Acompañar a otras mujeres y personas con capacidad de gestar a interrumpir un embarazo en un contexto restrictivo es un ejercicio de resistencia o incluso la misma experiencia de interrupción puede serlo cuando no hay alternativas frente a un embarazo no intencionado que las llevaría a vivir a una maternidad forzada.

Resistencia me lleva a pensar en itinerarios abortivos, en la agencia que las participantes de mi investigación doctoral mostraron en su infancia y adolescencia buscando información sobre sexualidad cuando no se les proporcionaba en sus casas, apoyando el derecho a decidir en las discusiones escolares sobre aborto, o cuestionando el mandato y su deseo de maternidad.

Después de su aborto, ellas consiguieron un empleo, rompieron con una relación violenta o acompañaron a otras mujeres, buscando que la experiencia de otras mujeres fuera diferente a la suya.

Es decir, frente a las diferentes expresiones del patriarcado para controlar el cuerpo de las mujeres que obstaculizan su itinerario abortivo y su bienestar, ellas muestran su capacidad agéntica, mientras que las redes de apoyo y el acompañamiento feminista se tornan fundamentales para el acceso al aborto, y el bienestar de las mujeres y personas con capacidad de gestar.

Resistencia es pensar que la despenalización es punto de partida y no de llegada, que la despenalización en necesaria pero no suficiente, que tenemos que considerar al aborto seguro desde la interpretación más amplia, no sólo en el sentido físico sino psicológico.

Poder y resistencia, son procesos que coexisten y son inseparables. Michel Foucault (1976) afirma que en donde hay poder, hay o existe la posibilidad de resistencia. Dentro de la red de poder, los puntos de resistencia están presentes en todas partes. La resistencia es definida como “proceso de creación y transformación permanente” y “respuesta al ejercicio de poder sobre el cuerpo, las afecciones, los afectos”.

Desde el punto de vista feminista propuesto por Marcela Lagarde, “la resistencia es la reacción ante situaciones opresivas en condiciones de dependencia vital, sujeción y subordinación”, en las que no se tiene un amplio margen de acción y/o recursos para hacer otra cosa, cuando no se puede cambiar todo, es el inicio del cambio y se expresa como un rechazo al deber ser, al mandato o la autoridad del otro.

La resistencia a la dominación está asociada a la construcción de las personas, y a procesos de libertad y autonomía.

Creatividad, narrativas, redes y resistencia 

Resistencia y creatividad, creo que siempre van juntas, creatividad para superar las mil y una barreras, crear o consolidar nuevos significados y narrativas otras que vayan minando la estigmatización hacia las mujeres que hemos abortado o que acompañamos y romper con el silencio impuesto.

Tal vez no haya mejor ejemplo de poder y resistencia que las redes de acompañamiento en la mayor parte de América Latina o del socorrismo en Argentina, que han logrado cuestionar el poder médico, validar sentires, reconocer al aborto como una experiencia afirmativa y brindar un servicio de calidad que debería proporcionar el Estado. 

Gracias a estas maravillosas y potentes redes, el aborto no se silencia, es posible narrarlo, y reconocerlo porque cada uno de los testimonios que narran un aborto posibilitan la memoria, una memoria política que quiere ser borrada, la evidencia de un aborto, de la voluntariedad y la voluntad de las mujeres.

Retomando a Arfuch no podemos olvidar el valor memorial de las narraciones, en este caso de las mujeres que interrumpen un embarazo, traen al presente algo que las instituciones patriarcales pretenden borrar de la memoria de las mujeres como colectivo; por ello es importante, a través de las narraciones, historiar la resistencia a los mandatos de género y a las relaciones de poder que nos limitan. 

El mismo acto de narrar la interrupción del embarazo, puede significar resistencia a los discursos dominantes, y de transgresión a los mandatos de género y al silencio que rodea la sexualidad.

¿A qué le tiene miedo el sistema patriarcal y capitalista? A que las mujeres identifiquemos sus mecanismos, a que nos revelemos, resistamos y rechacemos seguir manteniendo el status quo y el estigma de vivir nuestra sexualidad. Por ello, documentar las múltiples formas de resistencia que practican las mujeres es indispensable.

Cuando pienso en resistencia también pienso en la esperanza, en la esperanza de construir mundos mejores y dignos, donde las mujeres seamos consideradas personas, pienso en la apuesta por construir cambios encaminados a alcanzar la justicia social.

La resistencia se construye en lo cotidiano, en la conversación con las amigas en dónde nos planteamos si queremos o no ser madres, o si ya tenemos hijes nos ayudamos y acompañamos en la difícil y a veces solitaria crianza. Sí, así día a día nos cuestionamos el sistema patriarcal y capitalista, tejiendo redes, desterrando prejuicios.

Abajo el patriarcado, ¡¡¡se va a caer, se va a caer¡¡¡