¿Te has dado cuenta de que, cuando necesitas guardar algo en tus bolsillos, nunca hay suficiente espacio? Seguro te ha pasado esto: quieres meter tu celular en el pantalón, pero no cabe y terminas entregándoselo a tu novio o amigo, o cargando una bolsa de mano.
Seguramente este no es un problema exclusivo de tus jeans favoritos. Si observas con atención te darás cuenta que ocurre con casi toda tu ropa. Desde los pantalones de vestir con bolsillos diminutos donde apenas caben unas monedas, hasta las bolsas falsas cosidas en tu chaqueta preferida, la moda femenina ha normalizado prendas poco funcionales.
Pero, ¿por qué las mujeres tenemos menos espacio en nuestros bolsillos o incluso son inexistentes?
Aunque pueda parecer una simple nimiedad que se resuelve comprando un bolso, en realidad revela una desigualdad profundamente normalizada en el diseño de la ropa femenina, y es que detrás de las costuras de nuestras prendas se esconde un enemigo común entre las mujeres: el patriarcado vestido de moda.
Sin bolsillos y sin autonomía
Tal vez viste el video que se viralizó tras el combate entre Canelo Álvarez y Terence Crawford, pero no de la pelea en sí, sino de lo ocurrido a la entrada del estadio. En redes sociales circularon fragmentos “graciosos” en los que hombres cargaban los bolsos de sus acompañantes femeninas, luego de que se hiciera pública la política de no bags policy.
Aunque los videos parecen inofensivos hay algunas cosas que señalar. La mayoría de las mujeres asistieron al evento con atuendos entallados o cortos —no hay nada malo en ello—, sin embargo, la política del lugar no bags policy les impidió entrar con sus bolsos, obligándolas, si es que querían resguardar sus pertenencias, a entregárselas a sus acompañantes masculinos.
Esto expone una dinámica de desigualdad y dependencia que, aunque es cotidiana e incluso normalizada, resulta simbólicamente significativa.
Y es que la moda, al menos la hegemónica, nos dice algo a gritos: prefiere perpetuar la silueta tradicional de la feminidad, curvilínea, delgada y entallada, a hacer prendas que permitan a las mujeres realizar tareas de la cotidianidad sin perder autonomía.
El bolsillo como liberación femenina
No es casualidad que nos emocionemos casi de manera colectiva cuando una prenda femenina tiene bolsillos. “¡Lo mejor es que tiene bolsillos!”, decimos mientras metemos las manos para probarlo, porque si un bolsillo es pequeño no cumple más que con un propósito estético.
Pero este no es un cuento contemporáneo, históricamente las mujeres han utilizado bolsillos como una forma de liberación femenina. Los bolsillos aparecieron por primera vez a finales del siglo XVII como una prenda desmontable que se colocaba alrededor de la cintura de las mujeres y debajo de todas las prendas para mantener a salvo objetos como llaves y kits de costura, de acuerdo con información del Centro de Historia y Cultura del estado de Maryland.
Así, entre grandes enaguas y metros de tela, el bolsillo desmontable representó autonomía y libertad para las mujeres, al permitirles cargar y resguardar sus pertenencias personales. Fue uno de los pocos espacios privados a los que podían acceder en una vida marcada por el estricto control de los roles de género.
Sin embargo, con la llegada del siglo XVIII se impusieron siluetas más entalladas y menos voluminosas. El bolsillo dejó de ser un accesorio funcional para ceder ante la estética de la figura femenina, y de ese sacrificio nació el bolsillo falso.
El ascenso del movimiento de liberación feminista de occidente en el siglo XX señaló la importancia política de utilizar ropa con propósito que trascendiera lo estético. En esa conversación el bolsillo apareció como una necesidad no sólo simbólica, sino también representativa de autonomía.
Hoy, movimientos en internet como #WeWantPockets insisten en visibilizar cómo estos “detalles” de diseño siguen pensados para mantener, de manera sutil, a las mujeres en los márgenes del espacio social.
Entre la liberación y el capitalismo
En 2024 el mercado global de las bolsas se valoró en más de 56 millones de dólares y se estima que en 2025 superará los 60 millones, de acuerdo con el estudio "Handbag Market Size, Share & Industry Analysis, By Product Type, By Raw Material, and By End-User, and Regional Forecast, 2025-2032", de Fortune Business Insight.
El mismo estudio señala que las totebags lideran la lista de los bolsos más comprados, seguidos por los clutch o bolsos de mano, lo que indica que las mujeres adquieren bolsos de acuerdo al “código de vestimenta” del evento. A esto se suma a una tendencia por adquirir accesorios funcionales y “modernos”.
Las pasarelas de moda lo confirman. Durante el desfile de Glenn Martens para Maison Margiela Artisanal, la mayoría de las piezas femeninas de la colección otoño-invierno 2025-2026 privilegiaron la estética sobre la funcionalidad.
Aunque esto no es una novedad en la industria, la diferencia resulta evidente, y es que mientras la colección masculina incluía abrigos, chaquetas y pantalones con bolsillos visibles y útiles, en la femenina estos brillaron por su ausencia.
Otras pasarelas prefieren reemplazar los bolsillos en las prendas por bolsos, muchos pequeños y sin real utilidad, y es que algunas casas de moda siguen priorizando la estética por encima de la funcionalidad. Y si bien la moda es un espacio de experimentación artística, también debería permitirnos ser creativas sin obstaculizar lo cotidiano, como trabajar, ejercer tareas de cuidado o movernos con libertad en la vida diaria.