Las reflexiones que compartimos en este texto, son algunos de los resultados de un seminario en donde abordamos, desde una perspectiva sociológica, problemáticas en torno a la organización del trabajo y la tecnología; con base en la utilización de las herramientas que nos brinda la perspectiva de género, para indagar en cómo los sesgos de género también han sido utilizados por parte de las personas que crean tecnología aplicada en diferentes ámbitos de la vida.

La construcción de nuestra sociedad se ha visto históricamente permeada por una dominación de lo masculino sobre lo femenino y consideramos que el campo tecnológico no es la excepción. El patriarcado, la hegemonía de lo catalogado históricamente como masculino, alcanza sus repercusiones en distintas áreas en donde se dan relaciones sociales. La condición de las mujeres en la sociedad se forma por las relaciones de producción, que se reproducen en cualquier ámbito de la vida ya sea social, político o económico (Lagarde, 2003). Estas relaciones determinan el lugar de las mujeres y sus límites y alcances dentro de los ámbitos de la vida, por ello, al hablar de tecnología se considera que existe una brecha entre las mujeres y los avances tecnológicos.

El dominio masculino con respecto a la industrialización, tecnologización y las ciencias, genera una segregación de las mujeres y limita su intervención dentro de las nuevas lógicas de producción. Cecilia Castaño afirma que la brecha digital de género “está relacionada con el dominio masculino de las áreas estratégicas de la educación, la investigación y el empleo relacionado con las ciencias, las ingenierías y las TIC” (Castaño, 2008, 10 citado en Gil-Juárez et al., 2011, 2). Dentro de algunas de las reflexiones que se dieron durante un debate en clase, se señalaba una exclusión de las mujeres a partir del diseño mismo de maquinarias, estructuras y herramientas que bajo connotaciones sociales se asocian a la masculinidad, ya sea por el gran requerimiento de fuerza física o el trabajo al que se asocian. Y dado que nos relacionamos socialmente con ideas que parten de roles y estereotipos de género muy claramente definidos, asumimos que todos los varones poseen más fuerza física y habilidades para trabajar con máquinas. 

Las mujeres no sólo han sido excluidas del uso de la tecnología e innovaciones técnicas, sino que también han tenido poco o nulo crédito cuando muchas de ellas han sido participantes directas en la historia de las ciencias y las tecnologías; una deuda indiscutiblemente importante en la construcción de la historia del avance tecnológico con las mujeres, pero sobre todo una cuestión que ha de traerse a discusión nuevamente desde la perspectiva de género y en la construcción de las grandes revoluciones industriales y tecnológicas de la historia social.

Consideramos que otra de las grandes reflexiones que deben llevarse a planteamientos más grandes es la lógica bajo la cual ciertas innovaciones tecnológicas contribuyen al refuerzo de una construcción social de las mujeres sujetas y a través de los otros (Lagarde, 2003). Ejemplo de ello es la creación de algunas voces femeninas de asistentes tecnológicos, mismas que ya se han vuelto populares en varios sectores sociales y que han cobrado una relevancia por su utilidad. El hecho de que estos asistentes mayoritariamente posean voces e identidades femeninas, se considera, que parte de una estereotipación de las mujeres y sus modos de actuar, asociados al servicio de otros y otras, connotaciones simbólicas que responden a la construcción de las mujeres desde una mirada de subordinación y enfocada a las necesidades de otras personas.

No se niega con estas reflexiones que se hagan “esfuerzos por la inclusión” de las mujeres dentro los campos tecnológicos y científicos; sin embargo, se cuestiona la dirección y visión que la tecnología toma al no reconocer como sujetos protagónicos a las mujeres dentro de los grandes avances tecnológicos que responden al sistema de producción. Las mujeres son segregadas a partir de la tecnología al ámbito privado de la vida social, generando grandes sesgos desde el alcance que existe para la tecnología como para las mujeres al incursionar dentro de las nuevas lógicas digitales.

Fuentes bibliográficas:

Gil-Juarez, A., Vitores, A., Feliu, J., & Vall-Llovera, M. (2011). Brecha digital de género: Una revisión y una propuesta. Education in the Knowledge Society (EKS), 12(2), 25-53. https://doi.org/10.14201/eks.8272

Lagarde, M. (2003). Los cautiverios de las mujeres: Madresposas, monjas, putas, presas y locas. Universidad nacional autónoma de México.

Autores:

Leonardo Daniel Torres Orihuela

Estudiante de octavo semestre de la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Interesado en temas de la sociología del trabajo y de la sociología de la cultura.

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José Pablo Ortiz Romero / @pavel_daltonico

Estudiante de octavo semestre de la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Interesado en la cultura, en la música como forma de expresión social y los espacios sociales en potencia.

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Rebeca Sarahí Requenes García 

Estudiante de la licenciatura en Sociología en la en la FES Aragón UNAM; becaria en el Proyecto PAPIME: "La configuración teórico-metodológica de la investigación sociológica en la FES Aragón de la UNAM ante las transformaciones disciplinarias y sociales en México” a cargo de la Maestra Cristina Camacho. Desarrollando una investigación sobre violencia obstétrica en mujeres del Estado de México.

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Tania Meléndez / @MelendezTania20 

Socióloga, maestra y candidata a doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: sociología de la familia, sociología de la religión, perspectiva de género, cambio social y cultura.

 

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