La violencia contra las mujeres sigue creciendo en México, un país donde cada vez más mujeres y niñas se ven forzadas a huir de sus hogares en busca de seguridad. En 2024, los homicidios dolosos de mujeres aumentaron un 39% respecto a 2015, mientras que los casos de violencia familiar se dispararon un 103%, en comparación con ese mismo año, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Esta alarmante tendencia es solo una cara de la violencia que las mujeres enfrentan día tras día, una violencia que no solo las golpea físicamente, sino que también las obliga a pedir ayuda a una red de refugios que no da abasto.

La Red Nacional de Refugios (RNR) reportó que en 2024 atendió a 25 mil 202 mujeres, niñas y niños, un 10.75% más que en 2023. Sin embargo, la demanda es tan alta que la capacidad de los centros de refugio está colapsada, y muchos enfrentan listas de espera. En algunos de sus Centros de Atención Externa, la cifra de personas atendidas creció un 60%, mientras que los espacios disponibles se ven cada vez más limitados. Esta situación refleja una necesidad urgente: más mujeres y niños requieren ayuda, pero los recursos no están siendo suficientes.

Además de la violencia física y psicológica que sufren las mujeres, las infancias también se ven directamente afectadas. El 31% de las mujeres que pidieron apoyo tenían hijos, y en el 20% de los casos, las violencias impactaron directamente a los niños y niñas.

Los datos son desgarradores: el 84% de las infancias experimentaron violencia física y el 93% violencia psicológica. La violencia vicaria y la separación forzada de madres e hijos por parte de los agresores también son realidades prevalentes en los refugios.

A pesar de los esfuerzos de la RNR, la falta de financiamiento y el recorte en los presupuestos para 2025 ponen en riesgo la atención integral que las mujeres y sus hijos requieren para superar el ciclo de violencia. Las Casas de Transición, espacios que acompañan a las sobrevivientes en su proceso de inclusión y autonomía, enfrentan una disminución alarmante en sus recursos.

 De acuerdo con los datos de la RNR, el 35% de las mujeres que buscaron refugio en la RNR ya habían intentado recibir ayuda en otras instituciones antes de llegar, pero la desconfianza en los servicios gubernamentales es cada vez mayor.

Y es que es común que las mujeres se encuentran con respuestas insuficientes y con un sistema que, lejos de protegerlas, las revictimiza. Las listas de espera se alargan y muchas terminan quedándose sin opciones ante la falta de recursos y personal. La saturación de los refugios es una realidad palpable, que deja a muchas mujeres y niñas esperando una respuesta que nunca llega a tiempo.

Foto: Cuartoscura
Foto: Cuartoscura

Historias como la de Claudia, quien encontró protección tras años de violencia física y psicológica, o la de Alicia, que llegó al refugio con sus hijos después de que su exesposo los usara como armas de control, son solo un par de ejemplos del impacto que tienen los refugios en la vida de las mujeres. "Este refugio no solo me salvó a mí, sino también a mis hijos de un ciclo de violencia que parecía interminable", comparte Alicia a la RNR. Son historias de sobrevivencia y resiliencia, pero también de una realidad que no cambia.

La realidad es que el 91% de las mujeres que llegaron a los refugios de la RNR habían vivido violencia familiar, un tipo de abuso que se ha duplicado en los últimos nueve años. La violencia psicológica, física, económica y sexual se entrelazan en la vida de las víctimas, quienes se ven obligadas a tomar la dolorosa decisión de abandonar sus hogares para salvar sus vidas. Sin embargo, esta huida no siempre asegura su protección.

Incrementa la violencia y el presupuesto se reduce

La violencia de género no termina cuando las mujeres dejan los refugios. El sistema judicial y las instituciones siguen fallando en garantizar justicia para las víctimas, y muchas mujeres se enfrentan a nuevas formas de abuso, como la violencia institucional y la falta de acceso a trabajos dignos. Las políticas públicas siguen siendo insuficientes y carecen de la perspectiva feminista que es crucial para la reconstrucción de las vidas de las sobrevivientes, según la RNR.

A pesar de todo, la RNR sigue luchando. En 2024, a través de su modelo de atención integral, no solo ofreció refugio, sino también acompañamiento en el proceso de transición hacia una vida libre de violencia. Sin embargo, esta labor está en peligro, ya que el presupuesto destinado a los refugios ha disminuido en 21.8 millones de pesos para el 2025, lo que amenaza con poner en riesgo la vida de muchas más mujeres y niños que requieren ayuda urgente.

Como lo expresa Wendy Figueroa Morales, directora de la RNR: “Es fundamental que el Estado mexicano asuma su responsabilidad y garantice un presupuesto progresivo y estable para los refugios, porque sin estos espacios, miles de mujeres y niñas quedarán indefensas”.