¿Es normal tenerle miedo al parto? Sí, lo es. Nueve meses de gestación traen consigo cambios profundos en el cuerpo y en la mente, y sentir miedo ante algo tan grande es completamente natural. Un poco de nervios o de ansiedad puede incluso ser una forma de prepararnos para lo que viene.

Pero, ¿qué pasa cuando ese miedo se sale de control? ¿Cuando la sola idea de un embarazo provoca ataques de ansiedad, o cuando el temor a quedar embarazada te lleva a evitar las relaciones sexuales por completo? ¿Cuando los pensamientos giran en torno a frases como “me voy a morir” o “me voy a complicar”?

Cuando el miedo deja de ser un reflejo normal y se vuelve una constante que domina tu vida, hablamos de tocofobia: un miedo intenso, irracional y persistente al embarazo y al parto. Se estima que afecta al menos al 14 % de las mujeres, según un estudio publicado en la revista médica Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica.

Para entender mejor este tema —del que casi no se habla, pero que atraviesa de manera muy real la vida sexual y emocional de muchas mujeres— conversamos con la doctora Dora Luz Sordo Machado, ginecobstetra y especialista en reproducción asistida. Con ella exploramos cómo se manifiesta la tocofobia, de dónde viene y, sobre todo, cómo se puede sanar.

¿Qué es la tocofobia?

La palabra viene del griego tokos (nacimiento) y phobos (miedo). Y aunque suene lejana o técnica, lo cierto es que muchas mujeres se reconocen en sus síntomas. La doctora Sordo Machado explica que la diferencia entre el nerviosismo común y la tocofobia se nota desde la primera consulta:

“Una paciente nerviosa dice que está preocupada porque será su primer parto; una paciente con tocofobia expresa un miedo tan intenso que llega a paralizarla”, señala la doctora Sordo Machado.

Algunas señales frecuentes son:

  • Evitar el embarazo a toda costa: desde rechazar el contacto sexual hasta usar múltiples métodos anticonceptivos o pedir una esterilización por miedo.
  • Pensamientos catastróficos: ideas recurrentes como “voy a morir” o “voy a sangrar” apenas inicia el embarazo.
  • Estrategias de escape: ataques de pánico, ansiedad constante o preferencia por una cesárea aunque no haya una razón médica. 

Tipos:

No todos los miedos nacen del mismo lugar. La tocofobia puede aparecer antes, durante o después de un embarazo, y suele clasificarse en dos tipos:

Tocofobia primaria: ocurre en mujeres que nunca han estado embarazadas. Muchas veces surge después de consumir información negativa —videos, historias o noticias— que muestran el parto como algo violento, doloroso o peligroso.“Las redes sociales están llenas de testimonios desgarradores. Y claro que eso influye en la percepción del parto”, dice la doctora.

Tocofobia secundaria: aparece después de una experiencia traumática: un aborto, una cesárea de emergencia, un parto complicado o incluso un caso de violencia obstétrica o duelo perinatal.Aquí el cuerpo recuerda lo vivido, y el miedo es una forma de protegerse del dolor que ya se conoció.

Además, la tocofobia suele entrelazarse con una sensación de vulnerabilidad aprendida: la idea de que el cuerpo femenino es frágil o que no está hecho para soportar el parto. A eso se suma la desconfianza hacia el sistema médico, que tantas veces ha ignorado o maltratado a las mujeres cuando más vulnerables se sienten.

¿Cómo se puede sanar este miedo?

Superar la tocofobia requiere acompañamiento y escucha, no solo recetas o diagnósticos. El enfoque ideal combina el trabajo médico, psicológico y, si es necesario, psiquiátrico.

El miedo no se cura con tecnicismos, sino con confianza. El primer paso es encontrar un médico o médica con quien puedas sentirte segura, escuchada y sin juicio.

“La paciente detecta cuando hay clic con su médico. Si no hay esa conexión, es mejor buscar otra opinión”, dice la doctora Sordo Machado.

El acompañamiento incluye:

  • Explicar absolutamente todo: entender qué pasa con tu cuerpo reduce la incertidumbre.
  • Reconocer los traumas previos: no minimizar experiencias pasadas, sino darles un lugar para poder sanarlas.
  • Acompañar con empatía: el seguimiento constante —y la presencia de familiares o personas de confianza— puede marcar la diferencia.

Hablarlo cambia todo. La terapia, sobre todo con una o un psicólogo perinatal, puede ser clave para:

  • Nombrar y soltar: expresar el miedo lo hace menos grande.
  • Aprender a calmarse: técnicas como la meditación o el mindfulness ayudan a reconectar con el cuerpo y el presente.

  • Informarse sin miedo: los cursos prenatales, charlas y comunidades de mujeres que comparten experiencias positivas del parto ayudan a desmontar los relatos de terror que circulan por ahí.

Si el miedo sigue siendo abrumador, un psiquiatra puede valorar si se necesita medicación temporal o apoyo adicional. No es signo de debilidad, sino una herramienta más para recuperar la calma.

La tocofobia no es exageración ni falta de instinto maternal. Es una respuesta real a un miedo real. Y como todo miedo, puede sanar con acompañamiento, información y un entorno que respete las emociones de las mujeres. Porque el parto no debería vivirse desde el terror, sino desde el derecho a un trato digno, respetuoso y humano.