¿Entre más larga la falda, peor es la economía de un país? La moda no sólo es un medio para expresar nuestra identidad y estilo personal, sino que se ha convertido en una herramienta de carácter sociopolítico que ayuda a difundir o afianzar posturas ideológicas.

Ejemplo de ello son casas de moda como Ralph Lauren y Dior, que  vistieron  a Melania Trump durante la campaña y toma de protesta del ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Lejos de ser una elección casual, sus atuendos, marcados por tonos grises o pasteles, ayudaron a proyectar una imagen de “elegancia y clase” que muchos simpatizantes de la familia Trump han celebrado en redes sociales. La moda, así, también construye discursos políticos.

Hoy las prendas siguen  hablando de política y sociedad. Desde el verano de 2022 y hasta la actualidad las faldas largas se han popularizado. Una prenda que en México se asociaba con la vestimenta de las mujeres de la religión cristiana, especialmente de aquellas que pertenecen a las ramas de iglesias adventistas o Testigos de Jehová, pasó a ser una fuerte tendencia en el mundo de la moda

La tendencia de la falda larga, sobre todo en un clima político en el que la derecha avanza hacia el poder, habla de la relación que existe entre la moda y la política. El estudio The Hemline Index, o El Índice del Dobladillo  fue uno de los primeros en proponer que existe una relación entre la moda y los fenómenos sociales, en este caso, en la economía

¿Qué se dice en The Hemline Index?

The Hemline Index es una teoría macroeconómica que sugiere que existe una relación entre el largo de las faldas y la economía de un país. El economista George Taylor sugirió la teoría en 1926, después de la bonanza económica en Estados Unidos que se dio después de la recesión de la Primera Guerra Mundial entre 1917 y 1921. 

La teoría sostiene que: 

  • Las faldas cortas son sinónimo de prosperidad económica: se relaciona el corto de la falda con la abundancia de recursos para crear piezas complejas y con la seguridad de las mujeres en el clima político.

  • Las faldas largas son sinónimo de recesión económica: se relaciona con la falta de recursos para crear piezas de ropa con patrones más elaborados, por lo que se opta por ropa minimalista con la menor cantidad de costuras y tela desperdiciada posible. 

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Aunque la teoría ha sido criticada por parte de algunos sectores de la comunidad económica, la teoría goza de de cierta aprobación general, ya que se basa en episodios históricos de recesión económica en el mundo que han impulsado transformaciones políticas e ideológicas en distintas sociedades.

Otros indicadores de recesión, según un estudio de IBM:

  • El alto del tacón de los zapatos: entre más corto el tacón, peor economía

  • El skincare para enfatizar rasgos de belleza “naturales”: menor uso de maquillaje implica menos cuidados y costos en cosméticos, aunque en años recientes se ha impulsado la compra de productos del cuidado de la piel para enfatizar la belleza “natural”.

  • El ancho de las cejas: entre más delgada la ceja, más cuidados, lo que indica mayor bonanza económica. 

El largo de la falda entre la recesión y la bonanza económica

En la década de 1920 las mujeres comenzaron a utilizar las prendas como una forma de expresión y liberación, pues la tendencia giró en torno a siluetas rectas para mayor comodidad y cortas sobre la rodilla, ornamentadas con brillos y telas más llamativas para la época. Este fenómeno inspiró la teoría de Taylor, que encontró una relación entre la salud económica de Estados Unidos con el largo de la falda de las mujeres.

La teoría indica que, entre más corta sea falda, mejor será la economía de un país, y por el contrario, entre más larga la falda, peor será el desempeño económico. Otro ejemplo de la relación entre el bienestar económico de un país y el largo de las faldas es la recesión económica de 1945, tras la Segunda Guerra Mundial. 

En el año 1947 se popularizó la tendencia de la silueta ceñida a la cintura de Dior  para representar la feminidad tras la guerra, pero también demostrar elegancia y lujo. Esta tendencia permaneció activa por más de una década, y no fue hasta el ascenso de la contracultura en 1960 con el movimiento hippie en contra de la represión y el capitalismo que se presentó un cambio radical en la vestimenta de las personas, sobre todo en las personas más jóvenes. La minifalda se popularizó con el crecimiento económico de Estados Unidos y muchos otros países, pues se estabilizaron los precios en el mercado e incrementó el PIB del país. 

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La ropa de la década del 2000, que se caracterizaba por la combinación de estampados llamativos, colores y ropa ajustada transitó a una moda más práctica. En la recesión de 2008 la tendencia de la falda larga regresó bajo el nombre de business casual, con sacos, faldas debajo de la rodilla, jeans y ropa práctica para el día a día. Esta tendencia se originó en la década de 1980 con el auge de las empresas tecnológicas que comenzaban a forjar una corriente de oligopolio en Silicon Valley.

En la actualidad, la moda de la falda larga sigue presente, y para muchas personas ha significado un aviso de que la economía entrará en un periodo de recesión económica, pues este indicador, junto a las tendencias del clean look, y la moda conservadora, en mayor o menor medida, están relacionados también con  el avance de la derecha en el mundo.