En los últimos años, no solo hemos visto un aumento de la violencia digital, sino que ha adoptado formas más complejas, muchas de ellas impulsadas por herramientas de Inteligencia Artificial (IA). Este tipo de violencia afecta con mayor frecuencia a mujeres.

Según cifras de la ONU, el 85% ha vivido o presenciado algún tipo de violencia digital. Cifras del MOCIBA refuerzan este panorama, su último reporte señala que 10.6 millones de mujeres en México fueron víctimas de ciberacoso, es decir, el acto intencionado de dañar o molestar a una persona mediante el uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC).

Como prueba de lo mencionado, en noviembre de este año se dio a conocer el caso de una secundaria en Zacatecas, un alumno utilizó inteligencia artificial para manipular las imágenes de al menos 400 estudiantes y crear un catálogo con contenido sexual explícito. ¿Qué está pasando? ¿Por qué son las personas más jóvenes quienes están cometiendo estas violencias en contra de sus compañeras? 

Este año, el tema del 25N, Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer, es "ÚNETE para poner fin a la violencia digital contra las mujeres y las niñas". Desde Impunidad Cero nos sumamos a este llamado y en el presente artículo examinamos cómo este fenómeno delictivo se ha vuelto más frecuente en nuestro país y  una propuesta de investigación con perspectiva de género y enfoque a la protección de las víctimas.

La violencia digital traspasa la pantalla

Lamentablemente el caso del alumno en Zacatecas no es el único. Este año también pudimos conocer el caso de Diego N, ahora exalumno del IPN quien fue sentenciado a cinco años de prisión por el delito de pornografía infantil, tras alterar con IA imágenes de sus compañeras, con fines sexuales. 

 A principios de este año también se popularizó Adolescencia, una serie de Netflix que aborda un caso de feminicidio y que logró poner el foco en otro fenómeno que se está extendiendo en jóvenes, los llamados incels y la manosfera.

Estos espacios digitales, que en apariencia abordan temas que afectan a los hombres como los vínculos y relaciones sexoafectivas con mujeres, así como otros temas relacionados como la paternidad o la salud mental, usuarios difunden discursos violentos, machistas y en el que se busca reivindicar los roles de género tradicionales.

La comunidad incel, integrada en su mayoría por jóvenes heterosexuales que comparten frustración emocional y sentimientos de aislamiento, ha derivado en una subcultura misógina que encuentra en la manosfera un lugar para reforzar y amplificar esos mensajes.

La importancia de la denuncia y la investigación

Aunque existen recomendaciones para hacerle frente a la violencia de género en espacios digitales, el aumento en este tipo de delitos y casos como el de Zacatecas, en el que las víctimas son principalmente infancias y adolescencias, la respuesta gubernamental se orienta a la creación de nuevos delitos, tal como ocurrió con el pronunciamiento deL Sistema Nacional de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), en el que se propone una reforma a la legislación penal para incluir la violación a la intimidad sexual mediante inteligencia artificial.

Sin embargo, este enfoque punitivista, es decir, basado en el castigo, deja de lado la necesidad central: el fortalecer las capacidades del personal de fiscalías y/o procuradurías, quienes, deben contar con el conocimiento, herramientas y técnicas suficientes para que los indicios digitales puedan ser preservados, analizados y presentados para determinar la existencia de este tipo de actos, así como la importancia en la prevención de la violencia. 

Y es que los indicios digitales no se procesan de la misma forma que los cabellos, las huellas digitales o las fibras, porque no ocupa un espacio físico e incluso puede estar difundiendose en sitios de varios países por la facilidad en que se transfieren entre dispositivos y sitios.

Además, este tipo de indicios se forman con datos, por ejemplo imágenes o videos, los cuales, son altamente volátiles y susceptibles a la alteración, daño y destrucción.

Por ello, es útil retomar las recomendaciones del Global guidelines for digital forensics laboratories de INTERPOL, que detalla cómo se deben recabar y procesar los indicios electrónicos.

De manera general, INTERPOL señala que las acciones sobre los datos no deben modificarlos, que solo personal competente y certificado puede realizar las manipulaciones respectivas y que debe registrarse cada intervención realizada. Estas directrices se relacionan con los criterios básicos de admisibilidad en juicio, que son:

  • Autenticidad: la evidencia debe probar hechos de manera que no pueda ser discutida y debe ser una representación fiel de su estado original (esto se logra asegurando que los datos no fueron alterados después de ser recopilados).
  • Integridad/exhaustividad: el análisis o la opinión basada en la evidencia debe contar la historia completa y no debe ser manipulada para encajar en una perspectiva más favorable o deseada; es decir, no se puede omitir información relevante.
  • Fiabilidad/confiabilidad: no debe haber nada en la forma en que se recopiló y posteriormente se manejó la evidencia que pueda poner en duda su autenticidad o veracidad, por lo cual debe hacerse uso de la cadena de custodia y el uso de técnicas forenses sólidas.

Hacia una investigación sólida y con perspectiva de género

La violencia digital ya no es un fenómeno periférico, es una amenaza creciente que afecta de manera desproporcionada a mujeres y niñas, como lo demuestran los datos del MOCIBA y la alarmante escalada de casos como el de Zacatecas. La verdadera batalla contra la impunidad se libra en la capacidad de las fiscalías y procuradurías para manejar los indicios digitales de forma profesional.

Desde Impunidad Cero, reiteramos nuestro llamado: la protección a las víctimas, particularmente mujeres, niñas, niños y adolescentes, no solo depende de la existencia de leyes, sino de la capacidad técnica del Estado para transformar un indicio digital en prueba irrefutable.

Solo invirtiendo en la especialización de nuestros agentes de justicia y adoptando protocolos forenses sólidos, podremos garantizar que la violencia digital, en cualquiera de sus formas, no sea normalizada y sea investigada como cualquier otro delito que violenta la vida de las mujeres. 

Con el objetivo de ayudar en la identificación, prevención y denuncia de violencia digital, Impunidad Cero y la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) desarrollamos la Guía de defensa contra la violencia digital, un recurso para ayudar a identificar qué actos se consideran como violencia digital, qué pasos seguir tanto para denunciar el delito ante el ministerio público, así como por la vía civil cuando se demanda la reparación del daño. La guía también describe la ruta para solicitar la eliminación de contenido en diversas plataformas.

La violencia digital es una realidad y tiene diversas afectaciones, pero no debemos normalizarla. Es importante luchar contra cualquier discurso de odio que genere más violencia tanto en internet como en la vida física. Si tú o alguien conocido necesita más información para denunciar un delito, visita denuncia.org