela migró porque quiere dejar de vivir al día y poder ahorrar para ayudar a sus papás en la vejez. Ella y su padrastro decidieron no traer consigo a su mamá y hermano menor, pues “si ellos se venían con nosotros lastimosamente no iban a sobrevivir, porque esto es tanto como fuerza mental como física y no desmoralizarse por estas situaciones”, dice con tristeza.

Organizaciones de la sociedad civil y albergues exigieron al gobierno de la Ciudad de México que “cumpla con sus obligaciones garantizando los derechos humanos de las familias migrantes, establecidas en la Constitución Política de la Ciudad de México y la declaratoria de la Ciudad Santuario publicada en la Gaceta oficial en 2017”.

La Ciudad Santuario, como se reconoce a la CDMX, ha dejado en el abandono a las personas migrantes al no garantizarles el acceso a servicios como atención médica, albergues y al violentarlas retirándolas de los campamentos que han tenido que construir por la falta de espacio en los refugios