Recibir la difícil noticia de padecer cáncer de mama y el tratamiento para tratar de erradicarlo o paliarlo, es una bomba de emociones capaz de sacudir a cualquier mujer diagnosticada. Los médicos se concentran y apresuran en ofrecer las diferentes opciones de quimioterapia y cirugía, pero ¿dónde queda la salud mental?
Está comprobado que la respuesta emocional en pacientes diagnosticadas con cáncer de mama suele incluir sentimientos de incertidumbre, pérdida de control, estigmatización, aislamiento, negación, tristeza y hasta culpa: incluso aquí los roles de género pesan. La Sociedad Estadounidense contra el Cáncer revela que casi una de cada cuatro personas con cáncer de mama experimenta depresión.
Y detectar la depresión no es tan fácil como podría pensarse, el medio especializado Psycho-Oncology tiene muchos estudios sobre el momento en el cual puede empezarse a formar este padecimiento, a veces es desde del diagnóstico, otras durante el tratamiento de quimio o radioterapia –y en este caso, los síntomas pueden confundirse con efectos secundarios de los medicamentos suministrados, lo cual juega en contra de la detección oportuna– y su aparición más común es después de la mastectomía. Como decimos en Ola Violeta: somos cuerpo, y un una sociedad altamente sexualizada los senos son identitarios para las mujeres.
En México, existen pocos estudios científicos sobre la relación entre depresión y cáncer de mama, pero sí hay datos de algunos espacios de atención que exploran esta faceta: en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) hubo una prevalencia de depresión en el 28% de las pacientes; en el Centro Médico Nacional La Raza, también del IMSS, un 43.6%; en el Instituto Nacional de Cancerología (INCAN), un 24%; en el Centro Médico Nacional de Occidente del IMSS, 14.2%, y en el Hospital Central Militar, 4.5%. Esta disparidad de porcentajes entre hospital y hospital se debe a que en México no existe una misma metodología de evaluación entre los centros médicos y los parámetros varían.
Poner en el centro a las emociones en un tema médico no es común, por eso resultan tan interesantes los indicadores del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, que atiende gratis 24/7 a través del 55 5533 5533 a mujeres diagnosticadas con cáncer de mama desde la perspectiva psicológica y ha encontrado que las principales situaciones expresadas por las personas que tienen o tuvieron cáncer de mama durante la terapia son: depresión 16%; malestar emocional y tristeza, 13% cada una, y algo terrible: ideación suicida en el 9% de las mujeres atendidas. El riesgo de considerar este padecimiento algo insuperable es real y las mujeres lo dicen, lo están nombrando; la atención no puede ser sólo fisiológica, urge integrar el acompañamiento en salud mental.
La lucha contra la depresión asociada al cáncer de mama es, sin duda, una dimensión crucial del manejo de esta enfermedad. A nivel mundial, se han desarrollado diversas estrategias para abordar esta problemática. La psicooncología, una disciplina que fusiona la psicología con la oncología, está ganando reconocimiento por su enfoque en el bienestar mental de los pacientes con cáncer. En países como Estados Unidos y algunos de Europa como Suiza, es cada vez más común integrar especialistas en salud mental en los equipos de tratamiento del cáncer, lo que ha demostrado mejorar tanto el estado psicológico como los resultados médicos de las pacientes.
En México, el acceso a estos servicios integrales aún es desigual y es crucial que las políticas de salud se orienten hacia la inclusión de apoyo psicológico como un componente estándar del tratamiento del cáncer de mama. Se esperaría que esto sea una prioridad en el tan sonado tiempo de mujeres.
Incrementar la capacitación de profesionales de la salud, sensibilizar sobre la importancia del manejo emocional y asegurar que las mujeres en todo el país puedan acceder a estos servicios son pasos fundamentales para mejorar tanto la salud mental como física de las pacientes con cáncer de mama. Visibilizar la importancia de la dimensión corporal de las emociones en una sociedad que las juzga, cuestiona y oculta porque están asociadas con debilidad es una lucha con mucho por lograr.
A todas las mujeres que están librando la batalla contra el cáncer de mama, mi abrazo solidario. A las demás: autoexplorarnos y agendar nuestro chequeo anual también es empoderamiento.