Colombia es el segundo país con mayor número de modelos webcam después de Rumania. Esta actividad se ha consolidado en el país como una posibilidad de trabajo para muchas personas; según datos de la prensa nacional, el 90% de las modelos son mujeres. En concreto, esta actividad consiste en el intercambio de dinero por servicios de tipo sexual, y aunque hace parte de la industria del sexo, se deslinda de las formas tradicionales, pues los servicios que se prestan se hacen mediante la virtualidad. Cabe destacar que el trabajo webcam aumentó de manera significativa durante los últimos tres años con la pandemia COVID-19 en tanto, el confinamiento y el aislamiento social restringieron el trabajo sexual en la presencialidad.
El trabajo webcam o modelaje webcam, puede desarrollarse bajo distintas modalidades, ya sea de manera independiente, donde la persona debe contar con la infraestructura pertinente y acceder a las plataformas que generan el vínculo para el trabajo, o mediante la vinculación directa con algún estudio webcam el cual se encarga de generar los espacios físicos para esta actividad, habilita y monitorea las plataformas para realizar las transmisiones, y asimismo opera como intermediario para los cobros entre la plataforma y modelos.
Son distintas y de distinta naturaleza las disputas y tensiones que se generan alrededor del mercado de los estudios webcam. Dentro de las más reconocidas se encuentran:
- El cuestionamiento a la mercantilización y cosificación de los cuerpos, principalmente los femeninos.
- La regulación laboral para las personas que trabajan como modelos webcam.
- La falta de oportunidades y precarización laboral como motores para el crecimiento de dicho mercado.
Si bien el modelaje webcam ha sido ampliamente discutido por distintas razones, es importante notar que en el centro de la discusión continúa estando el trabajo sexual, posibilitando así preguntarnos ¿qué posición tienen quienes lo ejercen?, ¿cuál es su punto de vista frente a las discusiones que se generan alrededor de dicho trabajo, sea este virtual o no?, ¿la denominación de modelaje webcam puede ser considerado un eufemismo que mantiene en el ocultamiento al trabajo sexual y el tabú de su existencia? Aquí algunas notas reflexivas para sentipensar al respecto.
De acuerdo con Carolina Calle y Katerin Angel, trabajadoras sexuales y sindicalistas pertenecientes a La Asociación Sindical de Trabajadoras Sexuales de Colombia (ASTRASEX), el trabajo sexual es trabajo, uno que se ejerce siendo mayor de edad, de manera consentida, libre e independiente, el cual está menos precarizado que otros, y el cual no debe confundirse con explotación sexual, pues una de las dificultades para hablar de trabajo sexual, ha sido la de situar de manera homogénea a esta actividad, junto con la explotación sexual, la trata de personas, entre otras actividades, que sí ponen en riesgo la vida y la integridad de las personas. En esta vía, las posturas abolicionistas del trabajo sexual son vistas por quienes lo ejercen como posturas antiderechos y paternalistas que contribuyen en alguna medida a la criminalización del trabajo sexual.
Sostener y reproducir el ocultamiento de las personas que ejercen el trabajo sexual, sea este presencial o virtual, es lo que genera exposición y vulnerabilidad frente a las distintas violencias. Mantener la discusión al margen, habilita que situaciones de explotación se hagan presentes en escenarios donde las asimetrías de poder en razón de género, edad, raza y clase social están latentes.
En paralelo a lo expuesto anteriormente, no se puede desconocer que Colombia es un país donde el escenario de desigualdades socioeconómicas y de oportunidades, así como la precarización laboral es una realidad. En esta vía, ejercer el trabajo sexual se puede presentar como una posibilidad menos precarizada que otras para dar sustento a la vida cotidiana; sin embargo, este argumento en sí mismo habilita una discusión muy amplia que no es posible agotar aquí. Lo que sí permite es ubicar en la reflexión la potencia que tiene la capacidad de agencia y la racionalidad de las decisiones por parte de las personas que ejercen el trabajo sexual, quienes son en su mayoría mujeres1 y que como sujetas políticas posicionan demandas, derechos y una agenda de trabajo en relación con las libertades y el desmontar el control sobre los cuerpos femeninos y feminizados.
¿El ejercicio de trabajo sexual es siempre el resultado de procesos de orillamiento2 frente a la precarización laboral y la desigualdad de oportunidades?
Responder a esta pregunta requiere de un análisis profundo, pues la complejidad y la multiplicidad de situaciones que atraviesan las subjetividades de quienes ejercen esta actividad desbordan narrativas de homogeneización. El deseo, el placer y la autonomía de los cuerpos también son elementos que pueden y deben ser considerados para reflexionar alrededor de esta pregunta, así como el reconocer que son distintas las voces que encarnan reflexiones alrededor del trabajo sexual, y por tanto el pretender posiciones homogéneas sólo dificulta las luchas por sacar del ocultamiento a esta actividad, así como dificulta la posibilidad de mayor regulación y derechos laborales para quienes se sostienen económicamente con el trabajo sexual.
La juntanza, la colectivización de necesidades y demandas, y la constitución de procesos organizativos que proponen agendas de trabajo en materia de regulación laboral, constituyen una vía importante para quienes hoy en día ejercen el trabajo sexual en Colombia. Sin embargo, no se puede desconocer que son distintas realidades las que coexisten, donde hay quienes lo ejercen como parte de procesos de orillamiento y hay quienes lo ejercen como parte del disfrute de su cuerpo y creatividad, y en cualquiera de los dos escenarios un elemento central es ejercerlo por decisión propia, autónoma y libre.
1 Mujeres cisgénero y mujeres transgénero.
2 Gabriel Tenenbaum (2018) ha utilizado la noción de procesos de orillamiento para referirse a los mecanismos que aumentan la exposición de adolescentes a concretar infracciones a la ley. En el caso concreto del trabajo sexual se entenderá el proceso de orillamiento como la exposición acumulada para tomar la decisión de ejercer dicha actividad como trabajo.