Cristina Martínez Pinto se define como tecnóloga de interés público, emprendedora y mamá de dos niñas pequeñas. Su misión, dice, ha sido siempre imaginar futuros posibles y deseables en los que la tecnología contribuya a reducir desigualdades. “Desde la política pública he encontrado un espacio para articular miradas humanísticas y técnicas con el fin de que la innovación digital se ponga al servicio de la sociedad, y no al revés”, explica.

La fundadora y directora de PIT Policy Lab reconoce que no ha sido sencillo abrirse camino en un sector dominado por hombres, donde muchas veces se le cuestionó qué hacía una profesional de ciencias sociales en discusiones sobre tecnología.

“Al inicio sentía inseguridad, pero una década más tarde reconozco que precisamente esa mirada humanística es fundamental para diseñar sistemas digitales más justos. Aprendí a confiar en la fuerza de lo interdisciplinario y en la importancia de abrir espacio a voces diversas”. (Cristina Martínez Pinto)

Brecha digital con rostro de género

Martínez Pinto subraya que la brecha digital en América Latina no puede reducirse a la falta de dispositivos o conectividad. “Es una brecha de oportunidades, de seguridad en todo lo amplio de la palabra y de representación. Las mujeres y diversidades enfrentan mayores riesgos de violencia digital, menor acceso a formación en STEM y menos posiciones de liderazgo. Esa exclusión se perpetúa en un círculo difícil de romper”.

Para cambiar el panorama, plantea tres acciones urgentes: políticas de conectividad universal con enfoque de género, inversión en educación digital desde la infancia y marcos regulatorios que incluyan perspectiva de género en todo el ciclo de vida de las tecnologías.

Tecnología con propósito

La tecnóloga insiste en que el desarrollo digital debe pensarse desde el inicio con intención de impacto social. “Tiene que ser un esfuerzo intencional desde la ideación de los proyectos. Hay que preguntarse cómo puede impactar la tecnología en las dinámicas sociales, positiva o negativamente, y actuar en consecuencia”.

Entre las iniciativas que la inspiran menciona la Red Feminista de Inteligencia Artificial fAIr, los proyectos de Ivana Feldfeber con Data Género, el trabajo de Constanza Gómez Mont desde C Minds y Natura Tech Lab, así como la red de Women4Ethical AI de la UNESCO, de la que forma parte.

Liderar en clave feminista

En un entorno donde predominan las voces masculinas, Martínez Pinto busca redefinir el liderazgo. “Significa cuestionar el status quo, pasar de métricas de eficiencia a valor social. Y en lo personal, como mamá y profesionista, ser honesta sobre los retos de maternar y dirigir una organización”.

Sus referentes van desde Gabriela Ramos, que ha colocado la ética digital en la agenda de UNESCO, hasta académicas y activistas latinoamericanas como Paola Ricaurte. “Ella muestra que otra forma de hacer tecnología es posible”, afirma.

Futuro digital con equidad

Para Martínez Pinto, asegurar un lugar para niñas y jóvenes en la tecnología requiere empezar desde la educación temprana, romper estereotipos de género y fortalecer habilidades como pensamiento crítico y trabajo en equipo. “Debemos garantizar programas de apoyo para que se asuman como creadoras de tecnología”, sostiene.

Su visión de futuro es clara: “Un futuro en donde las mujeres y diversidades son protagonistas en la toma de decisiones y acceden a salarios competitivos que les permitan independencia financiera”.

A las mujeres que inician en este camino les aconseja: “Busquen comunidad, no teman a equivocarse y recuerden que cada paso que dan abre puertas para quienes vienen detrás”.

Foro Tech Mujer: imaginarios colectivos

El próximo 11 de septiembre, Cristina Martínez Pinto participará en el Foro Mujeres Líderes Tech: Cerrando la Brecha Digital, organizado por La Cadera de Eva y el Tecnológico de Monterrey.

“Espero compartir mis experiencias en el mundo de las políticas tecnológicas y aprender de mis colegas. Estos espacios son vitales porque, de otro modo, dejamos que muy pocas personas decidan sobre el diseño de productos y servicios que no representan a grupos diversos. Los foros deben ser mecanismos de imaginario y acción colectiva”, dice.