Históricamente se dice que la maternidad biológica es el sueño más grande de todas las mujeres, así que es inimaginable para una sociedad conservadora, religiosa y estereotipada que las mujeres puedan “renunciar” a lo más sagrado que existe en su vida, dicho desde la perspectiva religiosa y social.

Por otro lado, no podemos negar que para algunas mujeres sí es una decisión consciente, responsable, y de gozo la de ser madre y ejercer su maternazgo. En ambos casos las mujeres parten del ejercicio de su derecho a decidir sobre su Salud Sexual y Reproductiva. 

Ahora bien, las mujeres que deciden no ser madres tendrán que lidiar con una sociedad que las trata como antinaturales porque socialmente es inconcebible que una mujer "cuerda" y cabal pueda decir que no a tan sagrada tarea encomendada por la naturaleza uterina-ovárica.

Algunas personas piensan que las mujeres “no quieren” ser madres por tener más tiempo para ellas, porque pueden viajar cuando quieran, porque se ahorran un dinero, porque no quieren desvelarse, porque no quieren renunciar a su vida personal, porque su casa estará más arreglada, por la incertidumbre en el futuro, entre muchas cavilaciones más, y tal vez habrá algo de cierto en ello, pero sería muy simplista pensarlo así ya que ser madre no implica renunciar a la vida.

Esta decisión, además de no ser tan fácil como se piensa, se toma a partir de una infinidad de circunstancias, como pueden ser una condición de salud, un acuerdo con la pareja, por condicionamiento del hombre a una mujer por ser la segunda pareja, para no seguir reproduciendo la violencia vivida en su entorno familiar, como un acto irreverente ante un sistema que se sostiene a través de las personas, por miedo a la inseguridad social, por miedo a que sea víctima de la violencia sexual infantil, por no sentirse con las herramientas necesarias para acompañar a un nuevo ser.

Por las condiciones sociales y económicas del país, para no repetir en un hijo o hija la violencia vivida en su infancia, por miedo a quedarse sola con la responsabilidad de la crianza, entre muchas más. Es decir, cómo algo tan personal e íntimo depende también de un contexto socio-cultural, económico y de la historia familiar.

Es así, que el costo de ser una mujer NoMo “Not Mothers” (término acuñado hace treinta años en el contexto anglosajón), en una sociedad como la nuestra, seguramente serán mal mirada, sancionada y excluida de ciertos espacios, porque son una amenaza para las buenas costumbres familiares tradicionales.

Tendrán que lidiar con expresiones violentas que las desvalorizan y discriminan, nombrándolas “las egoístas”, “las mulas”, “las sin hijos”, “las pobres mujeres solas”, “las traumaditas”, “las mujeres vacías”, “las inmaduras”, “las que no tendrán quién las cuide en su vejez”, entre otras despectivas frases.

Seguramente también despiertan la curiosidad de algunos, pensando ¿cómo vivirán esas mujeres que no tienen hijas e hijos? y ¿en qué ocuparán su tiempo?, pues regularmente son mujeres que viven la vida y que se desarrollan en diversos ámbitos, algunas famosas que han decidido no tener hijos son Jennifer Aniston, Kim Cattrall, Miley Cyrus, Angelique Boyer, Renée Zellweger, Oprah Winfrey, Cameron Diaz, Winona Ryder, Simone de Beauvoir, Virginia Wolf, Silvia Federici, Angela Davis, y claro, también las mujeres de a pie que se vuelven famosas por el hecho de no ser madres.

Como vemos estás mujeres escriben, administran, pintan, esculpen, trabajan, cosen, cocinan, siguen estudiando y dan vida a través de sus creaciones, siendo la más importante el hacerse cargo de sí mismas.  

El ser mujeres NoMo de manera consciente ya es un acto político, porque hace uso de su derecho sexual y reproductivo, deconstruye “el deber ser” del estereotipo y rol asignado culturalmente a las mujeres, cuestiona aquello del “instinto maternal”, invalida el estereotipo de que ser madre te hace una mujer completa.

La decisión de las mujeres NoMo nos habla de mujeres que se dieron el tiempo para preguntarse si querían o no ser madres a partir de configurar lo que implica serlo, así, el No, me parece se convierte en un acto amoroso y responsable de amor propio, autocuidado y hacia los demás, porque el ser madre tiene que ser un derecho consciente y elegido, no impuesto.