¿Quién no se ha vuelto locx alguna vez por amor? El amor es ese concepto universal que nos convoca, nos complejiza y nos atraviesa todo el tiempo. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de solo dejarnos llevar por el sentimiento, empezáramos a pensarlo críticamente? ¿Y si nos diéramos cuenta de que el amor no es solo una emoción individual, sino una poderosa arquitectura del poder que organiza nuestra sociedad?

Suele decirse que pensar el amor es matarlo, pero estos ensayos demuestran lo contrario. El libro Cuando hablamos de amor ( Sexto Piso, 2025) es un esfuerzo colectivo de pensadoras y escritoras mexas como Iveth Luna Flores, Yásnaya Elena Aguilar y Clyo Mendoza que abordan el concepto desde miradas diversas y críticas, invitándonos a sacudir la inercia, aunque a veces duela, para crear nuevos horizontes. 

Los ensayos de Cuando hablamos de amor invitan a repensar el amor más allá de la pareja y el romance tradicional. Sus autoras exploran cómo la cultura, la tecnología y los mandatos sociales influyen en nuestras relaciones, destacando la importancia del cuidado, la amistad y los vínculos comunitarios. Más que un sentimiento individual, el amor se presenta aquí como un fenómeno complejo, político y colectivo, lleno de posibilidades diversas y cuestionadoras.

Es un llamado a romper los paradigmas que nos hemos impuesto en el ámbito relacional y a construir un tejido del amor polifónico, multiforme y cuestionador en este mundo lleno de violencia.

La Cadera de Eva conversó con Julia Didrikson Muriedas, activista feminista, creadora de contenido y maestranda en estudios de género, quien forma parte de esta valiosa antología de ensayos editados por la escritora mexicana Aura García-Junco, autora también del libro El día que aprendí que no sé amar.  

Para  Julia Didrikson Muriedas, publicar por primera vez y convertirse a la escritura desde el formato de videos cortos de redes sociales fue una experiencia a la vez aterradora y de mucha emoción. El ensayo con el que participa en esta antología se titula “El consuelo amoroso digital”.

En exclusiva para nuestras lectoras, Julia nos ofrece una mirada reflexiva sobre la crítica al amor romántico y su intersección con nuestro espacio más íntimo y, a la vez, más público: el internet.

¿Qué representa para ti cuando hablamos de amor como proyecto colectivo?

Me parece fabuloso que voces de escritoras y pensadoras tan chidas se unan en un solo tema que nos ha complejado a las mujeres, que es el amor, y en específico el amor de pareja, el amor romántico. Lo abordan con una visión bastante crítica, pero a la vez personal, con tanta diversidad de experiencias y de temas. 

Es fundamental porque le ponemos la seriedad y la profundidad que sigue mereciendo el hablar sobre el amor, algo que muchas veces nos han dicho que no importa tanto, tal vez desde la academia o la literatura. 

Este libro es una continuidad de este esfuerzo colectivo de muchas mujeres y personas de la diversidad sexogenérica para posicionar el amor desde un pensamiento más crítico y diverso.

Precisamente en tu ensayo abordas el concepto de "consuelo amoroso digital". ¿Cómo lo defines y qué te llevó a explorarlo?

Yo ya venía trabajando en la maestría la intersección entre internet, redes sociales y el amor romántico. Me di cuenta de que encontramos un consuelo digitalizado en una frase, un podcast, una imagen, un TikTok, o incluso un test de personalidad. 

Esta información tan breve, digitalizada y generalizada, nos puede llevar a sentir una especie de consuelo o escapatoria que usamos para desresponsabilizarnos de ciertos fracasos en el amor.

Mi texto es una crítica a esa visión generalizada de los "amores sanos", pero también es una autocrítica a mí misma, sobre cómo nos hemos otorgado la facultad de diagnosticar a las personas a nuestro alrededor con algún trastorno mental o de personalidad, justamente para desresponsabilizarnos del fracaso amoroso. 

Para decir: "no es mi culpa que esté sufriendo tanto de amor, sino que es culpa del otro o la otra que no está cumpliendo con mis estándares normativos de personalidad y de cómo se tiene que vivir un amor sano, entre comillas".

¿Crees que lo digital ha transformado realmente el amor o solo ha cambiado la forma en que lo vivimos?

Sí, completamente. Como diría Remedio Safra, el internet es un nuevo espacio epistémico donde estamos aprendiendo, socializando y desarrollándonos. A partir de la pandemia, el espacio digital es, si no el más importante, el segundo espacio de socialización más importante. Rectificamos conductas, deseos, miedos y posturas políticas en el entorno digital.

Las relaciones sexofectivas están mediadas por internet. Por ejemplo, antes los celos ocurrían cuando veías a tu pareja bailando con otra persona, pero ahora tenemos un repertorio de documentos o archivos para ponernos celosas y para controlar a nuestra pareja

Además, el contenido terapéutico en internet nos ha dado términos como "responsabilidad afectiva" y nos va marcando cómo deben ser las relaciones sanas. El internet ha marcado ciertos estándares que seguimos porque nos hacen sentido.

Siendo tu ensayo tan centrado en la tecnología, ¿en qué coincidiste con otras autoras del libro y en qué sentiste que tu mirada era distinta?

Siento que los textos se relacionan de forma maravillosa. Mi ensayo se conecta con el de Dhalia de la Cerda, que cuestiona si el amor es "el último bastión del patriarcado universal". 

Ella complejiza la narrativa de mujeres víctimas y hombres perpetradores, dando a entender que otros sistemas de poder como el capitalismo y el colonialismo también interfieren en cómo nos relacionamos.

En esa línea, Dhalia critica el contenido feminista generalizado en internet, señalando que lo que más se comparte no es lo más justo o complejo, sino lo que más desahoga. Yo agregaría que el contenido sobre amor que más se comparte es el que más nos desresponsabiliza y sitúa al otro o a la otra como algo que hay que cambiar.

Mi mirada se distingue porque, aunque dos o tres autoras abordan el tema en los márgenes, el mío se centra en el internet como un nuevo espacio para relacionarnos, aprender a desear, y darnos consuelo. 

Sin embargo, quise cerrar con una mirada esperanzadora del internet: que estas tecnologías se usen a nuestro favor como movimientos sociales, para crear comunidades, compartir saberes feministas, organizarnos y para el disfrute.

Si pudieras elegir una frase o idea del libro para que perdure en quien lo lea, ¿cuál sería?

Elegiría una de la querida Aura García Junco, quien además de su hermoso prólogo, tiene un ensayo maravilloso. La frase es espectacular y resume el esfuerzo del libro:

"¿Por qué el amor como lo conocemos, el que legitima herencias, créditos hipotecarios, derechos conyugales, custodias, no es solo una emoción, es un dispositivo de organización social, una arquitectura del poder. Despojado del encierro y de la competencia, el amor puede ser otra cosa, no una promesa de plenitud individual, sino una práctica colectiva de cuidado y una estrategia para sostener la vida"

Esto me parece fundamental, pues busca descentralizar el amor de la noción parejil, monógama, heterosexual y dictaminada, para contemplarlo como una práctica de cuidado, comunidad y una estrategia para sobrellevar las dificultades de violencia y desigualdad que vivimos.

¿Por qué deberíamos leer Cuando hablamos de amor?

Es indispensable porque el amor nos atraviesa todo el tiempo. Podemos seguir viviendo el amor como nos lo ha dictado la sociedad, los productos culturales y los sistemas de poder, o podemos empezar a abrirnos hacia otras formas más diversas, complejas y amorosas de pensarlo, vivirlo y desearlo. 

Hay que vivir y gozar el amor, sí, pero también hay que pensarlo críticamente, guiándonos por la razón y por las complejidades, no solo por nuestros sentimientos. Este libro complementará muchísimo el bagaje de cualquier lectora que ya se esté acercando a un amor crítico.