Después de 140 años de que Japón instaurara la figura de Primer Ministro, con Ito Hirobumi como el primero en ocupar el cargo, el país escribe hoy un nuevo capítulo en su historia política.
A más de un siglo en el que decenas de hombres han dirigido el gobierno, Sanae Takaichi de 64 años de edad, se convierte en la primera mujer en asumir el cargo de Primera Ministra, marcando un precedente histórico para la para la representación política en la nación.
Sin embargo, la llegada de Takaichi al Poder Ejecutivo no es necesariamente una victoria para las mujeres, pues su políticas siguen una rígida línea conservadora con inclinación nacionalista que resuena particularmente entre los hombres.
Jeff Kingston, profesor de estudios asiáticos, afirmó para la NBC que es “realmente difícil argumentar” que este es un momento histórico, dado el “pobre historial de Takaichi en el empoderamiento de las mujeres”.
¿Cómo llegó Takaichi al poder?
En la sesión extraordinaria de la Dieta (legislatura nacional de Japón) del 21 de octubre, Sanae Takaichi —anterior presidenta del Partido Liberal Democrático, cuyas políticas están marcadas por fuertes tendencias conservadoras y nacionalistas— fue elegida en la Cámara Baja por una mayoría simple con 237 votos de un total de 465 votos emitidos, mientras que en la Cámara Alta recibió 123 de los 246 votos, quedándose a un voto de la mayoría.
Por esta razón se celebró una segunda vuelta contra Yoshihiko Noda, líder del partido opositor por parte del Partido Democrático Constitucional. Takaichi obtuvo 125 de los 246 votos, lo que le aseguró la victoria, mientras que Noda recibió tan sólo 46 votos.
Aunque este parece, virtualmente, un logró para las mujeres japonesas, especialmente al ser un sector subrepresentado en la política, ¿realmente implica cambios significativos en materia de género?
Sin perspectiva de género
Para diversos críticos y opositores, la respuesta es clara: sin perspectiva de género, la llegada de una mujer al cargo máximo de un país no representa un triunfo. De ahí que Chizuko Ueno, la autora e icono feminista japonesa, declarara en X que la perspectiva de la primera primera ministra de Japón “no me hace feliz”, y la comparó con Margaret Thatcher, señalando que las feministas británicas no se hacían ilusiones sobre las mujeres conservadoras en puestos de liderazgo.
Y es que las políticas de Sanae Takaichi, atravesadas no sólo se centran en la seguridad nacional y la capacidad militar de Japón, dan un potente mensaje que amenaza los derechos de las mujeres, personas de la comunidad LGBTQ+ y personas migrantes.
Esto ha generado fuertes críticas por parte de la oposición y de organizaciones de la sociedad civil, especialmente desde los feminismos japoneses, que advierten que sus políticas podrían afectar directamente el avance de los derechos de las mujeres en un país donde históricamente la participación femenina en la vida política y económica ha sido limitada.
Japón tiene una brecha de género significativa, ocupando el puesto 118 entre 146 países en el Índice Global de Brecha de Género de 2024 del Foro Económico Mundial.
Un caso que particularmente ha recibido fuertes críticas es su oposición a cambiar las normas para facilitar que las mujeres casadas conserven su apellido de soltera. En Japón, las parejas casadas deben legalmente tener el mismo apellido. Irónicamente, Takaichi cambió su nombre legal al casarse por primera vez en 2004, pero continuó usando su apellido de soltera profesionalmente hasta su divorcio en 2017.
Algunas de sus posturas más críticas das son:
Aboga por un mayor gasto en defensa militar, y está a favor de revisar la constitución pacifista de posguerra de Japón de 1947, que renuncia a la guerra como derecho soberano y prohíbe el mantenimiento de fuerzas militares.
Se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Está a favor de que la sucesión en la familia imperial se limite a los hombres.
Aboga por políticas de inmigración más estrictas y ha prometido medidas enérgicas contra los extranjeros que “infringen” las normas.