Cuando pensamos en violencia, a menudo lo primero que imaginamos es un escenario de abuso físico; en años recientes se ha hecho énfasis en otros tipos de violencia que afectan particularmente a las mujeres, como la económica y psicológica. Existe un tipo de violencia oculta en un espacio intangible: la violencia digital.

Se trata de un tipo de abuso que se propaga a través de redes sociales, foros de internet, correos electrónicos y/o aplicaciones de mensajería por medio de una red de internet. Este tipo de violencia se manifiesta de muchas formas, entre las que se encuentra el acoso, el monitoreo, la suplantación y robo de identidad, las amenazas y las extorsiones. 

Las mujeres son el sector de la población más propenso a ver o experimentar abuso en el espacio digital. Según datos de The Economist Intelligence Unit,  en el mundo 85% de las mujeres son más propensas a vivir este tipo de violencia, especialmente las mujeres jóvenes, y es que el 45% de las mujeres de la generación Z y millennials han vivido o visto personalmente un ataque por medio de internet. En contraste, las mujeres de la generación X y baby boomers la han experimentado en un 38%, una diferencia de menos de nueve puntos.

De este total, el 38% sufrió violencia digital directamente, el 65% conoce a una mujer de su círculo familiar o de trabajo que sufrió alguna agresión digital y el 85% ha visto o reportado algún caso fuera de su entorno social.

Este estudio analizó los 51 países con mayor tráfico y usuarios en internet y arrojó que las regiones con menor educación e implementación de programas sociales y de justicia en equidad de género tienen los índices más altos en violencia digital; en el Medio Oriente, el 98% de las mujeres son más propensas a este tipo de violencia, en América Latina y el Caribe el 91%, África en un 90%, Asia del este 88%, Norteamérica 76% y Europa en último lugar con 74%. 

Imagen

¿Cómo afecta a las víctimas esta violencia?

Las consecuencias de la violencia digital son profundas y duraderas. Aunque las agresiones ocurren en el espacio virtual, sus efectos pueden trascender la pantalla y afectar la vida real de las víctimas. 

El daño emocional es uno de los impactos más inmediatos, ya que las personas que sufren acoso en línea pueden experimentar ansiedad, depresión, estrés postraumático, e incluso pensamientos suicidas. La violencia psicológica que genera el aislamiento, la pérdida de confianza y la angustia puede ser más devastadora que otras formas de abuso.

¿Qué forma tiene la violencia digital?

La violencia digital puede presentarse de varias formas, entre las más comunes están las siguientes:

  • Desinformación o difamación: difundir rumores para dañar y desacreditar la imagen de una mujer con intenciones maliciosas.

  • Ciberacoso: hostigar a mujeres, adolescentes y niñas mediante redes sociales con imágenes, videos, comentarios, o contenido gráfico para provocar miedo, angustia o provocar silencio ante un acontecimiento ocurrido fuera o dentro de internet.  

  • Discursos de odio: utilizar lenguaje sexista o que atente deliberadamente en contra de la identidad de una persona, como quienes pertenecen a la comunidad LGBTQ+, o algún grupo étnico, religioso o social minoritario.

  • Suplantación de identidad: robar la identidad de una persona para crear una cuenta falsa con contenido ajeno con fines maliciosos.

  • Abuso a través de imágenes o vídeos privados: mostrar la intimidad de una mujer a través de fotografías y vídeos no consentidos que se difunden entre terceros, generalmente hombres, con el fin de acosar y abusar sexualmente de ella. Se incluye la manipulación de las imágenes para lucrar con la identidad de una mujer.

  • Doxing: la práctica de difundir información personal de alguien sin su conocimiento y con intenciones maliciosas, como la dirección en donde vive, su nombre completo, el número telefónico, o el nombre de las personas con las que vive.

  • Amenazas: amenazas de violencia que pueden salir del mundo online al offline. Estás pueden ser de manera directa o indirecta y van desde la violencia física hasta la emocional y psicológica. 

La violencia digital también ocurre cuando un tercero divulga la orientación o identidad sexual de una persona, cuando se espía a alguien, generalmente activistas, periodistas o personas en esferas públicas por organizaciones privadas o por el Estados a través de softwares especializados que vigila y obtiene datos privados. 

Imagen

La línea delgada entre la violencia dentro y fuera del internet

Este tipo de violencia suele no permanecer únicamente en la esfera del internet; el mismo estudio reveló que el 54% de las mujeres que sufrieron violencia digital conocían al perpetrador, es decir, más de la mitad de las mujeres ha interactuado personalmente con su abusador en línea, lo que provoca miedo y desgastes emocionales.

El 92% de las mujeres reportaron sentirse vulnerables; las manifestaciones más comunes de las consecuencias por violencia digital en la vida de las mujeres es sentir inseguridad, sentirse avergonzada, experimentar daños emocionales, daños en las relaciones personales, sentimientos de inseguridad por parte de la familia de la víctima, daños y abuso físico fuera de internet y pérdida de trabajo.

Imagen

Inteligencia Artificial, un arma patriarcal

Si bien el uso de la inteligencia artificial ya trae consigo muchos debates sobre la ética detrás de éste y la cantidad de recursos naturales, como las enormes cantidades de agua que utiliza para enfriar sus sistemas, la inteligencia artificial también trae consigo un problema, el uso maligno de esta herramienta con fines de lucro y difamación.

Casos como el de Taylor Swift y el de Rosalía se hicieron virales a principios de este año, nos enseñaban una nueva modalidad de la violencia artificial con el uso de la inteligencia artificial. Hombres que tienen acceso a estos programas de IA modifican imágenes de mujeres, comprometiéndose en situaciones sexuales en las que no estuvieron y utilizan sus fotografías sin su conocimiento.

En 2023, alumnas del Instituto Politécnico Nacional (IPN) denunciaron a Diego “N”, quien tenía una tablet con más de 100 mil fotografías íntimas de estudiantes y compañeras de la carrera de Mercadotecnia,  reales y alteradas con IA que difundió en chats con hombres que compraban el material modificado.

Por la extensión del material no se conocen todas las identidades de las alumnas, sin embargo, se abrieron ocho carpetas de investigación de quienes sí fueron identificadas. 

Durante la última audiencia del 4 de diciembre, Diego “N” fue absuelto. Ante la injusticia, la activista Olimpia Corral, que ha seguido y acuerpado el caso directamente, declaró que este fue un acto de complicidad. Sin fallo condenatorio aún, aún quedan las audiencias de la segunda carpeta de vinculación.

La Ley Olimpia

La violencia digital son todos los actos de acoso, hostigamiento, amenazas, insultos, mensajes de odio, vulneración de datos o información privada realizados mediante el uso de tecnologías. Además de la difusión de imágenes, audios o videos —reales o simulados— del contenido íntimo sexual de una persona sin su consentimiento.

Actualmente la Ley Olimpia en México contempla sanciones de tres a seis años de prisión para quienes realicen estas acciones como exponer, distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar y compartir imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de que no existe consentimiento.

Anteriormente, en México y Latinoamérica se entendía a la violencia digital únicamente dentro del rubro económico, financiero y bancario, pero “había una laguna” que no consideraba a las personas que habitan los espacios digitales. La difusión, producción y comercialización de contenido íntimo y sexual sin consentimiento de las personas. A partir de ello se creó el delito en Violación a la Intimidad Sexual, articulo 199 Octies en el Código Penal Federal.

 

Sí han compartido contenido íntimo tuyo y no sabes cómo actuar, te recomendamos seguir la siguiente guía: