Blockchain, inteligencia artificial, e-commerce... Para muchas, estos términos pueden resultar abrumadores, y no es extraño que así sea. A pesar de que el 90% de los emprendimientos liderados por mujeres ya han establecido una presencia en línea, la adaptación a estas nuevas plataformas digitales toma, en promedio, siete meses más para las mujeres que para los hombres. Pero este es un llamado, no sólo para adaptarnos, sino para liderar. Las mujeres tenemos la responsabilidad y la oportunidad de cambiar la narrativa, combatiendo la violencia económica y desafiando al patriarcado establecido.

La implementación de tecnologías disruptivas no debería ser exclusiva de los "expertos en tecnología". Si bien las estadísticas muestran que nos retrasamos en adoptar estas tendencias, debemos preguntarnos ¿por qué? y ¿cómo esperamos beneficiarnos de ellas si no tomamos la iniciativa? Es esencial que rompamos las barreras culturales y educativas que limitan nuestro acceso a esta información.

Una mirada a la educación global muestra un panorama preocupante. A pesar de los avances en igualdad de género, las mujeres todavía están subrepresentadas en áreas de STEM. No es raro que, desde pequeñas, se nos oriente hacia "carreras apropiadas para mujeres". El problema radica no sólo en la educación formal, sino en la socialización y en la perpetuación de estereotipos de género desde la infancia.

En países emergentes, la participación femenina en la economía digital se ve gravemente afectada por desigualdades estructurales. Más allá de la falta de acceso a dispositivos móviles e internet, factores como la brecha salarial de género, la falta de oportunidades de educación superior y la sobrecarga de responsabilidades domésticas limitan las oportunidades de las mujeres. A esto se suma la falta de representación: las mujeres líderes en el ámbito digital no tienen la misma visibilidad que sus homólogos masculinos, lo que nos deja con pocos modelos a seguir.

¿Soluciones?

Debemos celebrar y amplificar los logros de las mujeres en áreas digitales, creando una generación de modelos a seguir. También necesitamos inversiones estratégicas en educación y formación específicamente dirigidas a mujeres y niñas, especialmente en áreas de STEM.

Los sectores público y privado tienen un papel fundamental que desempeñar. A través de políticas inclusivas, programas de mentoría y el fomento de redes de mujeres en tecnología, podemos empezar a nivelar el campo de juego. Además, la creación de espacios seguros para que las mujeres se capaciten y compartan experiencias es fundamental para construir confianza y habilidades.

La revolución digital no espera. No seamos sólo usuarias, seamos creadoras. Las herramientas están ahí. Es nuestra decisión y deber tomarlas. El patriarcado digital caerá, pero sólo si actuamos ahora.