Mientras abres un libro y revisitas las reflexiones de Angela Davis en la teoría social antirracista, o los pasajes místicos y feministas de Han Kang, no estás leyendo exactamente las palabras de la autora, sino su traducción: un mar de palabras que fueron escritas en un contexto cultural distinto y que, al pasar al español, se vuelven cercanas sin perder su raíz.
Esa cercanía no ocurre por azar. Es el resultado de un trabajo cuidadoso en el que la palabra se reconstruye, se reimagina y se adapta para dotar de sentido a lectoras y lectores en otros territorios, así los libros dejan su idioma de origen para abrirse a nuevas comunidades lectoras.
Detrás de ese puente invisible están, muchas veces, mujeres traductoras, quienes hacen posible acceder a esas voces, aunque pocas veces se les reconozca la magnitud de su aporte cultural.
Este 30 de septiembre, Día Internacional de la Traducción, no solo se recuerda un oficio históricamente poco reconocido, también se pone en evidencia la amenaza que enfrenta con la llegada de la automatización impulsada por la Inteligencia Artificial (IA), pues la IA ha promovido la idea de que una máquina puede traducir de forma rápida y gratuita ha demeritado el valor del trabajo humano.
En este escenario, surge una pregunta inevitable: ¿dónde queda el valor humano en la traducción en un mundo que responde al algoritmo de la IA?
IA, traducción y género
Para Mariana Favila Alcalá, traductora jurídica designada por el Consejo de la Judicatura Federal en México, con formación en idiomas y comunicación, en entrevista con La Cadera de Eva, el panorama actual de la traducción es complejo y ambivalente, pues está marcado profundamente por la irrupción de la IA, cuyo avance en el área ha generado un clima de incertidumbre, miedo y frustración, especialmente entre las traductoras recién graduadas.
Y es que los desafíos que enfrentan las traductoras tras la llegada de la IA son multifacéticos y abarcan diferentes aspectos, desde los económicos y profesionales, hasta los éticos y emocionales.
Pero para entender lo que está en juego es necesario entender que implica traducción.
¿Qué significa traducir desde la mirada feminista?
La traducción es un trabajo artesanal y un proceso cognitivo complejo que va mucho más allá de simplemente “intercambiar palabras entre una lengua y otra”. Implica traducir sentidos, y no palabras, como replican los sistemas automatizados de IA.
Y es que el núcleo de la traducción es transferir sentidos, muchos de los cuales están ocultos o no son explícitos en el texto original y requieren que las personas traductoras entiendan lo que se dice “entre líneas”. No se trata de un proceso automático, sino de uno que exige investigación, análisis detenido y una toma de decisiones consciente y fundamentada.
“En apariencia, un texto que pasa por IA pareciera que está bien traducido, pero ya cuando lo ves con lupa, cuando lo comparas con el original, con el detenimiento se percatan de muchos errores”, explica Favila Alcalá.
Para entender la importancia de la traducción en la vida tal como la conocemos, podríamos remontarnos a Egipto, alrededor del año 195 a. C., fecha en la que se sitúa la Piedra Rosetta. Este documento contiene el mismo decreto en tres escrituras: jeroglíficos egipcios, demótico y griego antiguo. La piedra no solo permitió descifrar los jeroglíficos, sino que constituye una representación temprana de cómo la traducción inserta la condición y el sentido humano en el lenguaje, al tender puentes entre culturas y sistemas de pensamiento distintos.
La intersección y mirada feminista va más allá: cada traductora está atravesada por una historia discursiva y narrativa que, a menudo de forma inconsciente, influye en sus decisiones y en la forma en la que traduce. Se requiere una capacidad humana para analizar las opciones, para entender los momentos sensibles, donde las palabras se pueden transformar en herramientas de doble filo, un error estructural en las traducciones elaboradas con IA, que a operan exclusivamente a través de la probabilidad.
Mariana Favila explica un ejemplo claro de ello:
“Hay estudios donde han incorporado traducciones de lenguas como el turco, que no marcan género, a lenguas que sí lo hacen, como el español, y casi siempre los personajes o personas en general que ocupan algún cargo de prestigio, como en la medicina, en estas situaciones de paciente con profesional de la medicina, casi siempre se traduce como “doctor” en masculino y ‘paciente’ en femenino, o ‘enfermera’ siempre en femenino, aunque ya haya cada vez más hombres ejerciendo la profesión de enfermería”.
La IA replica estos sesgos, pues lo masculino se traduce en favor de una posición de prestigio, mientras que lo femenino, se traduce en un rol de subordinación.
Desafíos y barreras invisibilizadas
“La idea de que la IA puede traducir de forma rápida y gratuita ha demeritado el trabajo de traducción”, explica Mariana Favila Alcalá, esto provoca que se ofrezcan tarifas mucho más bajas por el trabajo humano, precarizando la profesión y eliminado los puestos de traducción.
La presión económica y la desvalorización del trabajo están orillando a muchas traductoras, incluso a aquellas con décadas de experiencia, a abandonar la profesión, una decisión que resulta muy dolorosa.
Pero lo más preocupante es que en algunos casos, los roles se transforman y en lugar de buscar traductoras, se buscan personas para entrenar a una IA, que muchas veces va en contra de los principios de muchas profesionales.
Pero, ¿qué implica relegar el lenguaje humano a las máquinas?
La contradicción de la IA: “robots hablando con robots”
En la educación básica, al menos en el contexto mexicano, se nos dice una frase que parece ser una verdad universal: “los humanos nos comunicamos a través de palabras, esa cualidad, junto con la razón, es lo que nos hace diferentes al resto de las especies”.
Mariana Favila Alcalá señala que durante mucho tiempo, la capacidad de comunicarnos a través del lenguaje se utilizó como la principal justificación en una narrativa especista, ya que postula que los seres humanos son superiores a todos los demás animales precisamente porque poseemos esta habilidad comunicativa compleja.
Esta es una de las grandes contradicciones de la IA, ya que esa misma capacidad que supuestamente nos hace “especiales y superiores”, está siendo delegada a una máquina. Ahora, las conversaciones, textos y traducciones no son fundamentalmente humanas, si no que se han convertido en un torbellino reciclado por la artificialidad, como "robots hablando con robots". Por ello, la especialista pregunta a modo de reflexión: si la comunicación es lo que nos hace únicos, ¿por qué se la estamos entregando a una máquina?.
“Tenemos que recuperar eso, el valor de la lengua, de la comunicación como una amalgama social, ahí es donde podemos hacer nuestro campo de batalla de alguna manera, porque en esta fragmentación que se está dando con las oligarquías, del glotaritarismo del que habla Sayak Valencia, tenemos mucha labor que hacer. Estamos en un punto parteaguas en este momento con la IA porque es definir si le vamos a dejar esta tarea tan importante a una máquina o vamos a retomar esa capacidad que tenemos de usar la lengua”, reflexiona Mariana Favila Alcalá.
Traducción y colectividad
La traducción puede ser una profesión muy solitaria, pues a menudo se realiza desde casa, sensación que se amplifica frente a la idea de que una máquina puede hacer el trabajo.
Por ello, la colectividad, y la colectividad feminista, abre un espacio de resistencia para reconocer el trabajo de las traductoras. “Es fundamental crear estrategias de manera colectiva, y no atomizada o en lo individual para generar conciencia sobre el valor del lado humano en la traducción”.
Bajo esta lógica nació Tradhumanas de Nuestramérica (cuyo nombre es una fusión de “traductora y humana”) un pódcast plural y sororo que busca poner de manifiesto el lado humano del trabajo con la lengua, especialmente de la traducción y la interpretación en América Latina y el Caribe, co-creado por Favila Alcalá.
“La clave sería generar esos espacios de encuentro, de acompañamiento, de acuerpamiento, para, por un lado, darnos cuenta de que no estamos solas. Muchas mujeres, particularmente aquí en México, de otras áreas de formación, incursionan en la traducción porque les permite compaginar la vida de madre, esposa y profesionista. Es importante crear estos espacios de encuentro donde se puedan generar estrategias colectivas para cuidar la salud mental, financiera e incluso otros aspectos porque es algo que no nos enseñan en la escuela, por ejemplo. Entonces sí, creo que la clave ahí es la colectividad”, finaliza.