Las intensas lluvias que han azotado a nuestro país y especialmente a la capital en estos últimos días destacan una realidad de la que poco se habla: los desastres naturales no afectan a todas las personas por igual. Las mujeres y niñas enfrentan vulnerabilidades agravadas cuando las tormentas, inundaciones y otros fenómenos naturales golpean sus comunidades.
Está demostrado que las mujeres experimentan los efectos del cambio climático de forma diferente a los hombres, especialmente en zonas rurales donde los roles de género están más marcados. Un análisis de desastres naturales en 141 países, publicado por ONU-Habitat, reveló que las mujeres y las niñas tienen 14 veces más probabilidades de morir debido a las desigualdades existentes relacionadas con sus derechos económicos y sociales.
Durante las lluvias extremas, las tareas tradicionalmente asignadas a mujeres y niñas se vuelven más peligrosas. Limpiar la casa tras inundaciones, cuidar de personas enfermas o mayores y mantener el suministro de alimentos son algunos ejemplos. En muchos casos, además, las niñas deben abandonar la escuela para ayudar con estas tareas de emergencia.
Los datos, según el artículo The Gendered Nature of Natural Disasters, publicado por London School of Economics and Political Science, muestran que, tras un desastre climático, aumenta significativamente la violencia de género debido a la inestabilidad socioeconómica, las desigualdades estructurales de poder y la escasez de recursos.
En México, donde el 70.1% de las mujeres han experimentado algún tipo de violencia en su vida, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021 del Inegi, 27 de los 32 estados experimentaron aumentos en sus tasas de violencia sexual en 2022 (durante la pandemia por COVID), y 23 estados tuvieron incrementos en violencia familiar. Esta vulnerabilidad se intensifica durante emergencias, cuando se requieren medidas especiales de prevención de violencia de género en albergues y refugios temporales.
El matrimonio infantil también aumenta como estrategia económica desesperada. En países como Bangladesh, Etiopía y Kenia, las familias recurren a casar a sus hijas menores para obtener recursos y recuperar las pérdidas por sequías o inundaciones.
Sin embargo, ONU Cambio Climático asegura que las mujeres también son agentes fundamentales de cambio. Cuando tienen acceso igualitario a la toma de decisiones, adoptan prácticas más sostenibles: mejoran la asistencia escolar de sus hijos, aumentan la seguridad alimentaria y reducen el consumo energético.
Durante las lluvias intensas que enfrentamos, es importante reconocer estas diferencias para desarrollar respuestas de emergencia más eficaces. Las políticas de prevención ante desastres deben incluir la perspectiva de género, garantizando que los refugios temporales sean seguros para mujeres y niñas, y que las estrategias de recuperación consideren sus necesidades específicas. Solo así será posible construir comunidades más resilientes ante los fenómenos extremos que seguirán intensificándose por el cambio climático. De otra forma, a las mujeres les seguirá lloviendo sobre mojado.