En el marco de las manifestaciones a favor de Palestina e Israel que se han gestado alrededor del mundo y que el fin de semana pasado tuvieron lugar en Ciudad de México, queda una conversación pendiente y coyuntural alrededor de estas posturas: la perspectiva de género y el cuestionar si el sistema de ayuda humanitaria reconoce las experiencias y necesidades de todos los grupos poblacionales en situación de vulnerabilidad.

En un conflicto armado de esta magnitud se reconoce que toda la población se encuentra en situación de vulnerabilidad sin importar el género, sin embargo, para entender todas las aristas que se atraviesan y cómo podemos abonar a una ayuda humanitaria inclusiva, es necesario reconocer las experiencias de diversos sectores y el grado de vulnerabilidad en el que se encuentran, por ejemplo, personas menstruantes, gestantes, que se encuentran lactando, infancias, madres, recién nacidos o personas adultas mayores en situación de abandono. No se puede brindar ayuda humanitaria y tampoco, construir una resolución al conflicto sin reconocer la experiencia de las mujeres y de otros grupos minoritarios que enfrentan mayor vulnerabilidad.

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Alejandra Robles Ríos, maestra en Estudios de Paz y Conflicto, se ha enfocado en documentar y generar mecanismos de afrontamiento de la responsabilidad del Estado hacia la protección a los derechos humanos en contextos de uso de la fuerza, la migración, detención y desaparición de personas; comparte en entrevista con La Cadera de Eva que el primer ejercicio central es entender que las mujeres tienen un rol vitalicio en la resolución y entendimiento de conflictos, pues estos se viven de manera diferenciada entre sectores de la población, siendo un ejemplo de esto la violencia sexual y de género

De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, en contextos bélicos 7 de cada 10 mujeres sufre violencia de género, mientras que, a nivel global, la cifra de violencia de género corresponde 3 de cada 10 mujeres, es decir, que en estos escenarios la violencia en razón de género se duplica. Asimismo, la UNESCO alerta que 9 de cada 10 adolescencias no asiste a la escuela y que 6 de cada 10 muertes maternas -en contextos bélicos- son prevenibles. 

La especialista recuerda la guerra civil en Ruanda o la guerra de liberación en Bosnia Herzegovina donde las mujeres fueron víctimas de abuso sexual masivo, estas acciones forman parte de un arma de guerra en contra del enemigo y actualmente, la comunidad internacional busca reconocerlo como un crimen de guerra en los márgenes del Derecho Internacional Humanitario.

Ahora bien, antes de entrar en materia de la ayuda humanitaria y la resolución de conflictos, urge la necesidad de erradicar un mito revictimizante: las mujeres no son víctimas y tampoco deben ser parte de discursos condescendientes. 

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Las mujeres son parte activa en los conflictos bélicos 

Ya sea a través de los cuidados o desde el combate, las mujeres son una parte muy activa de los conflictos desde la Segunda Guerra Mundial, explica Alejandra Robles Ríos. Son mujeres que viven los conflictos de una manera diferente de la que poco se habla, para empezar, viven un proceso para desgenarizarse y adoptan algo más cercano a lo masculino para formar parte del grupo, esta experiencia es algo que sus congéneres jamás vivirán. 

Posteriormente, la especialista señala que existe un abanico muy extenso de otras mujeres de quienes se desconoce sus necesidades para resistir, por ejemplo, las mujeres prisioneras o bien, mujeres que salieron a combatir y la sociedad las rechazó por haber abandonado su hogar, siendo condenadas a vivir situaciones de precarización laboral y pobreza, esto último se vio con gran tendencia en Corea y las guerras de liberación de la URSS. 

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Todos estos escenarios han estado presentes en las guerras y conflictos de manera histórica, sin embargo, poco se les reconoce y se ha concebido lo bélico como un fenómeno masculinizado, de esto deviene que hablar de la perspectiva de género sea urgente; no podemos entender ningún fenómeno sin antes pasarlo por este crisol. 

El papel de los medios de comunicación en las guerras

¿Los medios han abordado las experiencias de la mujer?: No, responde Alejandra Robles Ríos y señala consecuentemente: ¿Cuántas noticias de adultas mayores han trascendido?, mujeres que no pueden ser evacuadas del edificio, que están solas y que las alertas de ataques aéreos no te dan más de 10 minutos para evacuar, ¿ellas pueden salir?, ¿qué pasa con este grupo poblacional en situación de abandono?  y sólo para ver esto, hay que trasladarnos a Ucrania que tiene un altísimo porcentaje de mujeres mayores. 

Con un total de 26 millones 16 mil mujeres ucranianas -mayormente en su vejez-, este sector se enfrenta a violencia sexual y económica, sin embargo, el Estado ucraniano ha ignorado las necesidades de este grupo desde el inicio del combate, si te interesa conocer más de esto, sigue tu lectura con nuestro artículo “Mujeres mayores en la guerra de Ucrania: en desempleo y sin redes de apoyo

¿Te puedes imaginar qué pasa con la salud mental de estas mujeres?, cuestiona la especialista y continúa preguntando, ¿cuál será el futuro de aquellas mujeres que fueron agredidas sexualmente y ahora viven un proceso de gestación en contra de su voluntad?

"¿Cuándo se hablará de la salud mental de los sectores que han sido históricamente ignorados en la guerra?” (Alejandra Robles Ríos)

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Ayuda humanitaria sí, pero con perspectiva de género

Hay que hacer hincapié en que cada sector va a tener necesidades específicas y tener una agenda clara de esto es vital. Al preguntarle a Alejandra Robles Ríos sobre necesidades prioritarias, la especialista señala las siguientes: Kits de emergencia que previenen cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual y medicamentos preventivos de embarazo

“Si no se tiene ese lente para pensarlo, [el de perspectiva de género], entonces, no viene consigo la ayuda humanitaria. Son pocas las organizaciones que van a reparar en estos kits de emergencia incluso, en algo tan absurdo como toallas sanitarias; no son algo central para estas personas. Piensan en latas, alimentos y botellas de agua, nadie repara en otras necesidades.”

Por otra parte, la especialista comparte una experiencia que fue parteaguas para dimensionar la importancia de una ayuda humanitaria feminista e incluyente, pues cuando trabajó en materia de migración, no existía alguna recaudación importante de pañales y no fue hasta que una mujer delegada cuestionó: ¿Saben cuántos pañales ocupa una criatura?, hasta ese momento, se le comenzó a dar prioridad a estos insumos y lo necesario que era recibirlos para miles de madres, Alejandra Robles Ríos ataja que ese “click” no se había hecho porque jamás se había cuestionado y reconocido las experiencias de otras personas. 

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Contra la ayuda paternalista y colonial

Joan Berke directora de la Feminist Humanitarian Network comparte una cita poderosa para efeminista: “La ayuda humanitaria es paternalista, heredada del sistema patriarcal y no responde adecuadamente a las necesidades de niñas y mujeres”.

Sobre esto, Alejandra Robles Ríos añade otro punto crucial: La ayuda humanitaria no sólo ha sido paternalista, sino también colonialista y eurocentrista

“La ayuda ha sido paternalista, cuando hay una sola mente quien decide cómo se va a otorgar la asistencia, y por lo general, la red humanitaria internacional son eurocentristas, esto es el gran marco rector. Estamos concebidas desde el colonialismo van a priorizar su visión de asistir como entes blancos, europeos que imponen su asistencia, esto representa un gran conflicto que viene desde hace décadas”.

¿Por qué resulta tan preocupante que el colonialismo blanco y occidental ocupe las organizaciones de ayuda humanitaria?, en esta respuesta convergen dos posturas; la primera, es que se perpetúa una relación del hombre blanco y salvador con otras comunidades y posteriormente, se les otorga el poder de volverse partidarios en la toma de decisiones de conflictos y contextos completamente ajenos a ellos. Las respuestas y resoluciones deben devenir sólo de las partes involucradas, algo que el intervencionismo y ayuda blanca no permite que exista, ataja Alejandra Robles Ríos. 

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Como sabemos, el feminismo es interseccional y cuando hablamos de este colonialismo, es imposible no aunarlo a la lucha patriarcal, prueba de ello es la androcracia (espacios de poder ocupados únicamente por varones) de las organizaciones y redes de ayuda humanitaria. 

De acuerdo con ONU Mujeres, de 1992 a 2019, es decir, en un lapso de tiempo de 27 años sólo el 13% de las personas negociadoras de conflictos son mujeres, el 6% participó en procesos organizacionales por la paz y otro 6% formó parte de la resolución de conflictos como mediadoras. 

Desde su experiencia y como parte activa en la consultoría por la paz, Alejandra Robles Ríos hace hincapié señalando en que las grandes direcciones de las agencias de asistencia humanitaria son ocupadas sólo por hombres, lo que propicia que se continúe entendiendo el apoyo como una protección paternalista: “Llegarán y te darán dinero o comida, más no centrarán la asistencia en algo humano y en paridad”, sentencia

No sólo se necesitan más mujeres; se necesita menos violencia y opresión 

La participación activa de las mujeres en esfera política y posiciones de liderazgo reduce conflictos violentos y aumenta la posibilidad de soluciones pacíficas, es decir, que entre mayor sea la participación de mujeres, hay menor probabilidad de que esa sociedad reaccione de manera violenta para resolver un conflicto (interno o externo). Además, existe una relación directa entre la brecha de género, la violencia de género y las reacciones bélicas de las naciones, algo que expone la ONU en su informe “Pathways for peace”.

Hay algo importante que se debe destacar y es que estos hallazgos son meramente estadísticos; es información cruda y no intenta ahondar en roles de género, pues hay que recordar algo vitalicio en este abordaje: las mujeres no son pacifistas, amorosas, maternales por naturaleza y tampoco son las únicas tejedoras de los lazos afectivos de una sociedad. 

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Las mujeres han sido parte activas de los conflictos por el simple hecho de ser parte de la población civil afectada y también combatientes, por lo que su participación en las mesas de discusión y resolución son un necesario para erradicar la ginopia, el pensamiento colonial y patriarcal. Su participación permitiría una visión de cómo impactan los conflictos bélicos en otros sectores, por ejemplo: qué pasa con la nutrición de personas lactantes, la violencia sexual como crimen de guerra o las adultas mayores en situación de vulnerabilidad

“La forma en que están configurados los sistemas no ofrece muchas oportunidades para que las mujeres participen y aporten sus experiencias y conocimientos”. (Joan Burke para efeminista)

Finalmente, estos son tres puntos que Alejandra Robles Ríos rescata sobre la importancia de las mujeres en la toma de decisiones y resolución de conflictos:

  • Las mujeres no son sólo "víctimas" en indefensión, debemos escucharlas e involucrarlas en todas las mesas para saber de dónde hay que partir para generar acuerdos.

  • Las mujeres son un grupo que ha trabajado en la construcción de un nuevo entendimiento social, se están dando guerras donde el feminismo no es un estudio, es una acción. Hay que verlas como grupos que tienen muchísimo que aportar y que el feminismo debe estar sí o sí en las mesas, porque si no vamos a hablar de todas las desigualdades e injusticias, entonces, el ciclo de la violencia continuará reproduciéndose.

  • Las mujeres en estas mesas abonarán a una concepción distinta de los conflictos; se reconocerá sus experiencias y necesidades: “Sólo teniendo a una mujer ahí se podrá decir: Oye, las mujeres necesitamos pastillas para la menopausia, toallas sanitarias, apoyo para las mujeres trans”. 

Que las mujeres queden fuera de las mesas de discusión resulta absurdo y la especialista lo compara con aquel chiste de una convención de ginecología donde los únicos participantes son hombres, señala entre risas y prosigue: “Así de absurdo se escucha sólo sentar a hombres en la resolución de conflictos y esto no es un hilo negro, ni el gran descubrimiento, esto es algo que sabemos desde hace décadas”. 

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Una manera de comenzar a revolucionar el pensamiento y reconocer la importancia de las mujeres en la resolución de conflictos es nombrándolas, mantenerse informadas sobre su participación, compartir el diálogo con nuestro círculo, abonar con una ayuda humanitaria que responda a las necesidades de la diversidad, hacer hincapié en que la resolución de conflictos sólo se debe dar entre personas del mismo contexto (evitar compartir contenido revictimizante / “salvador”) y sobre todo, hablar de feminismo en todos los espacios posibles cuestionando los discursos ginopes; esa es la trinchera de lucha.

“Hay que seguir hablando de feminismo y en todos lados, pero hay que hacerlo de manera asequible porque hay momentos donde nos enojamos y nos enfadamos cuando nos tratan de histéricas, pero hay que saber que esta es nuestra lucha, por lo tanto, hay que elegir nuestras batallas, no nos peleemos con la pared, recordemos que en cualquier contexto, no importa cuál sea, siempre existirá la perspectiva de género y estaremos ahí” (Alejandra Robles Ríos)